Luego de dos marchas multitudinarias, que reunieron decenas de miles de rosarinos por la inseguridad, nada ha cambiado. La crónica de los diarios burgueses siguen publicando tantos hechos de violencia como siempre.
La “disputa” Nación-Provincia, llena de intereses políticos (miserables y mezquinos) ya pasó. Nada les importa resolver el problema, sólo quieren ver cómo le sacan más rédito, perjudicando al del otro color político, es lo único que les interesa. ¿Del sufrimiento del pueblo? Bien gracias… Todavía no se sabe de qué consta la “ayuda”, ¿cuándo va a llegar?, ¿por cuánto tiempo?, ¿Qué alcances tiene?
Pero al margen de estos datos casi estadísticos y para la tribuna, sería bueno preguntarle al pueblo si esta es la ayuda o la respuesta que está esperando.
Para ello solo hay que retroceder al año pasado.
En una situación similar de violencia e inseguridad (donde salta a las crónicas nacionales el caso de un “linchamiento” en la vía publica de un pibe que le arrebató a una señora la cartera mientras esperaba el colectivo, algo que en estos días, lamentablemente, se hizo común), la burguesía “horrorizada” manda a Rosario 2.000 gendarmes para “poner en orden” la ciudad.
Esta “ayuda”, mirada con desconfianza por algunos, y que creó “cierta” expectativas en otros, terminó como era de esperar: con los gendarmes paseándose por la peatonal y el microcentro, mientras los barrios eran una paraíso de los lúmpenes.
De vez en cuando las “fuerzas del orden” se daban una vuelta por allí, y como en plena dictadura, si te agarraban tomando un porrón en la vereda (aunque fuera de tu casa) terminabas con los dedos pintados. Pero los bunkers de drogas, piratas del asfalto, desarmaderos de autos, etc., seguían como si nada, a lo sumo, les subían un poco el CANON para poder seguir “trabajando”.
Sería importante ver cómo se llegó hasta esta situación, que no es ajena a lo que está pasando en el país. El proceso de concentración, propio del capitalismo, la lucha intermonopolista (donde el pez grande se come al más chico y donde los trabajadores y el pueblo en general son rehenes y tiene que pagar los platos rotos de esta puja insaciable por mayores ganancias), ha hecho de la ciudad de Rosario, (a la que se le suma el cordón industrial que va desde San Lorenzo, puerto por donde sale el 70 % de los granos del país, hasta San Nicolás, ciudad donde está radicada una de las siderúrgicas más grande del país, Siderar, del grupo Techint), pasando de ser un polo industrial y de constante crecimiento, a un grupo de ciudades con grandes problemas de inseguridad, paraíso de las drogas. Encontrando en los jóvenes, (que no ven un futuro para sus vidas, donde la sensación de frustración es lo que reina) un campo abonado para avanzar.
La degradación viene desde los 90 y las privatizaciones, donde, para citar algunos ejemplos, miles de ferroviarios que trabajaban en los talleres en Rosario, Pérez (una localidad en las afueras de ésta) y en localidades aledañas, luego de históricas luchas y movilizaciones, se quedaron sin trabajo, con papelitos de colores como indemnización (PPP, que eran “acciones” de las empresas privatizadas, las cuales tuvieron que malvender para poder comer, otro negocio para la burguesía).
Lo mismo pasó con los obreros de la Junta Nacional de Granos, desmantelada, la cual tenía varios puertos a lo largo de la costa del Paraná, o la histórica SOMISA (en San Nicolás) que supo contar con 15.000 obreros, y se la redujo a 5.000 para “regalársela” al grupo Techint (que la pagó con el material ya producido que tenía la planta en stock) y hoy cuenta con alrededor de 8.000 operarios.
Si a esto le sumamos el proceso de concentración que se llevó adelante en la industria de los frigoríficos en la ciudad de V. G. Gálvez (ciudad que está pegada a Rosario), en la siderurgia, donde Acindar (en Villa constitución, a 40 Km, entre Rosario y San Nicolás), fue absorbiendo empresas Genaro Grasso, Marathon, Aceros Navarro (Rosario), etc, (la mayoría para absorber su clientela y después cerrarlas) concentrando producción, pero reduciendo planteles, ha hecho de esta zona, un caldo de cultivo ideal para esta situación social.
Esto, se puede reproducir en muchas partes del país; y por supuesto que las crónicas burguesas no hablan, como tampoco es parte de los análisis de los políticos de turno. Porque la burguesía no tiene respuesta a los sufrimientos y necesidades del pueblo, porque son ellos mismos los que nos arrastraron a esta grave situación.