(Con una «pequeña» ayudita del pueblo)
Lo que vamos a desarrollar es un análisis con base en la experiencia de los comicios de las PASO (Previas Abiertas Simultáneas y Obligatorias) en la provincia de Santa Fe, pero el fenómeno bien puede aplicarse (con los ejemplos propios, a lo ocurrido en la Provincia de Mendoza también el reciente fin de semana y, seguramente, al menos así es de preverse, será generalizado en todo el territorio nacional según vayan realizándose las elecciones en cada distrito).
Antecedentes:
Las PASO fueron concebidas por el Estado al servicio de los monopolios como actos electorales para dirimir las candidaturas de cada partido político a las elecciones que posteriormente definirán los cargos en cada categoría (concejales, diputados provinciales y nacionales, senadores provinciales y nacionales, intendentes, gobernadores y presidente).
La peregrina intención de la burguesía fue involucrar a mayores sectores de masas en otra rueda del circuito electoral armado para perfeccionar la idea de que es el pueblo no sólo el que elige a las personas que van a ocupar los cargos ejecutivos y legislativos sino también a los candidatos que van a disputar dichos cargos. Intentando dar con ello la sensación de que la democracia se profundiza y se extiende a mayores niveles de decisión. De paso, el acto electoral se prolonga durante casi todo un año con lo cual se mantiene por más tiempo entretenido al pueblo en esa disputa alejada de sus verdaderos problemas.
La cruda realidad:
El pueblo no sólo se ha sentido más molesto por tener que presentarse a otro acto electoral adicional si no que ve que no sólo la «democracia» se acota y queda pintada sin significado alguno para las mayorías, sino que comprueba a cada paso que los personajes que se ofrecen para ambas instancias son los mismos siempre aunque algunos aparezcan reciclados con caras nuevas, pelo y otras partes del cuerpo también nuevos y partidos nuevos. Esto no sólo aumenta el desprestigio de los que se autotitulan representantes del pueblo sino que también ayudan a hundir a los propios partidos del sistema. Se acabaron las identificaciones de los personajes con sus respectivos partidos. Los candidatos saltan de un lugar a otro. Aparecen peronistas que ya no son más peronistas y ahora llevan el sufijo «ista» ligado al apellido del candidato de turno. Lo mismo ocurre con los radicales, los «comunistas», los «socialistas», etc.
Hemos visto en la convención de unos radicales que aparece la presidenta apoyando a estos pero a la vez denostando a los radicales que se unen con viejos peronistas para enfrentarla. Los radicales hacen acuerdos con los socialistas y denuestan a los radicales que se juntan con los peronistas enfrentados a la presidenta. Los peronistas que se juntan con los del PRO odian a los peronistas que se juntan con los radicales para derrotar a los sectores del gobierno que se juntaron con los otros radicales. Por su parte, los progresistas que se juntaron con el PRO se enfrentan a los progresistas del gobierno que defienden a los monopolios quienes a su vez se enfrentan a los socialistas unidos a los progresistas para enfrentar a los socialistas de la izquierda ultra que se juntan y separan para pelear en contra de los peronistas unidos a los radicales y a los «comunistas» en el gobierno, y así podríamos seguir dando ejemplos en donde está todo irremediablemente entreverado. Todos tienen algún trapo sucio que sacar a la luz.
No los une ningún proyecto político diferenciado. Los une y los separa la aspiración a ocupar los cargos desde donde ejecutarán las políticas de quienes las deciden: los dueños de los monopolios que se apoderaron del Estado.
No es que antes fuera diferente con los partidos del sistema. Es que ahora está todo al descubierto y el que mostró alguna vez su desnudez, perdió toda vergüenza y ahora no tiene problema en exhibirse ante cualquiera que lo vea. Es más, es inútil intentar cubrirse con algún harapo ya que la conciencia popular sabe verlo al desnudo.
El pueblo está consciente de todo esto y se refleja claramente en su actitud ante estas elecciones lo cual vemos reflejado en lo siguiente:
La sumatoria entre los no votantes, más los votos en blanco y anulados según los cómputos informados hasta la fecha, reúnen al 41 % del padrón electoral o sea 1.260.981 personas.
El candidato que más votos sacó: 481.278 representa el 18,70% del electorado. Sin embargo en todos los medios de difusión masiva aparece que ganó con el 36,67% (no aclaran que ese porcentaje es de la gente que votó por alguien y no de la cantidad de votantes existentes en la provincia).
En síntesis, la corrupción se agranda cada vez más y los actos electorales se transforman aceleradamente y en forma creciente en un pozo vacío y sin límite en donde las ilusiones democráticas que nos quiere vender la burguesía en el poder se hacen añicos sin tocar el suelo no sin antes arrancar girones, de anchura creciente, a las instituciones que le sirven de sostén y que la propia necesidad de prolongar su existencia la lleva a deteriorar.
Además, el año de gracia logrado a través de la doble rueda electoral no ha hecho entretener ni pudo hacer mermar las luchas y profundización de la democracia directa en el seno de las clases populares que marchan decididas a la conquista y a la profundización del reclamo y la conquista así como de las metodologías de la democracia directa nacida al calor de las asambleas, germen de la nueva institución que se proyecta como órgano de poder obrero y popular.