¿»Tecnológicas y manufactureras», o salarios bajos?


Las tecnológicas deberán desplegar todo su poder de fuego para elevar el proceso manufacturero aplicado a la diversidad de producción de mercancías. Hay corporaciones que van en punta y otras a la zaga en este proceso en donde la IA, «el Internet de las cosas» (sensores, procesamiento de datos y conectividad) y la robotización, juegan un papel de vital importancia.

Este proceso de profundización de la manufactura, entramado con la tecnología de avanzada, requiere en primer término hacer descender el salario universal como ya se lo está haciendo, radicando -por ejemplo- empresas “tecnológicas” en la India o en Vietnam; o los primeros acuerdos entre los EEUU con Arabia Saudita y Emiratos Árabes.

La disputa interburguesa entre Estados, Corporaciones, Fondos de Inversión (expresiones políticas de gran diversidad, todos ellos relacionados estrechamente), necesitan expoliar a sus pueblos para dar rienda suelta a la competencia interimperialista a costa de guerras de todo tipo. Ninguno de estos contendientes deja de lado, igual que en su momento Reagan-Thatcher, la necesidad de un salario universal a la baja y condiciones de trabajo de carácter esclavista.

Eso no está en debate. Lo que se resuelva en la disputa entre estas múltiples facciones, irán por más productividad y la baja de salarios. Son los puntos de unión de una burguesía que debe sostener el sistema capitalista a capa y espada.

Mercancías que actualmente no pueden ser consumidas por miles de millones de seres humanos implica una crisis de superproducción. Es determinante para la clase dominante quemar fuerzas productivas; el sistema capitalista necesita de guerras para destruir mano de obra sobrante (irá en aumento) y con ello llevarse puesta fuerza productiva “inservible”, como lo están haciendo con materiales “anticuados”, tanques de vieja generación en el conflicto Rusia-Ucrania. Hay 53 guerras en la actualidad en donde mueren miles de seres humanos cotidianamente sin contar las guerras de carácter económico que afectan a las sociedades humanas.

Las guerras no pueden ser el objetivo de la humanidad para salir de una crisis estructural, pero esto es Capitalismo y la disputa siempre será en estos términos.

A modo de ejemplo: la burguesía dominante en Europa quiere guerra, Alemania, Inglaterra, Francia la necesitan y pican en punta, elevan el “gasto” al 5% del PBI y para ello sus pueblos deberán sostener con sus esfuerzos tamaña sinrazón. La intervención militar de las superpotencias en África se ha acentuado, porque ese continente es poseedor de riquezas acordes con el despliegue tecnológico que requieren las corporaciones. Ejemplo actual es el Congo.

La aplicación de la alta tecnología para la industria militar conlleva una disputa entre lo más concentrado de los monopolios. Incluso muchas empresas están dando un vuelco en sus plantas para producir para la guerra (como es el caso de ciertas automotrices).

Los pueblos están inquietos

En medio de esta disputa política intermonopolista, comienza a ocupar un primer plano “aquella mercancía” que queda en los estantes. Para competir entre gigantes en esta época de cambios científicos-técnicos aplicados a la producción se requieren ingentes capitales, en medio de una carrera de destrucción de unos contra otros contendientes. Pero la realidad de esa manufactura que produce mercancías con aplicación de más IA, convive con una producción manufacturera que realizan más de tres mil millones de seres humanos, en donde los salarios son de hambre y las condiciones de trabajo insoportables.

Es en estos sectores que abarcan a todos los países del planeta -incluidas las superpotencias- – donde se multiplican las aspiraciones de una vida digna. La lucha de clases se tensa en todas partes, el sistema capitalista frena el desarrollo de las fuerzas productivas, es reaccionario en su esencia y se muestra tal cual es.

El proletariado comienza a tener conciencia de clase, aunque aún haya mucho por caminar. Es una curva ascendente y muy necesaria para profundizar en un camino de revoluciones socialistas que conllevarán -por supuesto- idas y vueltas. Pero las ideas comunistas se van abriendo paso.


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