El ingenio La Esperanza, en la ciudad de San Pedro, ha sido desde 1899 escenario de las más grandes confrontaciones clasistas de la región. Hoy es nuevamente territorio de disputa política entre la clase obrera y el pueblo, y los intereses de la clase dominante.
La fábrica azucarera, en “eterna quiebra” desde el año 2000, y luego grandes movilizaciones de los trabajadores y el pueblo fue “salvada”, una vez más en el 2013 por la anterior administración política, a través de la participación del Estado provincial y un fideicomiso de capitales del sector industrial azucarero.
Desde entonces, ha sido la “vaca lechera” de los componentes del fideicomiso y de la “caja política” de los negocios privados y la corrupción del gobierno jujeño, que llevaron nuevamente a la quiebra a la empresa. Hoy, bajo el título “Saneamiento y Recuperación” del ingenio La Esperanza, el gobierno de Jujuy intenta desmalezar el camino para entregar a los monopolios azucareros el complejo agroindustrial.
se debate en la legislatura provincial una ley que permitiría “reducir” 811 trabajadores de los 1.300 de planta permanente, y que estos pasen a las fincas de El Pongo y El Chalicán, (actualmente bajo administración estatal), al Estado provincial, con retiros voluntarios y jubilaciones para los “rotos”.
La respuesta obrera no se hizo esperar, y las consignas más salientes fueron: “Somos azucareros”, “no permitiremos que sean los trabajadores los que paguen el costo de años de explotación política nuestro trabajo” y “ni un solo compañero afuera, porque de lo contrario va a correr sangre”. Los trabajadores marcharon pese a los retenes policiales que detuvieron los micros y decenas de autos y remises. Fueron obligados a hacer los últimos kilómetros a pie hasta la ciudad capital, pero no lograron amedrentarlos e hicieron escuchar el rechazo a las medidas impulsadas por el ejecutivo provincial.
La contundente movilización notificó a todos los políticos que no estamos en los 90, que mucha agua ha corrido bajo el puente y que mucha es la experiencia política que ha hecho nuestro clase trabajadora, como para creer que los despidos encubiertos benefician los intereses del pueblo.