Los trabajadores somos tenidos en cuenta desde el poder sólo cuando se trata de pedirnos un voto. En esos momentos están llenos de sonrisas, visitan nuestras casas y prometen dar soluciones a nuestros problemas. Pero ni bien termina la elección y alcanzan un cargo, se olvidan de los pobres y sólo atienden a los señores del poder, los empresarios y sus personeros de los partidos oficiales.
Esto es lo que ocurre en estos momentos en Quitilipi. Un candidato, hombre bonachón de apariencia, se acercó a los barrios más carenciados y realizó un estudio de la situación de los habitantes, especialmente los niños. La conclusión fue que el 52% de los analizados estaba desnutrido. Esta realidad le sirvió de bandera para su campaña y siempre acusaba a sus antecesores por no haber resuelto este panorama. Al mismo tiempo, se llenaba la boca de planes y buenas intenciones. Era el médico Carlos Casalboni.
La cosa cambió ni bien asumió. Su cara se volvió más seria, y la pobreza y la desnutrición infantil eran apenas números en las estadísticas, sin rostro ni nombre. El tema apareció algunas veces para negociar aportes del Estado a la fundación a la que pertenece: Conin. El sufrimiento de los pobres fue motivo para hacer bandera y negocios, nada más.
Pero el pueblo chaqueño sabe de pelearle a las dificultades. La organización por abajo, entre vecinos y parientes, sirvió para conseguir la posibilidad de salir del pozo. Hombro con hombro, en la calle y en el barrio. Es la experiencia del Movimiento 25 de Mayo. Sus integrantes se saben trabajadores y quieren llevar un plato de comida a sus familias todos los días. Reclaman ayuda del gobierno para ser protagonistas de sus vidas. Saben de albañilería, de carpintería, de ladrillería, de labrar la tierra. Piden terrenos, viviendas, herramientas. Y no como regalo, sino como primer empujón para sostenerse en la dignidad.
Desde hace cuatro meses, se plantaron en la plaza central de Quitilipi, en un acampe que reclama soluciones. Desde el gobierno, en todos sus niveles, las respuestas no aparecieron. Al contrario, pusieron el eje en que los “piqueteros” dañan la propiedad pública, son violentos, no aceptan el diálogo. El rostro de Casalboni se desencaja cada vez que tiene que pasar por los alrededores y ve la decisión de la protesta.
La oferta que llegó fueron denuncias policiales y campañas mediáticas, hasta la detención de un compañero del movimiento, todos ataques al acampe y ninguna propuesta para solucionar los pedidos. Convocaron a una reunión amplia el jueves pasado, para discutir la situación. Los compañeros del 25 de Mayo fueron a hacer escuchar su voz, a presentar sus reclamos y las propuestas que tienen para salir de la miseria. Nadie más habló. Casalboni brilló por su ausencia. Ése es el diálogo que proponen, con los oídos tapados y mirando para otro lado.
La politiquería se basa en la mentira, en el engaño y en la represión. Nunca aportó a las necesidades del pueblo. Pero entre nosotros está naciendo la verdadera democracia, con trabajadores que viven de su esfuerzo, que deciden entre todos cara a cara para encontrar el camino que mejor sirva a todos. Allí está nuestra fuerza.