La lucha de clases es un hueso duro de roer y la oligarquía financiera -con su elite de millonarios y ceos- que monopoliza la economía globalizada, no puede escapar de ella, como tampoco pueden contener su vorágine. Al mismo tiempo que pergeñan nuevos negocios, atacando con sus políticas globales las conquistas laborales y sociales, profundizando la generalización de la superexplotación, y el saqueo, extendiendo por medio de devaluaciones y mecanismos financieros la chatura salarial, la implementación despótica de desmedidos aumentos de impuestos, la profundización de los despidos, de la pobreza y la hambruna de cientos de millones de seres y la incentivación de la alienación humana como expresión ideológica de estas condiciones, al mismo tiempo que todo ello se desencadena sobre los pueblos del mundo, se agrava la lucha de los pueblos y los enfrentamientos contra estas políticas, se agrava inevitablemente la lucha de clases.
Las monumentales huelgas de decenas de millones de trabajadores en India, los nuevos movimientos políticos de la clase obrera en China con la impronta de la independencia política como clase respecto del poder monopolista que allí domina, los enfrentamientos en España y Grecia, las movilizaciones en Alemania, las huelgas docentes en EE.UU., las movilizaciones y huelgas obreras en fábricas como Tesla, luchas salariales e importantes movilizaciones populares por reivindicaciones sociales surcan la geografía del “la primera potencia mundial”. Los Chalecos Amarillos se generalizan en Francia ensanchando este movimiento de masas que hace retroceder las políticas de Macron pero que, aun así, no para de crecer frente a la propia decisión del pueblo francés de sacárselo de encima, junto con ello incorporando demandas políticas que atentan contra el propio sistema capitalista y contra su dominación. Las luchas obreras en México, las movilizaciones frente a los tarifazos y la represión en Brasil. Los enfrentamientos de los trabajadores portuarios en Valparaíso, Chile. El clima de enfrentamiento y de furia que anida en las masas de América Latina y que tiene expresiones en movimientos de base, las movilizaciones que no por ser ocultadas desde los medios dejan de sucederse de forma constante y permanente. Inclusive la propia situación de las masas populares de Venezuela sometidas a las tensiones entre las facciones imperialistas que pujan por la apropiación de sus recursos y la dominación de su suelo.
Gran Bretaña muestra este escenario con el Brexit y -a la vez- el acorralamiento de los sucesivos gobiernos – incapaces de retroceder o de seguir adelante- y que frente a las necesidades de las masas desnudan una crisis sin vuelta atrás.
Si antes, situaciones como éstas eran la excepción, hoy el velo del capitalismo desarrollado, de los emergentes, de los subdesarrollados, ya no sirve para ocultar sus miserias tan comunes y aberrantes, tan identificadas con todas las expresiones de las distintas facciones de la burguesía monopolista que detenten el poder en cada país.
Todo esto, que es apenas un puñado de ejemplos del escenario, actual no deja lugar a dudas que casi no hay lugar en el mundo donde la crisis política derivada de la lucha de clases no tenga una nítida expresión de incertidumbre en la superestructura burguesa, donde los intereses que se ventilan en su seno -sus negocios, su corrupción, y su pedantesca ignominia- no se vean sujetos a este cuadro de condiciones inevitables que la propia burguesía monopolista contribuye a agravar con sus planes y es impotente de contener.
Puesto que no solo los dos grandes campos en que está dividida la sociedad burguesa están cada día más claramente definidos, sino que el campo de las masas populares desde la lucha enfrenta desde la anchura y desde sus genuinas iniciativas todo este andamiaje de dominación.
Los cuestionamientos a la gobernabilidad, a las políticas de Estado a las instituciones putrefactas de los Estados monopolistas y el séquito de organizaciones a su servicio -como por ejemplo las cúpulas y burocracias sindicales-, dan cuenta de esto, a la par del enfrentamiento que se expresa socialmente
Lejos estamos desconocer que sus grandes negocios se llevan a cabo y acarrean más y peores consecuencias para la clase obrera y los pueblos del mundo. Pero, ese marco de negocios que los monopolios no pueden dejar hacer si no quieren perecer frente a la competencia y como expresión dominante, se desenvuelve a instancias de un marco de condicionespolíticas agravadas por la lucha de clases que es cada vez más extendida.
Por ello, no es casual que -a la vez de advertir y reconocer que la situación mundial y la economía empeoraran como lo viene diciendo Lagarde y otros de su misma calaña- buscan crear un marco extorsivo hacia los trabajadores para que -aun a pesar de las difíciles condiciones económicas en el mundo- los negocios estén garantizados desde la sumisión de los obreros. Porque según aquellos personeros del capital monopolista, es una situación ajena a su voluntad. Aunque no lo dicen con estas palabras este es el concepto que buscan trasmitir.
La reunión de Davos durante la semana pasada se desenvuelve sobre la base del endurecimiento de los enfrentamientos de clases. No sólo el propio cónclave sino también la llamada prensa especializada expresaron preocupación por las condiciones políticas, la gobernabilidad y la crisis en la que está sumergida la globalización monopolista, referido a los contrastes entre la concentración de la riqueza y el aumento exponencial de la pobreza. Pero tanto como ello, el hecho que puedan surgir como consecuencia de esta rebelión de masas a escala planetaria, iniciativas revolucionarias.
Los mismos analistas dan cuenta de ausencias de “grandes figuras” en estos eventos: los Macron, Trump, Teresa May, Xi Ping, Putin, entre otros figurones. Lo anecdótico -en todo caso- es que el ministro Dujovne fue a recibir a Davos las palmadas de Lagarde. Sin menoscabar al pelele de turno engrampado con toda la corrupción de la burguesía de nuestro país, esas ausencias obedecen a las propias y agudas condiciones políticas en el seno de sus países, donde la lucha de clases no da respiro.
Davos es el reflejo de los que el mundo transita. Los pueblos en cambio reflejan lo que ya no están dispuestos a tolerar incluyendo, a los multimillonarios de Davos.