Ante los últimos sucesos de Venezuela, días pasados sacamos un comunicado (El pueblo soberano de Venezuela es el dueño de su destino, publicado en nuestra web el día 23 de Enero) donde -esencialmente- dejamos en claro el rechazo a cualquier tipo de injerencia externa en los asuntos de ese país.
El propósito de este artículo es desarrollar tal posición política, dado que los acontecimientos ameritan extendernos en una posición que consideramos de principios revolucionarios, concientes que la gravedad de los hechos -tanto en lo actual como en lo potencial-, para nada descarta una aventura bélica de carácter internacional de proporciones impredecibles, y con ello, las consecuencias desastrosas para el pueblo venezolano y para el resto de los pueblos en América Latina.
Hoy vivimos el momento del capitalismo en su fase imperialista más compleja y cruenta de toda su historia, donde su aspecto económico va a expresarse en toda su desnudez. Las crisis económicas constantes que recaen sobre los pueblos, con guerras financieras para avanzar en los procesos de concentración, la súper explotación, la inestabilidad laboral y la infelicidad en que viven los pueblos del mundo. Todo está supeditado a la ganancia a cualquier costo, el crimen y la depredación de los recursos naturales, llevando a su paso a la destrucción del planeta, a grados de producir el avance del recalentamiento global y todo tipo de alteraciones, deformaciones y contaminaciones, con poblaciones de millones hacinadas como ratas, en la indefección más absoluta.
Los niveles de concentración del Capitalismo Monopolista de Estado alcanzados hoy, no sólo llevaron a la humanidad a donde estamos, sino que también le rompió a la propia burguesía su equilibrio político de forma de dominación, desde el concepto Estado Nación. Pues estos ya pasaron a constituirse en una traba para los monopolios que también comienzan a depredarse entre sí, donde no tienen otra salida que romper sus propios marcos jurídicos y legales.
Apoderándose de los Estados y adecuándolos a sus necesidades, no tienen fronteras, y deciden en sus casas matrices mundiales las políticas para tal o cual región o sitio del planeta, con la resultante que la lucha por la concentración económica les generó un estado anárquico del capitalismo, aparentemente plagado de confusiones y contradicciones que estallan por los aires, generándoles nuevas y múltiples contradicciones que cada día se presentan más antagónicas.
De hecho, instituciones mundiales como las Naciones Unidas pasaron hoy a ser un ente formal que no tiene absolutamente ningún poder de decisión, sustituida por antros mundiales como el G20, que ya demostró incluso en Argentina que fue sólo para la foto. Esto demuestra que tampoco tiene ningún sentido ni valor, hechos que reafirman una vez más que los únicos encuentros “validos” por su poder de decisión son los cientos de acuerdos entre poderosos sectores de la oligarquía financiera mundial para abrochar negocios inmediatos. Grupos económicos que manejan “cajas chicas” superiores al P.B.I. de naciones importantes.
El papel de potencias como EE.UU., China, Rusia, Alemania, Francia y Gran Bretaña, es donde se concentran el poder de la oligarquía mundial, haciendo fuertes sus Estados Nación como aspecto contradictorio de lo que afirmamos anteriormente, desde el poderío militar esencialmente. Por supuesto que esto no es lineal, pero tales potencias imperialistas, cumplen estrictamente el rol, donde los monopolios definen medidas económicas atadas íntimamente a las necesidades de las implementaciones de los acuerdos fundamentalmente bilaterales de las grandes empresas globales, y sus necesidades económicas, políticas y militares.
En este panorama, la clase obrera y los pueblos del mundo (en el momento histórico de mayor dominación de la burguesía), no estamos con los brazos cruzados.
La lucha de clases arrecia, el descontento de la humanidad es generalizado, grandes signos de lucha, protestas y expresiones por la búsqueda de caminos emancipadores de este poder, se comienzan hacer sentir, produciéndole una barricada a los monopolios que les traba o retrasa sus medidas. Pero lo que más les duele son las conquistas políticas de los pueblos, donde al sistema democrático burgués se le rompió el frente de “la defensa de la patria” y el respeto a sus instituciones. En un tiempo histórico en que las máximas aspiraciones de los imperialismos mundiales son el exterminio de miles de millones de seres humanos. Es decir: quemar fuerzas productivas que les permita sostenerse 500 años más de dominación.
Lo hicieron en la primera guerra mundial, lo hicieron en la segunda guerra mundial y lo están haciendo hoy con las hambrunas. Pero esto no les alcanza y hasta llegan a afirmar que la ancianidad es un estorbo para el planeta, o declarar y admitir que existe población sobrante. Ellos quieren, necesitan una guerra de exterminio. La revolución tecnológica y con ello la sociabilización de la producción, frente a su naturaleza de acumulación de la ganancia, es una contradicción material tan antagónica que se les ha constituido en el peor de los dramas a los imperialistas, que se ve traducida en las aspiraciones de los pueblos.
