No desarrollaremos en este la teoría Leninista de construir el partido revolucionario. Sí nos esforzaremos para recalcar algunas necesidades de la época que estamos transitando.
En primer término, e independientemente de las voluntades de los hombres, la lucha de clases en nuestro país viene en una constante alza. Son años de luchas de conquistas económicas y políticas en donde la clase dominante de una u otra forma está condicionada para poder avanzar a una mayor concentración política. El Estado a su servicio es andrajoso y el cuestionamiento a todos sus engranajes institucionales está severamente cuestionado por la población.
La burguesía monopolista asiste al actual escenario con sus fuerzas políticas las cuales no despiertan ninguna expectativa de cambio, salvo maquillajes para las masas explotadas y oprimidas o simplemente disputas de guerras intermonopólicas por apoderarse de esta herramienta de dominación.
Las fuerzas políticas del poder monopólico están unificadas en un solo punto y no es menor, sostener el sistema de dominación de clase. Son fuerzas políticas que representan el interés de esa clase y los une el espanto por mantener un sistema que sostenga las actuales relaciones de producción, es decir sostener la propiedad privada de los medios de producción, que en esta época del imperialismo, del mundo globalizado, de procesos de concentración nunca antes alcanzados, les pertenecen a un reducido grupo de monopolios.
Las clases explotadas y oprimidas representan el polo opuesto de esos intereses concentrados y expresados en las fuerzas políticas del sistema capitalista. Se necesita expresar en el plano político los verdaderos intereses de las grandes mayorías sufrientes de nuestro suelo y es allí en donde el proceso revolucionario aún corre con desventaja. El poder burgués ha trabajado por décadas en el plano ideológico para disolver al mínimo este crucial problema que permita al proletariado y al pueblo entrar a la historia de la humanidad y dejar a un lado la actual prehistoria en que se desenvuelve la sociedad.
La construcción del partido revolucionario es una necesidad y no un capricho intelectual, se hace necesario expresar en esa fuerza el interés de las grandes mayorías proletarias y populares que dirija todos los golpes que ocasionan las luchas hacia un objetivo que es la revolución socialista.
Corremos serios riesgos que ese gran torrente de enfrentamientos que se están sucediendo en el país de no acumular hacia una salida política revolucionaria se escurra la fuerza acumulada del pueblo como el agua entre las manos.
Muy lejos de un partido electoral, se trata de una herramienta que tiene un interés de clase y que el mismo se sintetiza en la lucha por el poder y la construcción de un Estado Revolucionarios y socialista.
Hay varios torrentes que van a favor de construir ésta fuerza. En las masas ya convive la idea de la lucha autoconvocada, la aplicación de la democracia directa, de metodologías y organizaciones robustas que tienen en vilo al actual poder de la clase dominante. Pero todo ello será insuficiente si no se avanza en la construcción del partido revolucionario que elabore las consignas, las tácticas hacia la estrategia de la lucha por el poder.
Es mucho lo que se está haciendo, pero el enfrentamiento actual de las clases exige más esfuerzo de los revolucionarios, más compromiso por erguir esta fuerza dirigente de todo el pueblo. En este sentido nuestro Partido es un destacamento que imbuido de este pensamiento se va abriendo camino en un mar de diversionismo ideológico en donde, de lo que se trata en lo sustancial es preservar el sistema de dominación.
El proletariado y el pueblo son los sujetos del proceso revolucionario y es en ese andarivel en donde crece la necesidad de construir la fuerza política que dirija ese vendaval hacia la revolución. Muchos aspectos objetivos están sumamente maduros y aparecen los elementos subjetivos de la revolución, es decir una voluntad de cambio en muchos sectores de la población, a todo ello hay que responder y sería un error de los revolucionarios subestimar el actual estado subjetivo. La construcción del partido revolucionario facilitará solidificar las actuales organizaciones de masas avanzando en la expectativa de revolución y darles a ellas el vuelo necesario que significa cada lucha entablada como parte de un plan que apunta a la lucha por el poder.