Podríamos caracterizar la actual situación política en el marco de la lucha de clases cómo un toma y daca: el gobierno se pintó la cara amenazando con aires de guerra y la clase obrera y el pueblo se encuentran muy lejos de aquella situación cuando el gobierno de Menem declaró: “ramal que para, ramal que cierra”.
La burguesía se abroquela en dos puntos centrales que se tocan irremediablemente:
- Baja de salario.
- Mayor productividad.
El toma y daca está dado en ese terreno, y es allí que la lucha se irá encendiendo cada vez más y con mayor rigor. Para la clase obrera y el pueblo se abren dos posibilidades concretas de una conducta táctica consecuente:
- Profundizar ese enfrentamiento propio de la clase.
- Aferrarnos al terreno de la acción política revolucionaria, que siga abriendo camino a una salida que quiebre la dominación de clase.
Las tareas políticas revolucionarias no se limitan a la acción propagandística o acciones políticas aisladas. O incluso a iniciativas de lucha con metodologías de nuevo tipo, como ser la autoconvocatoria o la democracia directa. Todas ellas son un todo y comprenden los problemas más cruciales de nuestra revolución.
Sin embargo es importante destacar la importancia del eslabón fundamental de ésta cadena para este momento en concreto. Entendemos que los brotes revolucionarios se van extendiendo, la búsqueda de una salida a la pésima situación que se vive sigue el mismo camino, más y más pueblo se pregunta Y ¿entonces qué?
Repetimos, son varios temas a abordar simultáneamente pero es hora de materializar en organización política revolucionaria y en todos los planos lo acumulado desde la lucha propia de las clases.
Las tareas políticas revolucionarias implican la independencia política de la clase obrera. Esa independencia está sujeta al interés de la clase en disputa con la burguesía, no tiene ninguna atadura ni lazo con ella y debemos asimilar que aún esa independencia de clase se encuentra a cuenta gotas entre las masas. No solo se necesita gran convicción revolucionaria para llevarlas a cabo, se necesita organización capaz de ir elevando el carácter político del enfrentamiento actual, de la lucha propia de la clase.
Esas tareas políticas requieren de acciones que involucren a cada vez más y más trabajadores, tareas que desde lo pequeño a lo grande sean desplegadas por cientos de miles de manos.
Para ello hay que organizar las fuerzas que ya están “codeadas” con las políticas revolucionarias. Pero hay que organizarlas para la acción, lo que posibilitará una elevación permanente de la conciencia revolucionaria de las masas y a la vez, de su organización en nuevos niveles.
Las acciones políticas revolucionarias no deben estar solo en manos de las vanguardias revolucionarias. Combatimos esa idea nefasta que subestima a las masas, en donde en los hechos plantean: “ustedes pongan el cuerpo que la política la ponemos nosotros”, propio del electoralismo, el manoseo y uso de los trabajadores.
Por el contrario, desde el vamos y desde lo más amplio, hay que organizar las fuerzas políticas revolucionarias como tarea fundamental que permita robustecer cada lucha de ese mencionado toma y daca contra la burguesía.
Organizarlas para la acción política aunque ella sea la más básica. Las ideas revolucionarias, la conciencia revolucionaria de las masas, se irá elevando hacia la lucha por el poder si en ellas se privilegian las acciones; y que las mismas partan de una básica organización protagonizada por los mismos trabajadores de cada lugar.