Del 7 al 14 de enero de 1919 se producen los acontecimientos conocidos como la Semana Trágica; la huelga de los obreros de los Talleres Vasena, a la que luego se sumaron obreros de otros gremios y la población, es uno de los jalones en la rica historia de lucha de nuestra clase obrera. Por aquellos años, las luchas obreras se manifestaban en verdaderas huelgas que perseguían conseguir mejores condiciones de trabajo y, además, iban configurando las primeras experiencias de la clase en la lucha política abierta contra el régimen burgués.
Por aquellos años las huelgas de los marítimos en 1916; luego la de los trabajadores municipales; la de los ferroviarios y los frigoríficos, entre 1917/18, venían materializando la configuración de una clase obrera industrial que aumentaba su sindicalización, en la que repercutía (como en otros tantos lugares del mundo) el triunfo de la revolución soviética de 1917, y en la que las ideas revolucionarias que la misma expandía a todas las latitudes aportaban al alza de las luchas obreras.
Todos estos acontecimientos venían precedidos por los hechos de la “Semana Roja”. El 1º de mayo de 1909, en un acto en Plaza Lorea, fueron muertos 8 obreros y heridos centenares por la represión de la policía. La respuesta obrera fue estremecedora: Buenos Aires y otras ciudades del país quedaron paralizadas por la huelga por tiempo indeterminado declarada por las centrales sindicales; una multitud participó de los funerales de los obreros asesinados al tiempo que se multiplicaban actos, piquetes y enfrentamientos que obligaron al gobierno a aceptar las reivindicaciones de los huelguistas.
Las demandas de los obreros de la fábrica Vasena comienzan con una huelga el 2 de febrero de 1918. Reclamaban aumentos de salarios, jornadas de 8 horas de trabajo, premios para el trabajo dominical y el pago de horas extras, abolición del trabajo a destajo y reincorporación de obreros despedidos. Las demandas fueron rechazadas por los dueños de la empresa, los que echaron mano a rompehuelgas para mantener la actividad. Durante todo ese año los obreros, mediante piquetes en la puerta de la fábrica y sabotajes al traslado de la producción, fueron mostrando que las medidas tomadas eran ineficaces para desarmar el conflicto. Desde el inicio los obreros involucraron activamente en la huelga a sus familias; tiempo después, los vecinos de los barrios aledaños también fueron parte de la lucha al aumentar la indignación y la bronca por los ataques de fuerzas estatales y grupos de choque contratados por la empresa contra los trabajadores. La acción directa y la autodefensa fueron los métodos obreros para llevar adelante la lucha.
El 7 de enero de 1919, una caravana de obreros fue atacada en la esquina de Alcorta y Pepirí. La muerte de cinco huelguistas y unas decenas de heridos que pudieron escapar encendieron la indignación; más de 200.000 personas acompañaron por la calle Corrientes los restos de los obreros y allí también hubo represión. Se resuelve una huelga general. En Buenos Aires el paro de los ferroviarios y de los obreros marítimos dejó aislada a la ciudad. Al mismo tiempo Rosario, Santa Fe, Mar del Plata, Bahía Blanca también vieron crecer la huelga.
La lucha no podía ser aplastada, aun cuando se sumaron fuerzas del ejército y la llamada “Liga Patriótica”, banda de choque organizada por los más granado de la burguesía de la época comandada por el contraalmirante Manuel Domecq García. Estos grupos además de querer romper la huelga se constituyeron como fuerza destinada a evitar una revolución obrera y perpetraron verdaderas masacres en distintos barrios de la ciudad.
Los reclamos finalmente se impusieron. Aumento salarial de20 a40%, jornada de 9 horas de labor, reincorporación de todos los huelguistas despedidos y la liberación de más de 2.000 presos que habían sido encarcelados durante esa semana.
Para los idiotas útiles que repiten como loros (con perdón de los loros) que la violencia política en la Argentina comenzó en los años 60/70, vaya también este recordatorio de la historia de nuestro país; no para que dejen de ser idiotas (no pretendemos semejante empresa) sino para que sepan que la lucha de clases no sabe de tibiezas ni neutralidades. Lo mismo cuenta para los que intentan que la lucha no se salga de los carriles por la que ellos determinan encarrilarla. La rebelión obrera y popular, una vez desatada, rompe cualquier barrera y enfrenta cualquier fuerza reaccionaria.
Como es la historia de nuestro pueblo y de los demás pueblos del mundo, las conquistas arrancadas a la burguesía costaron sangre y sufrimientos. Pero dejaron la huella indeleble de que la fuerza de los obreros, junto a la del resto de la población, cuando enfrenta decididamente y de verdad a su enemigo de clase, no sabe de límites. Estos hechos, junto a otras ejemplares luchas, fueron el camino que nuestra clase obrera siguió durante todo el siglo XX para aumentar su organización y la defensa de sus conquistas.
En la actualidad, cuando los embates de la burguesía monopolista contra los derechos laborales aun vigentes intentan retomar fuerza, vale conocer nuestra historia como clase para hacernos una idea cabal de hasta dónde quieren que retrocedamos. Porque la
burguesía que hoy domina tiene las mismas intenciones de la burguesía de principios del siglo XX dado que intentan llevar los niveles de explotación a aquellas épocas.
Que no puedan lograrlo no depende de las estructuras sindicales acostumbrada a pactos y traiciones sino de la fuerza organizada desde abajo de la clase obrera, llevando adelante su independencia de clase y unificando sus demandas a las del conjunto del pueblo.