La importancia de apuntar en contra de la propiedad capitalista

En plena campaña electoral afloran, desde los distintos candidatos a prenderse a los puestos en disputa, las críticas a las políticas gubernamentales o los apoyos a las mismas según el grupo político que quiera encaramarse en los distintos sillones.

No se trata de planes para resolver los problemas de la población, se trata de embarrar la cancha para que el que está ahora, salga despedido y su lugar pueda ser ocupado por el que disputa.

Veamos algunos ejemplos:

Desde el oficialismo, con el discurso populista en la mano, se atiza la idea de que “hay que aumentar los impuestos a los ricos para resolver los problemas del déficit fiscal con el fin de obtener recursos para ayudar a los pobres que no tienen y no encuentran trabajo”. Sin embargo, paralelamente, se otorgan beneficios y más subsidios a las empresas monopolistas al tiempo que se acuerda con el FMI y con los organismos internacionales de crédito, el pago puntual de los intereses de la deuda, todo lo cual implica que se profundiza el ajuste contra los trabajadores y al pueblo laborioso. Se establecen techos en los aumentos de salarios, en las jubilaciones, se aumentan los importes de los servicios, se fomenta el trabajo en negro y el remplazo de personal de planta por contratados con inferiores ingresos, etc. a la vez que se restan recursos para vivienda, educación, y salud.

Desde la oposición burguesa (de derecha e izquierda), se critican todos los efectos que provocan estas políticas, el hambre, la pobreza, la falta de trabajo, el déficit en educación y salud, la inseguridad, la inflación, la falta de perspectivas para mejorar las condiciones de vida… Todo lo que duele y sufren el proletariado y el pueblo oprimidos. Con ello ponen en evidencia la incapacidad del gobierno de poder solucionar alguno de los temas que más afectan a la sociedad y, fundamentalmente al proletariado y el pueblo laborioso. Pues la burguesía, y sobre todo la gran burguesía monopolista, siempre tiene forma de recostar el pago de la crisis sobre los hombros de los oprimidos que sobreviven debido al trabajo diario que despliegan en beneficio de los capitalistas. Estos siguen acumulando y se “salvan” aunque entre ellos también hay algunos perdedores. Sin embargo, a la hora de ser gobierno, la oposición de derecha (porque la de “izquierda” nunca llega a los puestos decisivos) hace esencialmente lo mismo que el gobierno al que criticaron.

Pero entre las críticas, acusaciones y fórmulas falsas para resolver lo que no puede resolverse de fondo, siempre hay alguien que plantea con descarnada sinceridad que hay puntos en común entre unos y otros, pues se trata del interés que toda la burguesía comparte y la unifica en el trance de sostener el sistema capitalista que mantiene los privilegios de clase que unos y otros defienden frente a la amenaza de las clases oprimidas que tienden a rebelarse para mejor vivir.

Es el caso de Emmanuel Álvarez Agis, ex viceministro de economía, quien declaró en el diario El Cronista del 12-08-2021 que hay dos puntos centrales que, desde el Estado y gobierno, deben encararse: Primero, «Hemos bajado el costo laboral a la mitad y no hay por delante una trayectoria de crecimiento de generación de empleo y de mejoras claras y evidentes para todos». El segundo punto, subrayó, es “trabajar en una agenda de productividad”. Aunque reconoció que La productividad muchas veces para los economistas es algo que queda bien decir, pero es muy difícil de implementar”.

En este “sincericidio” radica el problema central sobre el que gira la disputa de dos intereses antagónicos en la sociedad argentina: el de la burguesía minoritaria, por un lado, y el de las grandes mayorías proletarias y sectores oprimidos, por el otro.

El mencionado ex funcionario dice lo que piensa toda la burguesía monopolista y los funcionarios del gobierno de turno con su séquito de serviles sindicalistas y propaladores de sus ideas. El sostenimiento del sistema de explotación capitalista radica en la propiedad privada de los medios de producción y del fruto de esa producción. De esa manera, a pesar de que quienes producen son masas de obreros colectivos y empleados que administran, cada capitalista decide qué produce, cómo produce y para quién produce, obviamente tratando de sacar la mayor ganancia.

En consecuencia, no hay planificación nacional de las necesidades de la población y, lo único que interesa es la ganancia del propietario de esa producción. Por esa razón, se tiende siempre a achicar el costo laboral (salario) y a la súper explotación (productividad). El futuro, bajo este sistema, no es el mejoramiento de trabajadores sino todo lo contrario. A ello se debe el caos productivo que genera todos los problemas mencionados más arriba. Los gobiernos de turnos culpan de ellos al anterior y la oposición culpa al gobierno de turno por no resolverlos. Esto se repite en cada nuevo mandato presidencial cuando se cambia de signo político.

Es una historia repetida durante decenas y decenas de años y cada vez es más profunda la crisis para el pueblo. Pero pretender achicar más el costo laboral e intensificar la explotación tiene su contrapartida. En su propia declaración Agis reconoce el hecho cuando dice que la productividad es difícil de implementar. Porque aquí lo que juega es la vida de las grandes mayorías que hoy resisten al embate de la política de ajuste, pero que preanuncia un robustecimiento de las luchas que los amenaza permanentemente y los hace tambalear.

Por eso cuando un gobierno se ve acorralado por la rebeldía de los oprimidos y explotados echa culpas a diestra y siniestra por los problemas que nadie de la clase burguesa soluciona, sabiendo claramente que la solución está en que la producción sea de propiedad social, planificada y en beneficio de quienes la generan: el pueblo trabajador, pero como eso significa el fin de sus capitales y riquezas que se acumulan, rechazan el camino y se enfrentan a los obreros y al pueblo.

Por eso la lucha de la clase obrera y sectores populares por acabar con la propiedad privada capitalista es el punto central que va a comenzar a resolver los problemas de toda la población laboriosa. No sólo cuando se alcance el objetivo de la eliminación de la propiedad privada capitalista y la construcción de una sociedad socialista, sino en la práctica y el ejercicio de esa lucha que hay que desarrollar, generalizar y profundizar con esa clara dirección, mediante la cual, como lo indica la experiencia, se van a ir logrando conquistas parciales en lo económico, lo político y lo social. Pero es importante tener en cuenta que una vez alcanzado un objetivo parcial, siempre hay que avanzar en pos del objetivo revolucionario de la toma del poder ya que, de lo contrario, se vuelve a perder lo ganado. Así es el capitalismo.

La clase obrera, la productora de todos los bienes existentes, con su vanguardia revolucionaria al frente, y en unidad con el pueblo oprimido, va a revolucionar no sólo la producción sino la existencia de las mayorías que no sólo disfrutarán del beneficio de una mejor condición de vida sino del crecimiento espiritual que genera la satisfacción de trabajar en beneficio propio y de la comunidad, proyectando un futuro de crecimiento social.

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