El capitalismo es el mejor sistema que haya creado la humanidad


(7ª nota sobre las mentiras burguesas)

Otro de los latiguillos fomentado y ampliamente difundido por la burguesía consiste en aseverar lo escrito en el título de la presente nota.

No cabe duda que el desarrollo de la humanidad implica una elevación constante de la forma en que los seres humanos producimos y reproducimos la especie incidiendo en forma sensible y, podríamos decir, determinante en el medio ambiente. A tal punto que el mundo está forjado a imagen y semejanza del ser humano, único ser viviente que puede transformar su vida y la realidad del planeta.

Pero todo desarrollo ha implicado e implica aspectos positivos y negativos, sobre todo a partir de la división de las sociedades en clases sociales, determinadas éstas por el papel que cada grupo humano desempeña en la producción.

Como siempre, la burguesía, con su conformación ideológica sustentada en la metafísica, se niega a ver las contradicciones existentes en la materia (todo el conjunto natural que conforma el planeta y el universo), las sociedades y el pensamiento.

La resolución permanente de esas contradicciones son las que generan los movimientos de todo tipo, ya sean estos mecánicos, astronómicos, químicos, sociales, ideológicos, etc.

Lo que queremos destacar es que cada cosa, cada sociedad, cada pensamiento, tiene aspectos que empujan para adelante y para atrás en forma simultánea.

Así como esto es de fácil visualización en cualquier proceso natural como pueden ser la vida y la muerte; el principio de acción y la reacción; el frío y el calor; el crecimiento y el decrecimiento; etc. estos elementos están presentes en forma indisolublemente unidas y en antagonismos permanentes. Esta característica natural e intrínseca de las cosas existentes es lo que genera el movimiento permanente, y ese movimiento no sólo se repite en el espacio y el tiempo, sino que cambia de calidad cuando se dan ciertas condiciones de acumulación (se transforma en otro movimiento), debido a lo cual lo que era deja de ser para pasar a ser otra cosa superior en una constante negación de lo viejo por lo nuevo.

Lo mismo pasa con las sociedades. Todas tienen su aspecto positivo y negativo a la vez. Su movimiento interno, sus acumulaciones y cambios bruscos de movimiento y también su paso de ser una cosa a convertirse en otra negando su pasado para encaminarse a un futuro diferente.

Así el capitalismo, la sociedad que basa su producción en la explotación del trabajo ajeno de seres humanos (proletarios) que contribuyen a la producción en masa de un producto final, por parte de un sector reducido de esa sociedad (burguesía) que ostenta el monopolio de los bienes de producción, trajo como consecuencia un nivel de elaboración de medios de vida nunca antes logrado en la historia de la humanidad, pero a la vez, una diferenciación en el reparto de lo producido también nunca antes sufrido por el ser humano.

En la historia de la humanidad ha habido distintas clases sociales que representaron a los dueños de los medios de producción y de lo producido diferenciados de los productores, o sea de los trabajadores creadores de todos los bienes que la sociedad consume.

En la sociedad esclavista eran los esclavos quienes producían y los esclavistas quienes se apropiaban de lo producido. A cambio, los primeros tenían garantizado el techo y la comida, a pesar de que eran exprimidos por sus amos y tratados como bestias.

En la sociedad feudal, los siervos de la gleba, producían sus bienes de consumo y de cambio en su propia parcela de tierra. Ellos, con su trabajo familiar, procuraban sus alimentos, vestidos, medios de labranza y herramientas que fabricaban en forma cooperativa e individual. A cambio, debían sostener a la nobleza proporcionando parta de lo producido y ésta los protegía con sus ejércitos de posibles invasiones de sus territorios. En suma, los siervos tenían cómo resolver sus medios de vida con sus propios medios de producción.

En cambio, en la sociedad capitalista, el proletario fue despojado de todo medio de vida, viéndose obligado a servir con su trabajo a la burguesía. De todo lo producido sólo recibe el salario con el que satisface sus necesidades elementales para poder vivir de acuerdo a las exigencias de esta sociedad.

