Lo que por arriba es humo, por abajo es fuego


La disputa feroz y encarnizada por el Impuesto Mínimo (IM) que tiene a empresas como Massalin Particulares (multinacional) y Tabacalera Sarandí (“dudosa pyme” enclavada en el partido de Avellaneda/Pcia de Bs. As.) entre otras, es la crónica de amparos judiciales, presión en el Congreso por el DNU, demandas, operaciones, lobby, pero sobre todo rentabilidad a gran escala, primordial para la burguesía.

Para aclarar un poco el panorama podemos decir que el IM viene a engrosar las arcas de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) y el Fondo Especial del Tabaco, que se distribuye en siete provincias productoras del mismo (Salta, Misiones, Chaco, Jujuy, Tucumán, Catamarca y Corrientes).

Tabacalera Sarandí es socia del gigante del tabaco internacional, Imperial Brands, antes Imperial Tobacco Group, multinacional británica.

Esta alianza estratégica comercial le permitió a Tabacalera Sarandí expandir sus productos y acelerar su crecimiento regional, siendo hoy la empresa en el rubro que concentra el 45% del mercado de cigarrillos, evitando por distintas maniobras judiciales tributar el principal impuesto del sector frente a sus competidores directos.

La fórmula, amparo- evasión – ganancias, un negocio sin filtros para esta y tantas otras empresas se podría decir, además cabe resaltar que Tabacalera Sarandí importa su materia prima desde Brasil, a un costo llamativamente bajo.

¿Pero a dónde vamos con toda esta aclaración y explicación?

Que en lo que significa toda esta cortina de humo, de puja intermonopolista entre distintas tabacaleras, en una suerte de guerra por el tabaco, los trabajadores y trabajadoras llevamos adelante nuestra propia guerra.

Guerra que se expresa claramente en la pulverización de nuestros ingresos, los rutilantes aumentos que no dan tregua, la exigencia por más producción y despidos.

Todas penurias que estas mismas empresas generan aceitando los engranajes del sistema capitalista.

A partir del paro general del 24 de enero, Tabacalera Sarandí llevó adelante despidos de tinte político, como forma de amedrentamiento para disciplinar la rebeldía del conjunto de los obreros y obreras de la planta, que tomaron la iniciativa de retirarse, en el turno mañana, de la fábrica apagando las maquinas, dos horas antes del cierre de su turno. Y en el turno tarde muchos/as resolvieron no entrar.

Una rebelión de las bases obreras ante tanta humillación y opresión.

Cabe decir que nunca había ocurrido una experiencia así en la planta.

En ese fuego cruzado de intereses burgueses nuestra estrategia debe estar apuntalada en la unidad, que es nuestra trinchera como clase para seguir concentrando fuerzas y organización, manteniendo vivo el fuego en las bases, que será el único que pueda cercar y golpear los planes de la burguesía, que empieza a oler que por abajo se le queman los papeles.

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