Cotidianamente nos bombardean desde las cadenas nacionales afines al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y desde otros medios masivos de comunicación de la burguesía monopolista, con datos del crecimiento del producto bruto interno (PBI) a tasas chinas, poniendo a éste como parte de los “éxitos” de gobierno y beneficios para el pueblo. Este discurso no es más que una versión “progre” de la teoría del derrame del neoliberalismo.
Desde hace más de un siglo los trabajadores y el pueblo argentino sabemos que el crecimiento no es desarrollo sino, todo lo contrario, es mas explotación, miseria y hambre para las mayorías.
Para muestra basta sólo un botón:
“La solidez del sector azucarero”. “El azúcar le deja buenas ganancias a Ledesma”. “La firma azucarera consignó un patrimonio neto de $ 1.366,40 millones”. “La presidenta Cristina Fernández inauguró una planta de cogeneración de energía eléctrica de El Tabacal Agroindustria, General Güemes”, nos dicen los titulares de los diarios.
Pero para el pueblo la realidad es otra. Hoy, 2.500 trabajadores de los ingenios La Esperanza y El Tabacal, en Jujuy y Salta respectivamente, llevan adelante su 10º día de paro por demandadas salariales. Todo comenzó en el Tabacal, Orán (Salta) cuando una carreta arrastrada por un tractor que llevaba trabajadores para el ingenio en condiciones inhumanas sufrió un accidente de tránsito causando la muerte de dos obreros y varios heridos.
Pese a que la mega empresa decretó 3 días de duelo por el “accidente”, los trabajadores lanzaron el paro reclamando higiene y seguridad en el trabajo y la demanda de 3.500 pesos de salario para la primera categoría.
La toma se produjo en Orán el miércoles pasado como consecuencia de los aprietes, las amenazas y el envío de telegramas de suspensión a los obreros, producto de la impunidad que le concede el Estado a la empresa creada por Robustiano Patrón Costas, todo un símbolo de la llamada “década infame” y asesino de obreros, que dio origen a la leyenda del “familiar” (espíritu familiar con forma de perro grande, a veces sin cabeza, que devora hombres).
Este conflicto se suma a la larga cadena de luchas obreras y populares que ya tiene en su esencia las nuevas formas de poder que se están gestando y que son parte del movimiento revolucionario, que constituye la fuerza política para terminar con el “reino” de la oligarquía financiera.