Crisis por arriba, resistencia por abajo


La inestabilidad económica y política que atraviesa al mundo se vio agravada esta semana con los anuncios de Donald Trump. Los aranceles que intenta imponer a los países que exportan a EEUU trajeron aparejados nuevos cimbronazos en todas las bolsas del planeta.

Las consecuencias de esta encarnizada guerra inter monopolista son impredecibles. Lo que sí está claro que, con los anuncios de represalias advertidos por otras naciones imperialistas y las rupturas y realineamientos que se producen semana tras semana, lo que se puede augurar es una profundización y agravamiento de la crisis capitalista.

Es en este escenario que se debe encuadrar la inestabilidad particular que atraviesa la economía y la política en la Argentina. Cualquier análisis o predicción puede estallar en poco tiempo de no tenerse en cuenta la situación mundial del capitalismo y sus consecuencias. Si hasta hace unos días la negociación por un nuevo desembolso del FMI era una incógnita, hoy lo es más todavía. Con el rechazo que votó por amplia mayoría el Senado contra los pliegos de los dos jueces propuestos y designados por decreto por el Ejecutivo para cubrir vacantes en la Corte Suprema, la debilidad del gobierno se ha profundizado, como así también la crisis política de toda la burguesía monopolista. Esas señales a cielo abierto de las disputas inter burguesas no se llevan bien con la gobernabilidad que pretende mostrarse y que el FMI reclama para garantizar que sus condicionamientos puedan llevarse a cabo.

A todo eso se suman las declaraciones del enviado especial de EEUU para América latina, Maurice Claver Carone, que reclamó que Argentina cancele el swap con China como condición para un apoyo de su gobierno al desembolso que se le pide al Fondo Monetario. Un pedido extravagante que exige que el gobierno cancele deudas con dólares que no tiene. Pero ese es el marco en donde se desarrolla el proceso de crisis inter imperialista mundial y los remezones que provocan más inestabilidad, incertidumbre y debilidad del gobierno de Milei.

Esa debilidad e inconsistencia que sufre el gobierno está muy clara para toda la burguesía en nuestro país. De allí que en el medio de semejante vendaval siga produciendo despidos y todo tipo de acciones que apuntan a golpear a la clase obrera y aumentar las condiciones de explotación, como condición para paliar la crisis. La clase dominante busca ganar tiempo y terreno en la confrontación clasista, consciente también que las condiciones gravosas que sufre el pueblo trabajador se acrecientan y van dando muestras cada vez mayores de rechazo a las políticas del gobierno. La resistencia, todavía con un ritmo e intensidad desigual, se mantiene. Ello, objetivamente, es un factor que contribuye también a la inestabilidad.

Es momento de seguir golpeando. De llevar adelante el enfrentamiento sabiendo que las condiciones de la burguesía, aun cuando ensaye fortaleza, son de debilidad. Esa debilidad de los de arriba debemos aprovecharla llevando a cabo medidas de lucha que se planten decididamente ante los ataques de las patronales y el gobierno. Nos referimos a medidas que no pueden ser a medias tintas, que se queden embrolladas en las telarañas de las instituciones políticas y sindicales de la burguesía. Medidas de acción directa que materialicen la decisión de enfrentamiento desde la fortaleza que representa plantarse desde abajo, con metodologías que garanticen e impongan la participación efectiva de las masas trabajadoras.

Huelgas, cortes, bloqueos, toma de establecimientos, destacando contingentes obreros que se dirijan a otros sectores laborales y del pueblo que rodean los centros productivos, son medidas de acción política que, en esta situación particular, la burguesía por todos los medios quiere evitar. Medidas contundentes, en las que la clase obrera se pare desde su fuerza y su decisión, son las que harán frenar y hacer retroceder los ataques que se quieren imponer en los lugares de trabajo como los despidos, las suspensiones, los aprietes para producir más. Y ello mismo servirá para aportar a la debilidad del gobierno y a que sea cada vez más posible derrotar su plan.

La derrota del plan del gobierno debe servir no sólo para ponerle freno al deterioro de las condiciones de vida y de trabajo, sino también, y fundamentalmente, para que la clase obrera sea un actor principal en ese proceso, que le permita encontrar y consolidar caminos de organización independiente en vistas de nuevas luchas que habrá que emprender.

La conquista política de derrotar el plan del gobierno traerá mejores condiciones para hacer efectivas las conquistas económicas que vengan a aliviar la acuciante situación del pueblo trabajador.

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