A un año de comenzar su andar, el Llamamiento 17 de Agosto prosigue su marcha más apegado aún, que en sus inicios, a la acción desde abajo. En el despliegue de las iniciativas de lucha y las grandes movilizaciones en el Chaco, las luchas pesqueras y contra el ajuste en Mar del Plata, las movilizaciones docentes de todo el país, las movilizaciones en Córdoba, en el bloqueo al Ceamce en González Catan, en la lucha de Alejandro Korn y muchas más, el Llamamiento ha surgido al calor de la movilización y cobrado vigor e impulso, para avanzar en el desarrollo más profundo de la unidad política en el seno de nuestro pueblo.
Este primer aniversario se coronó con actividades, reuniones y asambleas locales en diversos lugares de nuestro país, que posibilitan romper con los viejos moldes de la construcción de la unidad. De la resultante de estas actividades se abren por cierto, mayores posibilidades de avanzar en la organización de la lucha contra el ajuste, y la deuda, en profundizar y ampliar la movilización, frente al deterioro de las condiciones de vida, en avanzar en niveles de unidad del pueblo, frente al descalabro político, económico y social que el agotado sistema capitalista muestra en su decadencia.
En concordancia con las definiciones alcanzadas en una serie de reuniones nacionales, en diferentes provincias, donde la participación de organizaciones políticas revolucionarias y expresiones sociales de lucha por los cambios, van posibilitando darle al Llamamiento un carácter novedoso de unidad.
Esta unidad, por su contenido y por su forma, implica además un tenaz y paciente trabajo de construcción y una incesante y continua iniciativa de acción, partiendo de las necesidades concretas de nuestro pueblo en cada lugar. No resume ni mucho menos, el carácter de la unidad a esta herramienta revolucionaria, sino que el Llamamiento en su relación directa con el pueblo, amplía el marco de la unidad política, ensanchando y enriqueciendo el contenido de la lucha por el poder a mayores niveles de enfrentamiento.
La unidad de la que hablamos es la que en grandes y precisos trazos ya ha ido definiendo el Llamamiento a partir de su andar, pero también la que surge como necesaria para avanzar en la lucha por el poder. Precisiones centrales frente al poder monopolista y sus gobiernos de turno, es decir frente al enemigo de clase y en pos de la acción propia de las masas, basadas en la democracia directa y la autoconvocatoria asentadas en la construcción del poder local.
Precisiones estas que implican por cierto también, el rechazo a la farsa electoral y que le dan énfasis al protagonismo de nuestro pueblo en el papel de transformar desde abajo; la realidad que vivimos, frente a la tradición electoral pro sistema de la llamada izquierda, que solo persigue reacomodarse frente a los votos y que sin ninguna duda – como lo ha venido demostrando- no aspira al necesario cambio revolucionario que evidencian los trabajadores y el pueblo expresados en el hartazgo, a este estado de cosas.
De la necesidad de profundizar en la construcción revolucionaria por abajo, en el mismo seno de la clase obrera y el pueblo, de que las ideas revolucionarias circulen por el torrente sanguíneo de la lucha de clases y que comiencen a tener peso especifico en la lucha por transformar las condiciones a las que estamos sometidos, emana también, la construcción de la unidad política revolucionaria que ampliamente se exprese en el protagonismo de nuestro pueblo en la búsqueda de una vida digna.
En la complejidad de construir un camino revolucionario plagado del protagonismo de los trabajadores y el pueblo, las perspectivas se amplían enormemente, al contrario de lo que en realidad parece. Saludos al Llamamiento en este, su primer aniversario.