Días pasados los diarios publicaron las estadísticas sobre la producción de granos y subproductos (harinas, aceites, pellets, expeler) y las expectativas sobre las próximas cosechas en el país.
De acuerdo a los registros, nos informan que las tres primeras empresas exportadoras Cargill, ADM y Bunge concentraron el 35% de los envíos hacia el mundo, sobre un total de 69,2 millones de toneladas de granos, aceites y harinas. Las diez primeras empresas que, además de las nombradas incluyen a Cofco, Aceitera General Deheza, Vicentín, Dreyfus, Glencore, Molinos Agro y Asociación de Cooperativas Argentinas, exportaron el 90,3% del total.
Por su parte se prevé una cosecha récord con rindes promedio que superan las 4 tns. por hectárea.
Lo anterior muestra un panorama del brutal proceso de concentración ocasionado por las políticas que se vienen aplicando desde décadas en el país y que han generado la crisis que vivimos como pueblo.
Porque nadie del gobierno y de la oposición dicen que dichas medidas que se han tomado tales como el achatamiento de salarios, la inflación, la gran devaluación, el aumento de las tarifas, generalización de impuestos y disminución de recursos hacia la educación, salud, previsión social, han apuntado, precisamente, a la profundización de la monopolización en todas las ramas de la producción. No se trata de efectos colaterales como ellos llaman a la destrucción que genera una explosión destinada a determinado objetivo militar. Todos saben, y los que apuntan el misil, más que nadie, que el punto a destruir implica un gran círculo al que llega la onda expansiva. En definitiva el objetivo es todo lo que se encuentra dentro del círculo y no sólo en el centro.
Por ello, hablar de efectos colaterales es cinismo puro. La baja abrupta del precio de la mano de obra de trabajadores y los ingresos populares, era y es una necesidad de los monopolios internacionales para equilibrar los índices de la cuota de ganancia media mundial, ello genera concentración en la producción y pobreza en todo el pueblo. Si bien damos como ejemplo la producción granaria y derivados, el mismo proceso se da en otras ramas: acero, minería, petróleo, automotrices, laboratorios farmacéuticos, bancos, grandes supermercados, transporte de cargas y de pasajeros, etc.
Se sabía que aplicar esas medidas llevaría a la quiebra a sectores perimetrales de la propia burguesía, al cierre masivo de pequeños comercios, pérdidas de puestos de trabajo incluidos, empobrecimiento generalizado de los asalariados y sufrimientos de toda la población, etc.
Pero, no hubo ni hay, ninguna contemplación al respecto. Es claro que habiéndose aplicado estas medidas, se ha elevado el piso de los montos de capital necesarios para el emprendimiento de nuevos negocios, lo cual achica más las posibilidades de que los pequeños capitales puedan hacerlo y, fundamentalmente, ha impuesto un nuevo techo para los salarios de trabajadores en el país, ubicando el salario mínimo vital y móvil en $ 12.500 a partir del presente mes, es decir US$ 312,50.
Ningún gobierno que se haga cargo del próximo período de gobierno que comenzará en diciembre de 2019, va a intentar revertir por voluntad propia este proceso de concentración, la única forma de que se plante un freno o se revierta, aunque sea momentáneamente, será con la lucha y la movilización popular organizada desde abajo, ya que la realidad nos ha demostrado que no podemos tener expectativa en ninguna institución llámese CGT, multisectoriales, oposición parlamentaria, etc.
No dejarlos gobernar, constituye el arma necesaria para acumular fuerzas, desarrollar experiencia, avanzar en organización e ir elaborando, en el curso de la lucha, un programa popular de acción no sólo de disputa y confrontación contra el poder de los monopolios y sus gobiernos de turno sino también avanzar en la solidificación de las nuevas instituciones populares en donde ya se viene practicando la democracia directa a partir de la autoconvocatoria.
Darle forma y continuidad permanente a esa forma organizativa es vital para el desarrollo de un poder local, un poder dual que será la base sobre la que se asentará necesariamente, un proyecto revolucionario que dé por tierra con este presente de superexplotación y miseria y derrote el futuro que los monopolios tienen preparado para el pueblo argentino.