“Me comprometo a unir a los argentinos” anunciaba Macri en la campaña. Termina el año y el juicio valorativo de los trabajadores y el pueblo respecto del gobierno macrista se expresa masivamente en los debates, en las movilizaciones, en la organización de las bases; se manifiesta masivamente en el enfrentamiento, en la confrontación política y en la búsqueda de salidas a esta situación. La unidad que emerge por abajo antagoniza con la unidad en favor del poder y sus planes de explotación. Este hecho de por si no es poca cosa, pues no se trata de la unidad formal establecida desde arriba sino, la que se establece en el mismo seno de nuestro pueblo y que es el preámbulo de enfrentamientos más agudos.
Pero si hemos de hablar de promesas y resultados opuestos, es decir lisa y llanamente de mentiras con todas las letras, este gobierno atesora un porcentaje exponencial. Veamos: un tal Prat Gay, muy suelto de cuerpo había dicho al inicio de su gobierno que con las medidas que tomaban “No necesariamente iba a subir la inflación”. Sin embargo, la inflación sigue su curso ascendente y estos Ceos al servicio del capital -que destilaban un recetario de soluciones mágicas para resolver todos los problemas- no saben cómo improvisar más mentiras.
Con una catarata de ajustes y tarifazos en danza, la pedantería del gobierno los lleva a refugiarse en el “vamos a bajar la inflación a un dígito” en las elecciones de octubre, cosa que está más que clara, no pueden hacer. La promiscuidad se ha instalado en el gobierno y al ritmo de las incoherentes declaraciones de sus funcionarios no pueden disimular la improvisación, demostrando cuán lejos están sus slogans de la situación real. De la mano de las leyes provisionales, fiscales y las reformas laborales difícilmente puedan “Lograr una Argentina con pobreza cero”. Menos aún pretender fomentar el “empleo joven” y “crear trabajo cuidando el que tenemos”.
“No vamos a devaluar” prometió Macri, y el peso está devaluado en más de un 85%, destrozando el poder adquisitivo de los bolsillos. En sus mentiras de campaña prometió que “Los trabajadores no van a pagar impuesto a las ganancias” pero las políticas impositivas más la ley de reforma tributaria aprobada en el Congreso el jueves y explicada en la nota de ayer, ha ampliado a más de dos millones la cantidad de trabajadores que sufren de forma directa este brutal ataque a sus salarios. Exactamente todo lo contrario de sus discursos
Pero hay más. Según fuentes periodísticas, el número de abonados al cable que transmitía el futbol, se redujo de 11 millones en el 2015 a 8 millones en el presente. De este universo, el número de abonados al llamado Pack Futbol no llega a 800.000 personas, un porcentaje irrisorio que muestra los arrebatos y la improvisación de los negocios de la burguesía monopolista que hoy mira con preocupación cómo el mercado televisivo se les esfuma y sus sueños de hacer ganancias con la pasión futbolera de nuestro pueblo se encamina al fracaso. Sin embargo, no podemos dejar de mencionar, como de pasada, que el señor Macri prometió mantener la televisación gratuita de los partidos de futbol. Es más“Futbol para todos va a seguir” dijo con sorna, un verdadero charlatán.
“Yo me comprometo a construir 3.000 jardines de infantes que faltan” y seguirán faltando, pues aún no hay nada pese a los proyectos presentados. La lista es muy extensa y el influjo de mentiras tan extenso como la lista misma. El único compromiso asumido es con la facción más concentrada de la oligarquía, pero en un marco de crisis política y económica que desnuda su hipocresía y el desparpajo en el que están sumergidos.
El gobierno que sostiene el dialogo como un paradigma trascendental promueve la violencia. Es el mismo que obedeciendo los dictados de las facciones más concentradas del capital monopolista mundial impone drásticas medidas contra los trabajadores y el pueblo, pero, contradictoriamente, «defendiendo» la democracia. Se ampara en la democracia burguesa para sostener la dictadura del capital, para imponer leyes anticonstitucionales y defenestrar la propia democracia que dice representar y se ampara en la violencia para sostener la democracia burguesa, que como salta a la vista expresa el mejor mediopara la dictadura del capital en este marco de crisis terminal.
En esta espiral de desesperación de la burguesía por la ganancia, ambos aspectos como un mecanismo político siniestro de engaño y represión impulsados desde el Estado de clase, están expuestos y repudiados masivamente.
La ingobernabilidad está sostenida en el cuadro de contradicciones insalvables de la burguesía y en la decisión de nuestro pueblo de enfrentar decididamente todo este desparpajo.
El 2017 culmina con una extraordinaria experiencia de nuestro pueblo, los paros nacionales y las movilizaciones. Las de marzo de este año con la expulsión de las cúpulas sindicales, las multitudinarias contra la violencia de género, las implementadas frente al dos por uno a los genocidas, frente a la desaparición y asesinato de Santiago Maldonado, más la cuantiosa cantidad de enfrentamientos en los barrios y empresas con sus avances en la organización de base, culminando con el choque frontal de las dos locomotoras en diciembre contra las leyes previsionales.
Todo ello configura un escenario que hace temblar de preocupación al poder. Pues como decíamos más arriba viene desde abajo, con toda su impronta de organización y unidad. En esto si Macri ha cumplido: la unidad de los trabajadores y el pueblo, de los argentinos, se ha echado andar.