Ayer, lunes 27 de diciembre, el gobierno chino estampó una firma “para un paso gradual en la apertura de alto nivel en la economía”.
Es una medida acorde con cinco años en donde se redujeron las barreras para la inversión extranjera, con una eliminación total de las restricciones a la propiedad extranjera de automóviles de pasajeros y una mayor relajación de la inversión extranjera en la producción de equipos de comunicaciones clave.
¿Qué empresas van en punta?
Tesla, VW, Toyota, Sony, Canon, Siemens y Ericsson.
Mientras en el año 2017 había 93 sectores vedados para la inversión extranjera a nivel nacional y 122 en las zonas francas, hoy las mismas se redujeron a 31 y 27 respectivamente.
El 1 de enero del 2022 se encienden nuevos fuegos de artificio para los monopolios.
La “centralización política” en China está dando buenos resultados para los beneficios de “occidente”.
Esta firma consolida la apertura de la industria manufacturera China, lo que lleva la lista de “protección” en zonas francas a cero.
Sectores favorecidos: fabricación de automóviles de pasajeros, de equipos de radio y televisión, se elimina las restricciones a la inversión extranjera en la producción de instalaciones de recepción en tierra y componentes clave para la transmisión de radio y televisión por satélite.
En cuanto al sector automotriz China profundiza eliminar los límites de propiedad extranjera para las empresas que fabrican vehículos híbridos totalmente eléctricos y enchufables, resuelto en el 2018 para los fabricantes de vehículos comerciales en el 2020 y automóviles de pasajeros para el 2022.
Con estas medidas que llevan un lustro sólo en el 2022 China atrajo un total de 149,3 millones de dólares de inversión extranjera, transformándose en la segunda receptora de capitales del mundo en medio de la crisis de superproducción, de la pandemia y de una inestabilidad política planetaria de proporciones mayores.
¿Medidas económicas o medidas políticas’
No hay una frontera infranqueable entre una y otra. Sin embargo, esta medida estratégica tiene un fuerte contenido político.
Los monopolios instalados en China impusieron sus reglas a un gobierno altamente centralizado en lo político y capaz de llevar adelante como ningún otro en el planeta un nuevo giro de tuerca en globalización de la producción.
La mano de obra sigue siendo barata en relación a otros puntos calientes y ello requiere de políticas globales que le permitan a China conseguir materias primas con el permiso de las multinacionales que operan en África, América Latina y en la propia Asia.
A modo de ejemplo: las guerras desatadas fundamentalmente en el continente africano, que no son pocas, expresan dos cuestiones. Por un lado, profundizar y garantizar el abastecimiento de materias primas a los monopolios radicados fundamentalmente en China y por el otro, avanzar raudamente en la industrialización de países que puedan garantizar una producción manufacturera con salarios menores a los de China. País que actúa en consecuencia fortaleciendo su presencia imperialista con una nueva base militar en ese continente y no casualmente en Guinea ecuatorial (primera presencia oficial militar en el Atlántico).
VW y Toyota ponen en marcha nuevas plantas de ensamblaje en Ghana, presentes también en Kenia, Namibia y Sudáfrica.
La necesidad de los monopolios de detener la caída de la tasa de ganancia (ver también https://prtarg.com.ar/2014/04/22/sobre-la-necesidad-de-aumento-de-la-masa-de-plusvalia-y-la-tendencia-decreciente-de-la-tasa-de-ganancia/) les exige ir por todo en una época histórica abierta en el 2010, en donde la clase obrera industrial en la propia China comenzó a revertir el comportamiento de la clase obrera luego de varias décadas de derrotas planetarias.
Detrás de cada acontecimiento mundial, por más pequeño que este sea, la lucha de clases con la presencia proletaria en crecimiento, condiciona cualquier centralización política de la burguesía monopólica y la convida a errores y retrocesos inesperados.
La firma del gobierno chino es una imposición global de los monopolios y la misma agudizará la lucha intermonopolista tanto dentro como fuera del gigante asiático, cuando el proletariado viene dando señales muy serias de un ascenso sostenido.