La enérgica y tenaz lucha de la clase obrera y el pueblo, se hace sentir cada día con una fuerza “subterránea” tan poderosa que termina empujando medidas de la superestructura sindical que mas allá que estén teñidas del más grosero oportunismo termina generándole a los planes de la oligarquía financiera más dudas que certezas, de la continuidad de sus planes como les gustaría. Donde incluso se les recrudecen las diferencias y disputas de intereses intermonopólicos expresados en todo el arco político burgués.
El paro y movilización declarado por las CTA fue una puertita que se abrió, donde cientos de organizaciones de base, (mas allá de los convocantes), ganaron las calles asestando un golpe que sin dudas tiene más repercusiones en las casas matrices de los grupos inversores internacionales que en la vida mediática de la política burguesa criolla. Es decir, el mensaje fue para el poder, que es lo que importa y si el gobierno subestima esto en todo caso estará siendo parte de su inoperancia política que no les permite, por ceguera, apreciar un cambio de situación del nuevo escenario de la lucha de clases, una característica del actual gobierno que reafirma su carácter aventurero y soberbio.
El cuarto paro nacional convocado por la C.G.T. , sin movilización, está en la misma sintonía, con la diferencia que esta todo mas atado a la clase obrera industrial y abrir la puerta a la movilización en un momento que la clase obrera comienza a dar señales de querer ser protagonista , el riesgo se les hace muy grande a toda la maquinaria burocrática sindical, pero que de todas maneras abajo la cosa esta que arde y no se podía postergar mas, así ha sido la constante en los tres paros anteriores, lo enfriaron hasta que no pudieron mas, hoy los plazos se les acortan. Esto también lo leen los monopolios.
Lo magistral de este nuevo contexto, son los avances que viene expresando la lucha de todo el pueblo Argentino, que si bien lejos está de visualizar una salida política a la situación, donde por el contrario gana más el descrédito a lo que se expresa por arriba que la esperanza, surgen desde abajo cada día con más fuerza, organizaciones de base que empujan la movilización, la confrontación y enfrentamiento, de la mano de la democracia directa, por los más diversos reclamos, desde los tarifazos, demandas salariales, luchas contra los despidos, etc. y en ello el crecimiento del hartazgo . Un hartazgo que ya pasa a traducirse en bronca y de la bronca a la organización y de allí a la acción.
Esta nueva coyuntura política contiene una sumatoria de factores que ya nos coloca en un nuevo contexto político, donde los partidos electoralistas transitan por la cornisa tratando a toda costa de que no se les genere la ingobernabilidad al actual gobierno (incluido los sindicalistas), la expresión mas cabal de la crisis política de la burguesía, pues la ingobernabilidad, daña no solo al gobierno de turno sino también a “la oposición” burguesa pues está dentro de sus objetivos, llegar con aguas no tormentosa a las elecciones del 2019, pero el mar esta embravecido, con la amenaza que está muy lejos de amainar. Por eso no nos tienen que sorprender las más diversas declamaciones rimbombantes, de pedidos de dialogo de los sindicalistas y políticos al gobierno, todos miden sus palabras, donde los mas audaces osan plantear que no caiga el gobierno sino el plan económico.
En reiterados artículos planteamos con ex profeso énfasis, la necesidad del ejercicio de la democracia directa desde el pie de la maquina a la fábrica, desde la cuadra al barrio, romperles sus planes y no dejarlos gobernar, para que en tal ejercicio ir construyendo un poder que condicione sus planes primero, que se los haga fracasar y si se tienen que ir será problema de ellos, pero nuestra clase obrera y el pueblo en tal ejercicio irá generando las fuerzas necesarias que sea capaz de quebrar la correlación de fuerzas de la burguesía y pasar así a situaciones superiores de la lucha. Hoy ellos detentan el poder, pero en un terreno de crisis política tan grave que les comienza a dañar el control ideológico de la inviabilidad de una revolución.