La ofensiva militar del Estado Sionista de Israel no tiene límites.
Ese militarismo que lo caracteriza se encuentra en la cima de, lo que llamaríamos, la destrucción de fuerzas productivas. Es un sector de la burguesía monopolista empeñada en salir de la crisis capitalista mundial a costa de vidas humanas y destrucción de una naturaleza ya castigada por un sistema de producción caduco.
Israel está a la vanguardia de la destrucción. Y si decimos “vanguardia” es porque -por ejemplo- Europa se prepara para ella destinando el 5% del PBI de cada país adherido a la OTAN por orden y mando del capital financiero asentado en EEUU, cuyas empresas del aparato industrial-militar verán engrandecer sus arcas más allá de lo que podamos imaginar.
Atacar Irán es atacar a un pueblo extremadamente humilde, cuya clase dominante disputa un puesto de privilegio dentro del capital financiero global a costa de la superexplotación de su clase obrera.
Atacar a un pueblo en los marcos de una burguesía monopolista totalmente entramada como clase en los diferentes Estados.
Israel muestra la verdadera cara de una burguesía en decadencia y de cómo actúa para aniquilar al pueblo palestino profundizando sus matanzas a niños y niñas indefensos. Atacar al pueblo iraní es más de lo mismo e intentarán seguir debilitando Estados como lo hicieron en Libia, Sudan, Irak y ahora Siria, y otros de la región para el control de zonas estratégicas por donde pasa un porcentaje alto del PBI mundial.
Israel, expresión de la burguesía monopolista intenta ir por todo, pero el mundo ya no es el mismo ni sus pueblos son los mismos.
Para sostener un estado de guerra interburgués -como es lo que sucede con 53 guerras existentes en el planeta- hay que convencer que esas guerras favorecen a sus propios pueblos y es allí en donde la resistencia de ellos está jugando un papel trascendental.
Veamos al propio pueblo norteamericano en sus aspiraciones de paz reflejadas en la jornada de ayer en California. Esa lucha de clases silenciosa -y no tanto de los últimos años en el país del norte- se ha expresado en forma contundente.
Los Estados más industrializados de los EEUU están movilizados e inquietos por las políticas guerreristas del presidente Trump y de esa industria militar que se revitaliza en cada intervención de agresión a un Estado. California tiene una economía que la posiciona en el sexto lugar del mundo, lo que indica el papel que juega su clase obrera, sus asalariados nacionales o inmigrantes para la generación de esa riqueza.
En las propias puertas del imperio hay en ciernes guerras de clases. Por un lado, está el arriba en los enfrentamientos por el control de los mercados, y por abajo las y los proletarios sacudiéndose años de modorra. ¡Fuera Israel de Palestina, Líbano, Siria, Irak, Sudan e Irán, ¡Basta de genocidios!