Si queda desocupado o se jubila, es decir, si ya no produce para un capitalista, se transforma en paria incapaz de poder sobrevivir sin ayuda externa. La sociedad, como está conformada, no le reconoce servicios anteriores ni aportes durante años al fondo social de acumulación, porque ese fondo de acumulación ni siquiera le pertenece. Acá cabe una aclaración inmediata: toda clase beneficiada por el trabajo ajeno siempre tendió a sostener el medio de producción que sostenía sus privilegios. Eso corresponde hoy a la burguesía.

Esta desigualdad, fundamentada en la creciente acumulación capitalista, fue creciendo día a día, haciendo que masas de la sociedad sucumbieran en la pobreza más atroz debido al enriquecimiento cada vez más vil de un porcentaje siempre menor de capitalistas. Hasta tal punto que, según la OXFAN[1], en enero de 2023, el 1% de la población mundial (unos 80 millones de habitantes) acumulaba casi el doble de riqueza que el resto de la población del planeta (unos 7.020 millones de seres humanos).

Pero, contrariamente a lo que plantea diariamente la burguesía, esa ecuación no tiende a nivelarse a favor de los más necesitados sino a agravarse en desmedro de los mismos. Y esto es provocado por la fuerza de ley que rige a esta sociedad capitalista basada en la propiedad privada de los medios de producción: la voracidad de la ganancia que permite la acumulación de capital para competir con el resto de sus pares y ganar en esa pelea. Lo cual tiende a la concentración de más capital en menos cantidad de manos. Esta ley, es la que provoca también, las guerras, las disputas de los territorios, fuentes de materias primas, segmentos de mercados, polución a consecuencia de reducción de costos para producir, miseria provocada por la misma razón (menores salarios) y otros fenómenos y consecuencias igualmente negativas para la humanidad y el resto de la naturaleza.

Así como el capitalismo con su gran industria basada en la fiebre de acumulación de capital significó un desarrollo productivo que produjo un salto enorme para evolución de la humanidad en términos de industria, ciencia, conocimiento y descubrimientos de todo tipo, simultáneamente provoca todos estos efectos descritos más arriba los cuales tienden a generalizarse y profundizarse debido a que la clase dominante lo sostiene plantada sobre el poder del Estado con sus leyes, justicia, ideología y fuerzas armadas y de seguridad.

Las fuerzas del movimiento social productivo tienden, por un lado, a la socialización mundial de la producción (cada vez más personas intervienen en la elaboración de un solo bien) y, contrariamente, el sistema tiende a la acumulación cada vez más privada del capital y toda la riqueza producida. Esto significa un freno que convierte al capitalismo en el peor sistema para la humanidad.

Liberar el freno que significa esa apropiación privada capitalista, cada vez más reducida, es sumamente necesario para el desarrollo y continuidad segura del ser humano con su consiguiente cuidado de la naturaleza. Ello significaría que esa producción cada vez más social encontrara su ensamble con la apropiación, también social, de toda la riqueza creada y existente para cubrir las necesidades y aspiraciones de la humanidad.

Ello implica que la clase productora y mayoritaria de la sociedad mundial (el proletariado) y en cada país, conquiste, por medios revolucionarios, el poder del Estado, destruya los resortes que reproducen el sistema capitalista y las instituciones que lo sostienen, para que los productores (que en este sistema no tienen más que su fuerza de trabajo) se adueñen socialmente de toda la riqueza, el destino de la misma, la distribución y el consumo, basado en una nueva conformación social, el socialismo, que se encamine a la extinción de toda diferencia de clases hasta lograr que todos los seres humanos se conformen como productores libres de toda explotación ajena en unidad y comunidad.

[1] https://www.oxfam.org/es/notas-prensa/el-1-mas-rico-acumula-casi-el-doble-de-riqueza-que-el-resto-de-la-poblacion-mundial-en

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