El conurbano bonaerense es un polvorín. Las condiciones de vida de millones de personas se agravan notablemente por la situación económica, social y estructural, a las que el capitalismo ha llegado; es decir, por el conjunto de condiciones políticas generales, decididamente opuestas a las propias necesidades de los trabajadores y el pueblo.
Se realizan movilizaciones a municipios hasta los domingos y se cortan rutas y calles casi cotidianamente. Las asambleas autoconvocadas en barrios y localidades pululan por todas partes, circulan demandas escritas y propuestas de soluciones a raudales. Las redes sociales desbordan de denuncias y demandas de encuentros y llamamientos a la organización y movilización política vecinal y social. La furia contra esta realidad que supura la desidia putrefacta de este sistema se expresa de múltiples formas a lo largo y ancho de todo el conurbano.
El caudal de la movilización aumenta su torrente frente al Estado y a sus funcionarios municipales e intendentes, que fieles y serviles a los monopolios, operan en función de sus negocios desde el Estado a su servicio. A más de uno le tienen picado el boleto como dice el dicho popular y este torrente crece en proporción a su desprestigio. Montados en el aparato del Estado “Nacional y popular” han subestimado con sus falsas promesas, sus mentiras y su corrompida demagogia, ninguneando todo lo que sean las soluciones que la sociedad reclama y cebados por la soberbia de su propia clase. La gran burguesía parece haber creído tener un cheque en blanco para desenvolverlo a su antojo, sin darse cuenta que tarde o temprano deben rendir cuentas frente a los trabajadores y el pueblo, y su marcha hacia la revolución. Este camino en su andar se va a llevar puesto a más de uno.
Luego del cónclave entre intendentes de Buenos Aires y el Gobernador Scioli realizado posteriormente a las lluvias de hace unos días, partió un helicóptero. Previo a su llegada al lugar donde aterrizaría, un batallón de 60 gendarmes se apostaba en uno de los barrios afectados por las inundaciones. El descenso del aparato custodiado por la gendarmería traía al Señor Intendente Espinosa del Partido de la Matanza, uno de los municipios más seriamente afectado y con secuelas crónicas por las políticas de Estado. Uuna región densamente poblada, con todos los males juntos que arrecian a nuestro pueblo, desde inundaciones, hasta ajuste e inflación. Es decir, todo lo que el capitalismo materializa a través de las condiciones de vida de nuestro pueblo.
Si algo les faltaba a los vecinos de Laferrere con sus casas bajo agua, es que Espinosa y un séquito de corruptos como él, fueran a mostrarse custodiados por la gendarmería para ver por décimo octava vez en el año, cómo todos esos barrios inundados, a causa de las supuestas obras que dice haber realizado, flotaban en un lecho de aguas contaminadas y pútridas, mientras sigue en campaña electoral.
Entre insultos piedras y forcejeos, si algo no esperaba el Intendente, fue tener que borrarse con gendarmería con helicóptero y todo, porque la furia de esa gente superando a su guardia pretoriana casi se transforma en un linchamiento.
Este episodio tan funesto para él y otros como él, lo relegó por varios días al silencio. En el distrito más poblado de todo Buenos Aires, al igual que en otros tan afectados como este, el horno está para bollos.
A los pocos días se repetía un episodio similar con otro funcionario. En un intento de mantener la cordura electoral, al intendente se lo vio el lunes pasado declarar que los “desastres en Laferrere, Gonzalez Catan y Virrey del Pino no fueron tan dramáticos”.
Si una muerte por electrocución, más los 5.000 evacuados, mas las pérdidas de bienes… no son dramáticas, ¿qué lo son?
Previo a ello, el intento de reprimir y desalojar una movilización en San Justo frente a la municipalidad, no sólo no amedrento a nadie sino que dio como resultado multiplicar las marchas y repudios.
Por más que los medios escondan todas estas situaciones en función de la campaña electoral de Espinosa, la crisis política no tiene marcha atrás. Se ha agravado no porque no sale en los medios sino porque los trabajadores y el pueblo comenzaron a decir basta y van por más.