La guerra genocida de los Balcanes en pleno corazón de Europa finalizada la guerra fría con la caída del llamado campo socialista fue una muestra de hasta dónde están decididos y una demostración que si pueden generar las condiciones propicias, en lo político no les va a temblar el pulso. Fue un momento de reordenamiento del imperialismo, con la caída de la Unión Soviética, que a su vez hizo nacer a Rusia ya imperialista. Consecuentes cuidaron el patio trasero invadiendo Moldavia primero, después la guerra con Georgia y tras cartón, Ucrania. Por otro lado, Estados Unidos se metió en Afganistán e involucró a los europeos, inventaron el terrorismo para ir por todo el gas y petróleo en disputa con Rusia, generando la fundamentación que la humanidad estaba en peligro por el terrorismo despiadado, y sobre tal despliegue mediático y montados sobre las rivalidades tribales árabes, invadieron primero Kuwait y después Irak.
El trasfondo: el petróleo; el pretexto: “la democracia” contra el terrorismo internacional.
Otro capítulo aparte, que por su complejidad se hace difícil puntualizar, fueron las guerras “intestinas” en el continente africano, con un carácter genocida de magnitudes que nada tienen que envidiar al genocidio nazi. Hoy China invierte a cuatro manos en dicho continente, montando industrias de punta con salarios de hambre.
Pero la lucha de clases volvió a meter su cuña cuando en el 2005, producto del crimen de dos jóvenes de origen musulmán que fueron asesinados en París a manos de la policía y estalló la ira de la juventud en los suburbios, que luego se extendió a toda Francia, donde el trasfondo fue la pobreza y marginalidad de los hijos de los obreros. Todos -en su mayoría- de origen árabe y africanos, echo no menor y que va a tener una trascendencia fundamental, pues detrás de ello no pasaron muchos años y en 2011 estalló la primavera Árabe. Lazos familiares, intercambio de experiencia entre jóvenes revolucionarios de Europa y sus países de origen, con vidas calamitosas en los países árabes, y lo más transcendental: por primera vez luego de muchos años surgía con fuerza por esos lugares del mundo la idea de la revolución. Así Egipto, Tunez, Libia, Yemen (por señalar los más destacados) hicieron sus levantamientos. Verdaderas insurrecciones de masas, la lucha se globalizaba en la región, el imperialismo salió al cruce con lo que ellos denominan las “guerras híbridas”, creando fuerzas contrarrevolucionarias disfrazadas de insurgentes, donde hicieron una carrera para llegar primero que los revolucionarios y terminaron teniendo victorias que retrasaron la revolución, pero que no la alcanzaron a apagar.
Fue el momento y el avance de los revolucionarios Kurdos, los que lograron afianzarse constituyendo un Estado revolucionario con democracia directa y el pueblo en armas, que hoy está marcando el camino y una referencia para los revolucionarios del mundo.
Y es en el contexto de la primavera árabe, que estalla la guerra en Siria en el 2011, donde los hechos se precipitan y en su desarrollo se va a dar la primera señal seria de una confrontación militar inter-imperialista. El 15 de marzo, un grupo de jóvenes realizan una serie de pintadas revolucionarias contra el régimen de Bashar al Asad, en un contexto de pobreza, desocupación, inflación y todos los males que nosotros padecemos, y un gran descontento de la población. Los jóvenes son detenidos y torturados, esto genera la indignación del pueblo y se dan movilizaciones con cientos de muertos, estalla la rebelión y con ello, la guerra.
El imperialismo norteamericano detecta la oportunidad y montado sobre la debilidad del gobierno de Asad, más las diferencias étnicas entre chiitas y sunitas, crea el ISIS, que en realidad es Alcaeda disfrazada (aunque después, para justificar Estados Unidos su participación abierta en los bombardeos a Siria, salió a combatirlo). Así ponen toda la energía en derrotar al régimen y a los rebeldes auténticos, que en el desarrollo de la guerra son reducidos no en su totalidad pero si ya dejan de ser el epicentro del conflicto. El gas y el petróleo estaban en juego y los intereses de una Rusia que ya estaba en condiciones de probar fuerzas militarmente, desafía a Norteamérica. Allí se dirime el primer enfrentamiento entre las grandes potencias y con ello los países aliados de la región.
