Desgobierno de funcionarios, gobierno de los monopolios y lucha de clases

El populismo “Nacional y Popular” que, en nuestro país, es impulsado por sectores de la burguesía monopolista, y el reformismo más el oportunismo de “izquierda”, quinta columna[1] en el proletariado y sectores populares, advierten a los gritos que “se viene la derecha”.

Señalan con el dedo a Milei con su discurso anticomunista y “liberal fascista” (se presenta como abanderado de la libertad, acompañado con la hija de un represor que reivindica a la dictadura militar más represiva y asesina que hubo en el país), pero también apuntan sus dardos contra la alianza del Pro y el radicalismo. Vocean a gritos que hay que avanzar hacia un capitalismo humanista… Estúpida aspiración en un mundo en el que el capitalismo devino en imperialismo.

La batalla entre un bando de funcionarios y otro de candidatos a esos puestos que tienen la intención de posicionarse para ganar los mismos o ser gobierno dentro de dos años, supera el límite de oficialismo y oposición y se mete al interior de cada uno mostrando una cantidad de contradicciones cada vez más profundas que hacen que la situación actual, vista desde las imágenes que muestran las instituciones, sea de un desgobierno evidente. Todo está en duda, el rumbo es errático, los problemas afloran como hongos después de una lluvia y pareciera que el país anda a la deriva.

Sin embargo, los representantes de los capitales monopolistas siguen haciendo negocios, invierten en instalaciones y maquinarias que renuevan sus procesos productivos tal como lo han hecho en la industria automotriz, la industria de la alimentación, la agroindustria, la industria textil, la informática y las comunicaciones, bancos y seguros, etc. (de lo cual damos cuenta en varias notas de esta misma página); saquean, a más no poder, los recursos del Estado mientras le reclaman al gobierno que baje el déficit fiscal, especulan con los pagos de la deuda que ellos mismos crearon, a la par que reclaman que se combata la inflación, etc.

Así, han multiplicado sus ganancias y apuntan a seguir exprimiendo a trabajadores y sectores populares. La gran burguesía u oligarquía financiera sigue concentrando capitales, superexplotando y matando a capitales más pequeños mientras parece ajena a toda la movida politiquera que apuesta a las próximas elecciones del 14 de noviembre.

Es esta misma vorágine hambrienta de ganancias, la que también profundiza la competencia y el saqueo entre ellos mismos para ver quién se queda con la parte más importante de la torta y … están preocupados. ¿Por la competencia entre ellos, por sus contradicciones?

Todos ellos saben que estas son las reglas del juego y que, entre ellos, quien tiene más peso impone su mandato, aunque sea efímero.

Están preocupados porque, como clase que verdaderamente gobierna tras bambalinas de esta falsa democracia, ven claramente lo que pasa en cada una de sus empresas. Y aquí está el verdadero problema que ocasiona sus crisis políticas que los encamina, más tarde o más temprano, hacia una futura crisis de poder.

Es que el viejo topo de la historia, la lucha de clases, cuya cabeza es la clase obrera consciente, hace túneles bajo tierra, amenaza el campo fértil de las ganancias y se reproduce acompañando, y también promoviendo, el acompasado ritmo internacional que va fluyendo en todo el globo terráqueo.

A través de ella, la clase obrera avanza a paso firme, en un contexto que todavía se expresa como resistencia en contra de esta orgía de superexplotación y miseria a la que pretende condenarla para siempre el capital financiero.

Pero la lucha de clases es “terca”, y a pesar de lo que aparece en la superficie, es la que determina los vaivenes de la política y pone límites a las decisiones económicas y sociales que toma el verdadero ente gobernante y sus funcionarios ocasionales que le sirven a pie juntilla.

Y esto es el verdadero motivo que explica que, sobre el caos de la producción capitalista, se erige el “caos” de la lucha de la clase obrera y sectores populares que no cejan en sus pretensiones de una vida digna y buscan la salida a este oprobio llamado democracia capitalista o democracia representativa.

También allí, en este escenario, la burguesía monopolista ve claramente que las fuerzas revolucionarias, entre las que destaca nuestro Partido, aunque pequeñas en cantidad y grandes en potencia creciente, fogonean la democracia obrera, la democracia directa y las organizaciones obreras y populares independientes que germinan y acumulan fuerzas en un proceso sostenido preparándose para enfrentarlos a muerte.

Entonces, sin poder ocultar su miedo, agitan aquí y allá el anticomunismo, la defensa de la democracia burguesa que no es democracia, hablan de la seguridad institucional, fabrican “terroristas” mapuches a quienes acusan de pretender separar la Patagonia del resto del país, pero los ligan al terrorismo “subversivo” pretendiendo meter de emboquillada la pelota contrarrevolucionaria que no pueden dirigir en forma directa en contra de las aspiraciones de trabajadores y masas populares de sacarse de encima esta vida miserable que estamos viviendo.

Es que quieren matar al monstruo antes de que crezca y se haga invencible.

Este es el enfrentamiento real que, tanto la burguesía más concentrada, como obreros y obreras conscientes, ven con claridad en medio de la hojarasca de tanto circo electoral lleno de diversionismo y payasos impresentables.


[1] Sectores que, dentro del proletariado y clases populares, hacen trabajos a favor del enemigo que dicen combatir.

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