Nuestra opción es independiente de lo que ofrece la burguesía


El capitalismo está hundiéndose más y más en una crisis estructural la cual no tiene posibilidades de resolución en el marco de este sistema. El problema es mundial dada la universalización de la fase imperialista, lo que determina que ningún país está ajeno al fenómeno.

La burguesía mundial hace lo que estima como posible para “resolver” (aunque sea en parte, porque otra cosa no puede hacer con este putrefacto y desvencijado sistema), a fin de despejar el camino a nuevas rondas productivas que permitan el reimpulso de la distribución, el intercambio y el consumo. Su fórmula es la masiva destrucción de fuerzas productivas, pero los caminos a tomar para tal fin, dividen aguas según fueran los nichos de negocios que se quieren priorizar.

Aunque esto no está suficientemente claro dado el entrelazamiento de capitales, fusiones, absorciones y disputas permanentes de todos frente a todos, pueden advertirse dos fórmulas diferentes que intentan aplicarse:

  1. La guerra, que permite la destrucción no sólo de fuerzas materiales (destrucción de mercancías, bienes de capital, demolición de infraestructura, caminos y otros medios de comunicación, recursos sociales tirados en armas, pertrechos, aviones, barcos, vehículos terrestres destinados a su destrucción, etc.), sino también -y fundamentalmente- de seres humanos que hoy se consideran sobrantes para el sistema.
  2. Ajustes sin guerra, ahogamiento por deudas, concentración de capitales mediante quiebras y eliminación de los más pequeños, desocupación y generalización de exclusiones masivas de fuerzas productivas humanas, con restricciones políticas y represión hacia las masas de trabajadores y sectores populares, persecución de inmigrantes, con discursos “democráticos nacionales”, depreciación de ingresos salariales, jubilaciones y pensiones, etc.,

Ambas metodologías apuntan a lo mismo y no son exclusivas ya que, si bien hay fundamentalistas, de un lado y de otro, que pretenden imponer una de ellas como fórmula, también los hay quienes prefieren combinarlas para no exhibir aristas muy salientes hacia una dirección u otra.

Todos los esfuerzos de los dueños de los capitales transnacionales que son los que gobiernan a todos los países capitalistas, están orientados a ponernos a discutir cuál es el tipo de metodología a la que deberíamos adherir, como si fuera lo único a lo que podemos aspirar. Tal como si fuera que debiéramos elegir una camiseta de fútbol. ¡A ese nivel ha descendido la política burguesa, de la mano del desmoronamiento del sistema, que ya no puede esconderse con éxito detrás de una careta con imagen popular!

Lo cierto es que la burguesía más concentrada del planeta se enriquece mientras discute, guerrea, empobrece y destruye, con una metodología, con la otra o con una combinación de ambas, los obreros, trabajadores y pueblos oprimidos ejercen una resistencia que va creciendo sostenidamente en todos los países en contra de esas políticas aplicadas.

De la mano de esa resistencia es que florecen algunas expresiones conscientes y otras, mayoritariamente intuitivas, que se oponen a las guerras, a los saqueos a salarios y condiciones de vida de los trabajadores y pueblos laboriosos.

Los pueblos buscan caminos que los lleven a su propia reivindicación y a encontrar una salida efectiva que los conduzca a lograr una mejor y más segura vida que le permita elaborar y desarrollar proyectos de desarrollo como seres humanos.

En ese camino no hay lugar para “elegir” entre los Estados y gobiernos de Rusia o Ucrania, el genocida de Israel o el reaccionario y represivo de Irán. Aunque en este último caso, sabiamente, grandes sectores repudian el ataque “preventivo” a la nación persa, pues ningún Estado tiene “derecho” a iniciar un bombardeo o invasión a otro país.

Es que los pueblos son la carne de cañón que las burguesías utilizan para la guerra. La movilización por la paz mundial y, en simultáneo, el enfrentamiento y lucha contra el poder burgués y su sistema, es el camino único capaz de resolver definitivamente el problema de vida de las grandes mayorías humanas. En manos de la burguesía, la existencia del planeta está en peligro.

En nuestro país, tampoco tenemos que tomar partido entre los enfrentamientos entre peronismo y oficialismo, pues en el fondo, ambos son expresiones de la misma discusión que se plantea a nivel global, claro que con las particularidades propias de nuestro territorio y realidad social.

El oficialismo embanderándose con la guerra y el ajuste violento, por un lado, y el peronismo y la “oposición”, discurseando “nacional y popular” mientras aprueban con el culo (dando quorum), con la mano (aprobando) en el parlamento y reprimiendo a obreros y trabajadores con su aparato sindical, cualquier acto u organización de rebeldía al sistema.

La trampa del llamado a la movilización de mañana, en apoyo a la líder de una facción burguesa, se inscribe en ese nuevo intento de engaño como si ese fuera el problema central a enfrentar.

A pesar de los esfuerzos que todos los sectores políticos, empresariales, sindicales y periodísticos, hacen para mezclarnos en esa contienda que nada tiene que ver con nuestra realidad y, menos, con nuestro futuro, las mayorías de trabajadores y masas populares no han mordido el anzuelo y se van perfilando crecientemente hacia la dirección que definirá su porvenir de emancipación: la profundización y organización de la lucha de clases.

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