Desde nuestro partido venimos caracterizando que existe actualmente un ascenso sostenido de la resistencia, de aquella que se ve y de la otra, la cotidiana, la que se expresa generalmente en hechos de la propia vida y que pasan desapercibidos, pero siguen erosionando el plan de gobierno.
La clase dominante no ceja en sus intentos de liquidar cualquier expresión de independencia política en los niveles que sea y centra sus golpes contra toda propuesta o idea que vaya en ese sentido.
La construcción del Partido de la clase obrera -cuyos fundamentos se encuentran registrados en los congresos de nuestro Partido desde su fundación- han tenido varios hilos conductores que posibilitaron dar continuidad a una estrategia revolucionaria de poder.
La presencia de nuestro destacamento en la clase obrera industrial y otros sectores del proletariado en la lucha de clases nos permite que esa rica historia se vaya sintetizando en la actual táctica que ratifica uno de eso hilos antes mencionados: la independencia de clase para abordar la compleja situación política actual.
Uno de los problemas a tomar permanentemente es la construcción del partido.
Y cuando vamos a abordar el tema -fundamentalmente en la clase obrera industrial- las dificultades no son pocas. Nos dicen: “estamos de acuerdo con todo lo que dicen y hacen, pero por ahora no me incorporo”.
Entendemos que la línea política nacional y la que vamos generando en cada lugar concreto son correctas y en ello hemos avanzado, pero a la hora de engrosar las filas las cosas cambian, la incorporación se hace esperar.
La práctica de construcción es pasible de la crítica para poder avanzar, sin ello no seremos libres para abordar con creatividad lo que la lucha de clases nos plantea a cada momento. Esa crítica de lo que actuamos delata que en ese camino de construcción siempre se aprende y se pueden detectar errores que provocan retrasos de nuestros objetivos de construcción.
Una correcta línea política es determinante, ella se elabora con partido y facilita la problemática de construcción partidaria. Pero el problema concreto de construcción también hay que abordarlo y tratarlo como tal.
Además de la práctica concreta que estamos llevando adelante con ciertas dificultades, existen otras situaciones que nos llevan a profundizar el por qué -tratados los problemas nuestros de la construcción del partido, del sostenido pensamiento crítico que hemos adquirido- las vanguardias del proletariado no se disponen aún a sumarse a las filas partidarias.
Es que el terreno de lucha ideológica que eligió la clase dominante ha sido un caldo de cultivo para liquidar la idea de la lucha de clases, y a la vez, es una de las causas en donde la clase obrera y el proletariado han perdido la idea de comportamiento de clase y con ello la necesidad de construir el partido. Problemática, cabe aclarar, que está cambiando planetariamente y que en lo local va dando signos de vitalidad.
El concepto ideológico de la burguesía, de que existe conciliación de clases entre explotadores y explotados, nos ha golpeado en lo ideológico. Motivo para que las vanguardias que se están gestando, las avanzadas de revolucionarios y revolucionarias que aparecen permanentemente, vacilen ante la idea de construir un partido revolucionario que exprese y represente los intereses históricos de la clase obrera.
En estas circunstancias el mejor aliado del partido es el trabajo político e ideológico con las avanzadas mencionadas, bien pegadas a las bases. Y con ello, las acciones políticas que permitan transmitir la confianza necesaria para que esa incorporación no sea de carácter pasajero, a la vez que se suma al torrente de organizar la lucha por el poder.
Esa lucha política e ideológica se hace en varios planos, pero hay que privilegiar el que nace de la acción práctica que muchas veces tienen un carácter de lucha económica. La elevación de la conciencia revolucionaria, es una labor imprescindible, no podemos ir detrás de esa situación en donde crecen los interrogantes en la clase y el proletariado del hacia dónde ir.
La lucha política e ideológica “no debe encontrar el mejor momento para expresarse”. En todo caso buscarle la vuelta con un lenguaje llano y directo, pero hacerlo.
El conocimiento que tenemos del terreno para expresar la lucha política e ideológica nos permite plantar la idea revolucionaria. Esquivarla sería una subestimación a una clase y a un pueblo propio de la práctica de la clase dominante cuando se trata de defender intereses de explotadores. Con ello la construcción del Partido pasa a un primer plano.
La paciencia bien entendida es otra gran aliada en la comprensión de la construcción partidaria y de las organizaciones políticas independientes de la burguesía.
Pero la paciencia mal entendida puede dañar la audacia con la que tomemos el problema de construir el Partido. La paciencia no es dejar parta mañana lo que debemos hacer hoy; la paciencia debemos puntualizarla solo en el resultado de nuestro trabajo cotidiano ya que el mismo depende no solo de nuestra labor sino una serie de factores que entran en juego en la lucha de clases.
Las avanzadas deben encontrarse con el debate abierto y franco sobre la necesidad de un partido de la clase obrera y para ello nuestra táctica política, o sea la derrota del plan de gobierno, nos posibilita penetrar como la idea de la existencia de clases antagónicas y de cómo el Estado actual es el instrumento de la burguesía monopolista gobierne quien gobierne.
Asimilar que el objetivo es la lucha por el poder y la construcción de una sociedad socialista.