A través de todos los medios de información la Burguesía nos machaca con el auge industrial en la última década. Los grandes objetivos de producir de acá en adelante son realmente sorprendentes, sólo con mencionar el anhelo de hacer 1 millón de unidades en la industria automotriz para el 2011 (de la boca de la presidente) asusta.
El negocio les cierra perfecto cuando se ponen a hacer cuentas: primero, los niveles de rentabilidad son gigantescos y segundo, el control del Estado está bien aceitado para desviar fondos a obras que sólo a ellos les sirven.
Pero en su ambición de grandes negocios encuentran a un gran enemigo: el pueblo. Desde que nos levantamos hasta que nos vamos a dormir vemos todas las miserias que nos deja este sistema:
El viaje al trabajo es una tortura ida y vuelta, interminables colas en las paradas de colectivos, trenes y subtes, se suman a los pésimos servicios.
Entramos al lugar de trabajo y sentimos la sensación de la cárcel. Empezamos a trabajar y las presiones por la calidad y la velocidad de producir son terribles. Vemos pasar por delante de nosotros miles y miles de millones de dólares a lo largo de nuestra vida y nada de todo eso nos pertenece ni lo sentimos propio por más que de nuestras manos dependa que ese producto se haga.
Turnos rotativos, inhumanos en su esencia, horas extras a destajo y contratos temporales por agencias nos potencian el odio de clase.
Los sindicatos, podridos por dónde se los mire, cumplen un papel nefasto en la concreción de los planes de súper producción.
Si hablamos de lo que pasa por fuera del ámbito laboral como la salud, educación, servicios públicos, seguridad, vivienda, etc. podríamos llenar hojas diciendo lo que todos padecemos día a día en cada una de las ramas mencionadas.
Pero no alcanza sólo con describir situaciones. Las luchas que se están dando a lo largo y ancho del país demuestran la diferencia de ambición entre la Burguesía y el Pueblo. Paraná Metal, Papeleras en Gualeguaychú, estudiantes secundarios, el reciente conflicto en las alimenticias (con un 35% de aumento salarial), yacimientos carboníferos de Río Turbio y todo el malestar y descreimiento que se expresa en forma masiva, como mínimo, en cada una de las mesas de cualquier familia trabajadora son expresiones concretas de las ganas que hay en el pueblo de que todo esto se termine.
Profundizar todas las luchas, desde el aumento salarial hasta la puesta de un semáforo en la esquina del barrio, les pone un palo en la rueda a sus proyectos y potencia el nivel de enfrentamiento.
La lucha por las 8hs de trabajo, la suspensión del impuesto a las ganancias, sacar los turnos rotativos y las agencias de trabajo, ayudan hoy a construir la unidad. Tarea fundamental de los revolucionarios y de toda esa vanguardia, masiva, que está dando demostradas pruebas de sus ganas de LUCHAR Y CONSTRUIR FUTURO.