¿Qué está pasando en Ecuador?


¿Hay una guerra entre el Estado y los grupos narcotraficantes? ¿Hace falta más presencia estatal? ¿Hace falta más mano dura?

Ecuador se ha transformado durante las últimas dos décadas en una vía de paso para transportar droga desde Perú y Colombia hacia el resto del mundo.

Esto fue posible, en parte, gracias a la desregulación económica llevada a cabo desde 1999 a través de la dolarización de la economía (hipotética solución a los problemas de nuestra economía según el planteo del gobierno de Milei).

Y todo –por supuesto- gracias a la intervención directa del Estado al servicio de la burguesía monopolista para facilitar los negocios narco.

(Párrafo aparte merece el tweet de la canciller Mondino, en donde se solidariza con el gobierno de Ecuador apoyándolo en su combate a las bandas narco de origen socialista… Una verdadera burrada que ha sido el hazmerreír en el mundo de las relaciones internacionales y que sólo se explica por el empecinado afán del actual gobierno argentino de asociar el narcotráfico con el comunismo. Como también las declaraciones de la ministra Bullrich ofreciendo mandar fuerzas federales a combatir a Ecuador como si acá no tuvieran gravísimos problemas generados por la violencia narco. En fin…).

Sigamos. En Ecuador esta situación no es de hoy y viene de bastante atrás.

Ya durante el gobierno de Rafael Correa hubo varios escándalos que relacionaban al Estado y el narcotráfico, como la incautación del gobierno italiano de 40 kg de cocaína en una valija diplomática, hecho ocurrido en 2011.

Durante ese mandato de Correa se experimentó el mayor crecimiento del tráfico de drogas observado hasta 2021. (1)

El mismo año cae preso un tal “Fito”, capo de la banda de Los Choneros, ligada originalmente al cartel de Sinaloa, el que otrora liderara el Chapo Guzmán.

Sin embargo, en lugar de verse debilitada, su organización creció desde dentro de la cárcel. Es decir, con plena complicidad del Estado, durante el gobierno de Correa.

Varias medidas del posterior gobierno de Lenin Moreno (ese presidente que el progresismo latinoamericano amaba) como la liberación de policías apresados por vínculos con el narcotráfico, colaboraron a que se experimente un aumento exponencial en los niveles de violencia. Es decir, en la disputa por los negocios.

El presidente que lo sucede, Guillermo Lasso, abandonó el gobierno por un escándalo que lo vinculaba a la mafia de los albaneses, otro grupo que disputaba a sangre y fuego el negocio en el Ecuador y que centralizaba los envíos de droga a la Comunidad Europea.

Tras su renuncia, la investigación se archivó. O sea, el involucramiento del Estado es total.

Los negocios narco se dirigen desde el interior de las cárceles, donde por un lado los capos cuentan con piscinas, bares y armas de fuego de alto calibre (incluyendo ametralladoras M16, por ejemplo). Mientras tanto, la enorme masa de presos comunes vive en condiciones de hacinamiento y epidemias de tuberculosis.

La impunidad es tan grande que ni siquiera se conoce el día en que escapó el famoso “Fito” el líder de una de las bandas narco más grandes. Algunas fuentes estiman que podría haberse fugado el 25 de diciembre, pero que recién detectaron la fuga el 7 de enero.

Por lo que queda claro que la discusión no es más o menos presencia estatal. Sino que el Estado funciona como garante de los negocios del narcotráfico.

En definitiva, el negocio de la droga es un negocio más para el sistema capitalista, que no podría ser llevado a cabo sin la complicidad del Estado y de las grandes empresas multinacionales.

¿Por dónde sale la droga? ¿De quiénes son los puertos y los barcos que la transportan?

Por supuesto que además del negocio la droga cumple con otra función: el control social.

Los niveles de pobreza en Ecuador llevaron a que en octubre del 2019 se produjera una revuelta gigantesca que terminó con fuertes enfrentamientos con la policía, que respondía frente al movimiento de masas tirando con balas de plomo.

“Aprovechando” la actual andanada de violencia narco, el gobierno de Noboa acaba de dictar un indulto para policías y militares que se alisten para “combatir a las bandas criminales”. Sí, a esos mismos policías que disparan contra el pueblo y transan con las mafias.

En definitiva, el narcotráfico y la droga también son formas de contrainsurgencia que utiliza la burguesía.

La única manera de combatirlo es luchando contra el sistema capitalista, luchando para construir una verdadera salida política para los trabajadores.

Los negocios narco en Ecuador son los mismos que se llevan a cabo en Rosario, con la complicidad del Estado argentino y de las grandes agroexportadoras que utilizan sus puertos para despachar falopa.

Por eso, acá no se trata de “más o menos Estado”, ni de “más o menos mano dura”. Acá de lo que se trata es de tirar abajo este sistema.

 

  • Fuente: Oficina de las Naciones Unidas contra la droga y el delito)
Compartí este artículo