El autodenominado gobierno “nacional y popular” (en esencia una mascarada que busca encubrir los reales intereses que defiende: los de los grupos monopólicos), nos “regala” con el inicio de la primavera un nuevo mazazo a la economía popular.
Si bien es cierto que las familias trabajadoras no necesitamos que los medios de la burguesía nos cuenten cuánto suben los precios de los artículos de primera necesidad que necesitamos a diario, es escandaloso el mecanismo que a través de la secretaría de Comercio Interior, a cargo de Guillermo Moreno, se viene implementando durante los últimos años.
Con el falaz argumento de “controlar la suba de precios en bienes y servicios de consumo masivo”, volvieron a “autorizar” aumentos de precios en alimentos, artículos de limpieza, perfumería, electrodomésticos y bebidas. Hay que recordar que estas subas se vienen realizando periódicamente.
Los incrementos llegan hasta el 12%, de acuerdo con la marca y la empresa en cuestión; proceso ligado a la comercialización de estos productos en las principales cadenas de distribución minorista radicadas en nuestro país, que también se beneficiarán, obviamente, con los mismos. Ellas son: Coto, Carrefour, Wal Mart y Jumbo, entre otros,
Utilizan el chamuyo de “dividir” los productos en masivos, selectivos y premium. Y como ya sabemos, la amplia mayoría de los argentinos apenas podemos comprar “masivos”, lo que no es otra cosa que nos terminan encajando las marcas de tercera o cuarta línea que producen las grandes empresas, las de peor calidad, las de descarte, con las que por supuesto ganan más proporcionalmente.
Las marcas que trascendieron están incluidas en este nuevo “arreglo” son Arcor, Kellogg’s (dueño de Zucaritas, Choco Krispis, Corn Flakes y All-Bran); San Up, fabricante de nebulizadores y otros productos relacionados con la salud; y Kimberly Clark, que aplicará incrementos en sus marcas Kleenex y Huggies; Eskabe, Nucete, Osram, Gafa y Bodega Esmeralda.
Lo que ya sabemos, es que cuando aumentan los precios de un producto, esto repercute inmediatamente en los valores del mismo producto de otras marcas, estén “autorizados” o no por la secretaría en cuestión. Sólo hace falta ir a comprar los mismos productos al mismo lugar de un mes a otro para ver cómo, automáticamente, se deprecia el poder de compra de nuestros salarios.
Despacito… despacito…o no tanto, cada una de las empresas va recibiendo del gobierno de los monopolios una nueva “manito” para continuar aumentando los precios y seguir complicándonos la vida, si de lo que se trata es de llegar a fin de mes.
El vínculo del gobierno con las empresas dejó, desde hace rato ya, la escenografía de “la confrontación” (como si alguna vez la hubiese tenido); sentados a una misma mesa se ponen de acuerdo rápidamente y los negocios continúan viento en popa para todos ellos.
Para el pueblo trabajador, mayores postergaciones y problemas.