Ser conscientes de lo que ya se hizo y hacia dónde vamos


Nos pasa en la vida diaria que la presión que padecemos en este inmundo sistema capitalista nos hace pasar de largo los valores y logros que la sociedad humana ha conquistado, en el sentido de humanizar.  Un potencial que rechaza transformarse en mercancía.

Las movilizaciones en defensa de la Universidad pública del día martes 23 de abril fueron una expresión de esa aspiración, que nos conmueve como sociedad que viene encadenada a un pasado inmediato de queja, bronca e incertidumbre, como fueron las jornadas del 24 de enero y del 24 de marzo.

Tres acontecimientos que empujan la historia para adelante. El “protagonismo” de lo reaccionario ha debido retroceder y el dolor de esta sociedad ya no “grita en su silencio” encadenado por la mentira. Ha comenzado gritar en voz alta por dolor, por rabia, por vivir una vida insoportable e indigna.

Es en ese caminar de los últimos acontecimientos en donde el presente adquiere fuerza de ¡presente!

En los salones del poder todo se debate, todo está conmovido. La lucha de clases -que nunca se detiene, pero tiene sus “tiempos”- hoy acelera sus pasos.

Una oleada de proletarios ha dado pelea y de seguro lo seguirá haciendo. Nada de lo que hemos visto en estas tres las jornadas está por fuera de esa cotidianeidad del enojo, de lucha, de inquietudes políticas, económicas y sociales que persigue al explotado y al oprimido. Todo está teñido de ese movimiento.

Las clases están enfrentadas y los maquillajes para amigarlas ya no tienen el esplendor adquirido en épocas en donde el sistema capitalista prometía el “derrame”, que “hagamos los sacrificios necesarios y luego vendrá el crecimiento”.

En estas jornadas históricas, expresiones masivas de lo cotidiano, se va introduciendo lo nuevo, aunque eso nuevo no es “tan nuevo”.  Varias generaciones comienzan a escuchar, en esta oleada que todo lo conmueve, ideas de cambio.

Las y los revolucionarios estamos sintiendo que las ideas socialistas, las ideas que hablan de cambios profundos y estructurales no son rechazadas. Por el contrario, la propaganda que reivindica la democracia directa, la autoconvocatoria, que habla del poder que tenemos en nuestras manos para cambiar el actual estado de cosas está caminando de tal manera que está sirviendo para cuestionar la calidad del estado embrionario en la que nos encontramos.

Si el capitalismo ha fracasado y así es visto por cada vez más explotados y oprimidos por estar viviéndolo, aparece la incertidumbre, ya no solo lo que nos depara este gobierno sino el futuro mediato.

Es allí en donde las y los revolucionarios bregamos por difundir las ideas socialistas, su relación directa con la experiencia que venimos haciendo como pueblo, el asociar el poder que tenemos en nuestras manos con un sistema que potencie ese tipo de democracia directa.

La lucha por el socialismo está entrelazada como nunca con estas experiencias. Pero es tarea de las y los revolucionarios hacer consciente la necesidad de elevar la lucha política cotidiana en esa dirección. Hay experiencias múltiples de prácticas democráticas en las actuales luchas, pero hay que hacerlas conscientes de lo que significa apuntarlas hacia un nuevo poder que se dirija a una sociedad de nuevo tipo.

El martes 23 de abril fue una jornada histórica más allá de la presencia de los oportunistas de todo calibre. El peso específico fue dado por el pueblo que repitió las otras jornadas históricas.

El caminar esas calles colmadas de humanidad, de simpleza, dejando su estela de firmeza ante lo que se viene dejará una espina clavada en el plan de gobierno.

Las grandes oficinas de los CEOS que ocupan puestos de funcionarios en este Estado han sentido el golpe y es entonces cuando comenzamos a asimilar el porqué del furioso anticomunismo y anti socialismo del poder burgués,

¿Por qué del silencio anticomunista y anti socialista se pasó al griterío histérico contra el socialismo?  La clase dominante está advirtiendo que esas gotas que se están drenando de socialismo ya no tienen el carácter de los intentos populistas y reformistas que supo acaparar la simpatía de millones.

Lo nuevo que ha comenzado a caminar son las ideas socialistas revolucionarias y sus políticas que por estas épocas se despliegan más allá de las fuerzas con las que podamos desarrollarlas y plasmarlas en nuevas organizaciones políticas independientes de toda la institucionalidad burguesa.

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