En la fecha se conoció el fallecimiento de otro trabajador, Juan Carlos Castillo, que se suma a la muerte del obrero Domingo Giménez que había ocurrido el mismo día miércoles pasado a causa de la explosión e incendio ocurrida en la planta aceitera y de acopio de granos Cofco, conocida ampliamente en la zona por su anterior nombre, Nidera. ¡Otra herida insanable en la clase obrera! ¡Otro motivo para profundizar nuestra lucha!
Como ocurre siempre en casos como éste, las autoridades y la empresa aún no han dado un informe oficial sobre las posibles causas del hecho. Las razones desencadenantes del fenómeno se perderán indefectiblemente en los laberintos de la desinformación, los tecnicismos judiciales y los rumores interesados que tendrán origen en las usinas de la burguesía y el gobierno y circularán profusamente por los distintos medios de comunicación masiva.
Un síntoma de ello ya empieza a expresarse en sendas declaraciones del ministro de trabajo de la provincia y del presidente de la cámara de la industria aceitera quienes cínicamente se escudan en el comité de seguridad e higiene industrial en el que participa el sindicato, afirmando que dicha comisión hace inspecciones periódicas en las plantas habiéndose detectado, a mediados del año pasado, que ¡faltaban marcaciones! en unos senderos en el predio de Cofco.
La trampa se accionó y aprisionó tenazmente a la institución sindical… Pero los obreros no caen en dicha trampa. Los comentarios de los propios trabajadores y sus familiares recorren las mentes y corazones que se entrelazan solidariamente entre todos los oprimidos y resuena fuerte en todos los ámbitos de quienes buscamos la verdad de lo ocurrido y la defensa e integridad de quienes producen a cambio de un salario.
La celda de 60.000 tns., venía ardiendo intermitentemente desde mediados del año pasado. La combustión espontánea generada por la humedad del grano que provoca un proceso de fermentación del mismo que va levantando temperatura hasta llegar a su ignición, similar a la combustión de un cigarrillo, no se terminaba de apagar y, recurrentemente, ocasionaba llamas que había que sofocar. La celda en cuestión se fue transformando en una bomba de tiempo que, en cualquier momento, podía explotar o generar una explosión en alguno de sus conductos. Basta que la entrada de oxígeno fuera suficiente o se dieran ciertas condiciones atmosféricas que la activaran o que elementos externos fueran catalizadores del fenómeno.
Para las necesidades del negocio monopolista, era y es inconcebible el movimiento de esos granos que debieran ser trasilados y aireados, debido al costo de maquinaria y trabajo humano que significa tal operación. Por esa razón es que los mismos van siendo sacados de su depósito en la medida en que conviene su comercialización hacia el exterior según fluctuación de precios o se destinan a la elaboración de aceite.
La especulación para mejores resultados económicos salta a la vista, aunque ella genere enormes riesgos y peligros para los obreros y el ejido zonal. Los negocios, una vez más, asesinan a trabajadores y destruyen sus familias. La vida vale menos que las mercaderías tal como se confirma a diario en cada paso que dan la burguesía y su gobierno de turno.
Por eso despiertan harta indignación los comentarios profusos y “reflexiones” interesadas de los opinadores oportunistas que pretenden deslindar al capital industrial de toda especulación, echando culpas y reduciendo el ámbito de la misma al capital financiero. No nos cansaremos de denunciar que el capital financiero es la fusión del capital bancario con el industrial. El capital monopolista, que así se llama también al producto de dicha fusión, es especulativo en todas sus líneas y esa característica lo convierte en una bomba atómica contra la humanidad.
La misma característica especulativa, tienen todas sus instituciones privadas y estatales, por eso, a través de ellas, nunca llegaremos a la verdad ni a la solución definitiva de nuestros problemas.
La lucha de clases es antagónica y todas estas razones están sujetas a ella. Nuestras vidas de trabajadores dependen de nosotros mismos y, para su continuidad y mejoramiento, debe enfrentarse con decisión y unidad popular, tal como se está haciendo, por ejemplo, con el paro por 48 hs. que se está llevando a cabo en todo el cordón industrial de San Lorenzo y Puerto San Martín.
Debemos enfrentar, además con otras luchas, al poder del capital, desde la vereda opuesta y nunca compartiendo ningún tipo de responsabilidad con ese enemigo, ya que son ellos, los burgueses, los que imponen las condiciones mientras estén en el poder, salvo que el proletariado y el pueblo, con sus luchas y organización, los fuercen a lo contrario.