No vamos a ser cómplices de los negocios de algunos con la industria pesquera, con el Señor del tabaco, con las empresas petroleras o con cualquiera de los otros intereses especiales que hacen lobby y ‘persuaden’ políticos para defender sus intereses”. (Milei)
Una de las tantas expresiones de una guerra de intereses cruzados.
Existe un proceso inusual por su dinámica de concentración económica y centralización de capitales en medio de una crisis de superproducción planetaria, el Estado burgués y sus instituciones deben responder a esta nueva situación. La crisis política de la clase dominante se profundizará.
Hay una guerra interburguesa y de allí la crisis política por arriba.
Pero en este contexto, para “desgracia” de la burguesía, aparece un “convidado de piedra”, la lucha de clases con sus consecuencias inmediatas:
1) la clase obrera muestra signos de actuar como clase.
2) una resistencia ascendente al plan de gobierno que se expresa en importantes sectores del pueblo.
3) creciente práctica asamblearia y por fuera de las burocracias sindicales empresariales.
4) incipiente demanda de un accionar independiente de la clase.
La derrota del plan de gobierno es la táctica fundamental para seguir avanzando en una acumulación de fuerzas que permita seguir sumando fuerzas a una salida revolucionaria.
Es en ese sentido que los revolucionarios insistimos una y otra vez que en estas circunstancias el debate político es escencial si peleamos la idea del verdadero sentido de derrotar el plan de gobierno. No es un fin en si mismo, es una parte del proceso ya abierto de poner en primer plano elevando la lucha política en donde el comportamiento de la clase debe seguir creciendo como tal .
Derrotar el plan de gobierno no es sinónimo de derrotar al poder burgués, tampoco significa que su derrota implique una revolución social “a la vuelta de la esquina”, pero en todo caso implica que los revolucionarios asimilemos el que hacer frente a lo nuevo que se avecina.
A saber:
Entendemos que las prácticas autoconvocadas, el estado de asamblea, de democracia directa van tomando fuerza material y en ello deberemos ahondar nuestras propuestas de saber explicar en que momento político nos encontramos como lo venimos desarrollando en nuestra página, pero para ello y en simultáneo necesitamos que el PRT, destacamento político del proletariado se siga robusteciendo para que esta misma resistencia vaya acumulando para la revolución social.
Para ese robustecimiento definir cláramente el camino de unidad de la clase y de la clase con el pueblo es escencial. El PRT debe fortalecerse con esas avanzadas que desde abajo están enfrentando el plan de gobierno, que lo hacen por fuera de toda institucionalidad burguesa, las que de hecho, desde muy abajo confían en la resistencia desde sus lugares concretos de trabajo, de los barrios, escuelas, universidades etc.
Esas avanzadas a las que hacemos mencion, insistimos una y otra vez, deben romper con las desconfianzas que por varias décadas la clase dominante impuso en el pueblo.
Ya existen muestras que esa unidad que hoy apunta a derrotar el plan de gobierno se dió el 24 de enero producto de mucha movilidad en el abajo, tanto en la previa como en el posterior hecho.
Pero aún las fuerzas conscientes de la revolución son débiles para potenciar toda la fuerza existente en el pueblo y es allí en donde las vacilaciones de las avanzadas hay que debatirlas en el plano político e ideológico. No se puede ni se debe eludir la necesidad del porque construir el Partido del proletariado pero ese debate se debe orientar centralmente a las tareas políticas del momento y es allí en donde la derrota del plan de gobierno suma fuerzas y confianza a la hora de la acción práctica.