En el último mes, dos grandes escenarios han ocupado los medios de desinformación: la masacre de Israel al pueblo palestino y los fondos buitres y el default.
Desde el gobierno y los medios, se tratan estos temas como factores ajenos, pretendiendo dejar en claro que el capitalismo de aquí no es como el capitalismo de otras latitudes; y a renglón seguido, una cofradía de intelectuales y parlanchines gastan libros y pseudoerucción en justificar lo injustificable.
En las generales de la ley, los medios describen periodísticamente los bombardeos en las ciudades, las masacres humanas y los daños causados a Palestina; pero, políticamente, se hacen eco del rol de gendarme de Israel y replican sus argumentos de que los culpables son las víctimas. Esta es su hipocresía.
Por su parte respecto de los fondos buitres, la información sobre la negociaciones y el default, desnuda el posicionamiento de las diversas fracciones de la oligarquía financiera y la batalla por repartirse esta torta. Pero, políticamente, esconden al pueblo argentino el entramado que hay detrás de esta estafa, sin decir que en ella están involucrados el Estado y el gobierno a su entero servicio, y que se pagará a costa de más y más empobrecimiento.
Las condiciones de pago de esta deuda, que crece en proporción a la especulación financiera y la usura, a los negocios en danza como petróleo, minería, y demás recursos, pretende ser una espada de Damocles sobre las espaldas de los trabajadores y el pueblo, una limitante de su acción en su lucha por una vida digna.
El cacareado default que ministros, economistas y periodistas lacayos subrayan hasta el hartazgo, las alocuciones a la clasificación y al riesgo país, al riesgo político de las inversiones que entidades, bancos y empresas dan a conocer, son sin duda expresiones de estos intereses que políticamente implican la condición de pagar cueste lo que cueste y que dicho sea de paso el gobierno honestamente, coherentemente y fielmente capitalista – no como otros- pagará como lo viene haciendo, eternizando y garantizando una deuda no contraída por el pueblo.
Pero en ello de diferenciarse y querer mostrar lo que no se es, como pretende el gobierno que conscientemente busca hacernos creer que vivimos en un capitalismo de nuevo tipo, nacional y popular pleno, se llega al extremo de identificarse con la propia naturaleza del ser, es decir con el capitalismo tal cual es.
Por un lado la destrucción y devastación de un país entero y por otro la apropiación, el saqueo, el empobrecimiento, la superexplotacion, la miseria, la desnutrición, la más decidida desatención de las condiciones de vida, la ostentación de la riqueza a costa del esfuerzo ajeno, la soberbia de una clase parasitaria que se cree orgullosa de hacer negocios a costa del hambre y miseria. ¿Qué identifica mejor al capitalismo?…
La presidenta, que gusta hablar en sus discursos de los intereses del país ¿con que capitalismo se identifica? Aquí, la propia identidad del sistema capitalista, se expresa en toda su dimensión y allí también, no hay dos o más capitalismos sino uno en decadencia y descomposición.
No asistimos a un repunte del sistema capitalista, ni a una etapa trascendente de su formación, sino a su caída. Lo incoherente sería decir que esta situación asfixiante para la vida de millones no sea enfrentada como está ocurriendo. Lo que sin duda es más que evidente a esta altura, es que la sentencia ya está dictada, la lucha: la unidad y la organización de la clase obrera y el pueblo que crece, están preparando la condena.