Llego a afirmar la BBC de Londres: “esta fue una guerra subsidiaria”, pues intervinieron Rusia, EE.UU., Francia, Inglaterra, Irán, Israel, Turquía, Arabia Saudita y el péndulo de los portaviones de China… y en el medio de todo ello, el pueblo Kurdo, en un desarrollo de la guerra que –como fuerza- derrotó al ISIS. Éstos apuntaron directamente contra los Kurdos en alianza directa con Turquía, es decir, una galleta de enfrentamientos con un claro sentido: la disputa de los negocios por un lado y la contra revolución por el otro. El resultado de una guerra inter- imperialista en el cual el “régimen de Asad” convertido en un títere de Rusia salió triunfante y ahora Rusia, Turquía e Irán apuntan a ahogar la revolución Kurda, que controla el 35% del territorio de Siria en el Kurdistán sirio.
Una pequeña reseña de quiénes componen la dinastía de los Asad en Siria: el padre del actual fue nada más y nada menos que el aliado del Estado sionista de Israel y los falangistas libaneses cometieron uno de los peores genocidios contra el pueblo Palestino, en las masacres de Telesata en el Líbano y el famoso septiembre negro en Jordania, donde atacaron campos de refugiados palestinos, asesinando más de cien mil personas.
Este pequeño desarrollo consideramos que es necesario para poder interpretar lo que está sucediendo y gestándose hoy en nuestro continente, inserto en la disputa mundial, con epicentro en Venezuela en particular. Muy infantil sería pensar que las declaraciones -tanto de Rusia y China apoyando al gobierno de Maduro, como las medidas que intenta tomar Estados Unidos impulsando gobiernos paralelos- sean fuegos de artificios . Muy por el contrario: están sonando vientos de guerra en nuestra región, y de una guerra que no es precisamente revolucionaria, es una guerra inter-imperialista, con argumentos de los más variados, pero atizados por lo más reaccionario y -sobre todo- externo al pueblo venezolano.
Nuestra posición es clara, contundente y firme: es una obligación y un principio revolucionario plantear la lucha por la paz en VENEZUELA y la defensa a ultranza de la autodeterminación del pueblo venezolano, lo diriman como lo diriman. No somos pacifistas, pero de ninguna manera vamos asumir una posición contra revolucionaria agitando y propagandizando la fiesta genocida de las potencias imperialistas.
Lamentablemente, más allá del gobierno reaccionario de Macri que se inmiscuye en los problemas internos de Venezuela, sumándose al coro de la música que pone Estados Unidos, hay en nuestro país otros irresponsables, e ignorantes de poca monta, filibusteros de la política “progre”, que no saben determinar las salidas que beneficien a nuestro pueblo, y se pavonean dando letra y sugerencia respecto al conflicto interno y a los asuntos que corresponden absolutamente al proceso de la lucha de clases de Venezuela.
Incluso muchos que se paran en la historia de nuestro Partido para decir zonceras sin ton ni son.
Valga una aclaración: una cosa fue y es nuestro concepto de internacionalismo proletario activo, donde nuestro Partido jugó un papel en los hechos cuando se nos pidió ayuda; y otra cosa muy distinta es decirles a otros pueblos qué hay que hacer o cuáles son los caminos a seguir. Es más: una de las causas de nuestra salida de la cuarta internacional en aquellos años, obedeció precisamente a esa razón, que nosotros no compartíamos inmiscuirnos en asuntos de los revolucionarios de otros países.
Pero lo que expresa el marco internacional es la participación activa y directa de las tres potencias militares más poderosas del planeta. Y nos preguntamos y preguntamos ¿Qué estado de correlación de fuerzas tiene hoy la revolución en el resto de los países -incluido el nuestro-, para agitar y tomar partido en una guerra interimperialista? ¿Se tiene idea de lo que significaría una reedición de una guerra entre potencias en nuestro continente?
Nosotros padecimos la aventura de Malvinas, donde la peor de las dictaduras -blandiendo una justa reivindicación- apeló a la guerra, intentando calmar el proceso de luchas que la clase obrera y el pueblo habían iniciado, exigiendo que se vayan. Pero nuestro pueblo no decidió ir a la guerra, lo llevaron, que fue muy diferente. Por supuesto que los soldados hijos queridos de nuestro pueblo derramaron su sangre generosa, pero montados sobre el más vil de los engaños.
Cuando el poder decide por las armas es para sus negocios y aplacar las ansias liberadoras de un pueblo.
¿Va a renunciar Tramp en Venezuela a los intereses petroleros, o a las mayores reservas de oro del mundo a las que aspira una porción de la oligarquía mundial? ¿Lo va a hacer Rusia, lo va hacer China, que acaba de firmar un contrato de explotación del oro?
Hoy, más que nunca, encuentra sensatez y sentido la lucha por la paz y la autodeterminación del PUEBLO de Venezuela. Porque también es parte de un plan insurreccional en nuestro país tener claro esta cuestión regional y el contexto de la correlación de fuerzas, en el problema de la revolución socialista en Argentina y América Latina.