Bajo este título, la revista económica Apertura publica, con fecha 18-11-2021, una nota en la que el empresario monopolista Paolo Roca, manifiesta su preocupación por la situación que vive la región en la que crece la pobreza, la falta de educación, y lo que él llama la “primarización” de la economía (léase crisis estructural del capitalismo).
Por dichos motivos critica el papel de los Estados que aumentan permanentemente los impuestos “para sostener una parte de la población que tiene empleo informal o no tiene empleo, lo que condiciona la governance” (en buen criollo: la gobernabilidad).
Para remediar la situación que el financista describe, propone “aumentar la productividad”, ejecutar el “reshoring”, y “reconstruir el rol del Estado”. Veamos:
Aumentar la productividad en países como en Argentina en el que la producción se ha incrementado sensiblemente con menor cantidad de gente en las unidades fabriles. Por citar algunos ejemplos tenemos los casos de empresas siderúrgicas como Acindar (Arcelor Mital) en la que con 1100 obreros de planta se produce una cantidad mayor de acero que lo que se hacía con 4000 en la década de los ’70 del siglo pasado, o el frigorífico Swift que produce con 800 obreros de planta mucho más que lo que en los ’80 del siglo XX producía con una plantilla de 4000 operarios, o Ternium – ex Siderar, la propia empresa del Sr. Roca, que con 5160 trabajadores entre obreros y empleados de planta produce 3,2 millones de toneladas de acero crudo, una cantidad muy superior a la que en la década de los ’70 del pasado siglo producía con más de 12.000 obreros… Y esto es solo por citar pocos ejemplos del crecimiento de la productividad al compás de la disminución del poder adquisitivo de los trabajadores quienes, desde Acindar, acusan una merma del 25 % en los últimos años.
Ejecutar el reshoring, según lo explica el gran burgués, es la relocalización de las plantas productivas a los países de origen, movimiento opuesto al que, por imperio de la propiedad privada capitalista y la búsqueda de la optimización de la ganancia burguesa, produjo el capital imperialista durante los últimos cincuenta años.
Un voluntarismo estúpido que nada tiene que ver con la naturaleza del propio proceso capitalista que ha llevado a las plantas fabriles de los países centrales a la diversificación de la producción mundial en países en donde la mano de obra es mucho más barata que en aquellos, concentrando mundialmente la producción y sometiendo a todo el planeta al tipo de producción imperialista, como última y más concentrada fase del sistema capitalista. Haciendo que obreros de decenas de países contribuyan a la fabricación de miles de piezas que conforman un solo producto (por ejemplo, un automóvil) que se armará en varios países para venderse desde ésos a muchos destinos en el planeta.
Pero, a pesar de que dicho señor atildado expresa ideas estúpidas, no se enreda en su propia lengua, entonces bien se cuida de decir que en México la lógica del reshoring no se da. Hay que aclarar al respecto que, si bien el origen de Ternium es ítalo argentina, la planta en México produce más de 1,5 millones de toneladas de acero. Con ello, cancela el reshoring para su propia empresa. Haz lo que digo, pero no lo que hago.
Igual cinismo aplica cuando se refiere a Reconstruir el papel del Estado, para “fortalecer al sector privado con el fin de integrarse a las cadenas globales de valor”. Habla de eliminar impuestos al tiempo que reclama que el Estado otorgue más subsidios al capital financiero. Porque no quiere decir otra cosa más que destinar más recaudación popular a las arcas de los capitales para la obtención de súper ganancias mayores a las que actualmente hacen a costa de la clase obrera y sectores populares los monopolios.
En síntesis, políticas de “ajuste” para el pueblo argentino y de la región.
Y sin despeinarse, este representante del parasitismo mundial dice: “hay que ver quién paga la transición energética y la sustentabilidad ambiental que se ha instalado con fuerza en el mundo”.
En manos de estos señores como el inefable Paolo Roca estamos a merced los trabajadores argentinos y del mundo, con gobiernos que, independientemente de su bandería política o color de banda delictiva, les sirven fielmente.
Pero detrás de sus estentóreas palabras y necias propuestas, está expresando un miedo central: la cercana ingobernabilidad de los pueblos latinoamericanos, especialmente de Argentina.
Sabe, tal como los revolucionarios y obreros conscientes sabemos, que la lucha de clases se erige sobre esta realidad insoportable y que, la misma, tiene fecha de vencimiento. Ve con claridad que se está operando un cambio creciente en la actitud aún resistente de la clase obrera a estas políticas de súper explotación, y eso le preocupa ya que de la gobernabilidad depende el sostenimiento del sistema.
El espectro al que teme es el ser humano que trabaja y modifica la naturaleza y el mundo quien, naturalmente, contrariamente a lo que imagina el señor Roca, piensa, siente, proyecta, socializa y emprende caminos para transitar una vida mejor.