Los paños fríos recalientan la situación

La lucha por aumentos salariales es un escenario que se recalienta.  Aunque desde arriba, desde la santa alianza se pretendan instrumentar políticas para planchar la situación confrontativa de la clase obrera, no pueden evitar que la misma se exprese y canalice sus iniciativas por medios propios: asambleas fabriles y acciones independientes autoconvocadas

Las paritarias conforman para la burguesía un instrumento de centralización política para regular los aumentos salariales desde arriba y sin el consentimiento de los trabajadores. Expresan la santa alianza entre monopolios, gobierno y gremio, para sostener sus intereses de clase frente a las demandas de los trabajadores.

Pero además, son una de las más claras expresiones de los dictados del capital sobre el trabajo, constituyéndose como una definida representatividad institucional frente a los intereses de la clase obrera en su conjunto.

Por una parte, el llamado sistema representativo tiene en las paritarias un reflejo donde mirarse, y por otra con la acción independiente de los trabajadores, la forma que supera este viejo mecanismo de engaño y justificación de la explotación de clase.

Por ejemplo: el paro del 31 del mes pasado de la UOM, resuelto por asambleas fabriles, se impuso a los dictados de las dirigencias gremiales con Caló a la cabeza. Fue el producto de la decisión de los obreros y se impuso desde abajo, no pudiendo esa dirigencia (fiel a los interese del capital) hacer nada frente a esa determinación.

En cambio, en el ámbito de la “negociación paritaria”, la demanda de aumentos salariales por arriba del 35% planteados desde las mismas bases de la UOM pero en manos de  dicha dirigencia y la santa alianza, va reduciéndose a los actuales 28% en dos veces, cifras cada vez mas ridículas e irrisorias.

Con las decisiones en sus propias manos, los obreros no sólo constituyen una fuerza de clase sino que cambian la correlación entre su acción y sus intereses. Es decir, se actúa y se resuelve en consonancia con los mismos, sin mayores burocratismos, ni representantes ajenos a su necesidad. Cambian el modo en que las decisiones se toman; por ende no solo cambia la forma en que se expresan la resolución de sus demandas por medio de la democracia directa por medio de la asamblea, sino que la independencia de su acción frente a las instituciones del capital constituyen el contenido real de clase, para sí. Como se dice en la nota publicada ayer, contribuyen a la conquista de sus derechos políticos como tales.

La premura en enfriar la lucha salarial con las  paritarias tiene pues esta connotación política, y contradictoria en la UOM y demás gremios. No es solamente el sentido económico de la demanda, que desde la santa alianza se dedica mucho esfuerzo a frenar y ningunear, sino tiene el sentido de contener el carácter de la acción independiente de la clase obrera es decir el contenido político de su acción.

La crisis política, dada por el avance de la lucha de los trabajadores, obligó a la burguesía en la voz de sus representantes industriales a defenestrar su propio instrumento de contención política de la acción de la clase, al verse las paritarias cuestionadas de hecho por la lucha emprendida por la clase.

Pero a pesar de ello y en función de ejercer una acción política unificada, dado el retroceso que significa para la burguesía verse acosada por paros, movilizaciones, asambleas independientes, desafiliaciones a los sindicatos y cuestionamiento de las cúpulas gremiales, se han visto en la disyuntiva de poner a las paritarias y por medio de lo que representan el intento de frenar las conquistas de la clase obrera y de sostener el reaccionario impuesto al salario.

La santa alianza busca hoy desesperadamente la fijación de un tope del 24% a los aumentos salariales de la mano de la UOM de Caló, para que sirva de referencia a los demás acuerdos; pero también busca condicionar la acción de los trabajadores al obligarlos a discutir sobre la base de las necesidades burguesas y no las propias. Sobre la propia institucionalidad burguesa -tan defenestrada y cuestionada- pretenden poner paños fríos; pero, con este doble juego, echan más leña al fuego.

La semana termina con paros y cortes, con una masiva conflictibilidad que comienza con más paros y más luchas. Contradictoriamente, los paños fríos recalientan la situación, pues la fiebre no baja ni con elecciones, ni con mentiras mediáticas, ni con la soberbia de los consejos de la presidenta, que representan una burla a las necesidades vitales de los trabajadores y el pueblo.

La burguesía no tiene “soluciones”, más allá de la continuidad de este sistema opresivo. La profundidad y generalización de las asambleas fabriles, la acción propia como clase que está emergiendo con más énfasis, pone en evidencia a la burguesía, que ve en su devenir una tormenta que no puede despejar. Aunque no lo digan, están desesperados.

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