Se conmemora hoy la lucha de las trabajadoras textiles que comienza con una serie de huelgas en USA a mediados de 1908, más puntualmente un suceso ocurrido en Nueva York, el 25 de marzo de 1911, cuando 129 obreras de una fábrica textil murieron a consecuencia de un incendio en el marco de las mismas huelgas, tras haber sido encerradas en el lugar por los propietarios de dicha fábrica.
Un año antes, en 1910, en Copenhague, Dinamarca, se llevó a cabo la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas y allí resolvieron declarar el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Nadie diría que una semana después del primer aniversario, sucedería un hecho tan trágico y marcado para la historia del movimiento obrero internacional, cómo lo fue el Incendio en la fábrica Triangle Shirtwaist, de Nueva York.
Como vemos, el origen de esta conmemoración y el objetivo de la misma, es la denuncia de la barbarie capitalista y la reivindicación de los derechos de la mujer como integrante de una clase determinada, la clase obrera.
En su génesis esta conmemoración lleva la impronta del carácter clasista y de enfrentamiento con un modo de producción social que condena a la clase productora, y en particular a la mujer, a la explotación y la opresión en cada manifestación de la vida.
Porque la desigualdad, todavía, no sólo se expresa en el trabajo sino también en el conjunto de relaciones sociales que de allí se desprenden. De allí que la lucha por los derechos de las mujeres hoy tenga una importancia relevante y particular en el cúmulo de las reivindicaciones sociales, económicas y políticas que se levantan aquí y en el mundo.
La orientación que le ha impreso a esta fecha la clase dominante, en cuanto a esconder el carácter clasista con la que esta fecha fue impuesta, no es casual ni mucho menos inocente.
De esa forma se ha intentado y se intenta que el movimiento de mujeres, robustecido en las últimas décadas, vaya por los carriles de su institucionalidad y sus intereses. En definitiva, lo que se intenta es desviar la lucha de la mujer del camino de la revolución poniendo una cuña más en la lucha contra el modo de producción capitalista y sus derivaciones en cuanto a lo que se refiere de las demandas de las mujeres.
Así como la clase obrera jamás obtendrá una libertad política plena en los marcos del sistema capitalista, de la misma manera la lucha de la mujer y el colectivo que se nuclea con ella, tampoco obtendrá plena libertad en sus derechos políticos en los marcos de este sistema. Por eso la lucha es de clase contra clase.
Los femicidios y la violencia sexual, la discriminación sexista en el trabajo y en la sociedad, la segregación de todo tipo sobre la mujer se agudiza y refleja claramente el sometimiento al cual están expuestas.
Nada podemos esperar de la institucionalidad burguesa y el camino que debemos recorrer es la autodefensa de masas, organizada desde la perspectiva de la unidad política de los reclamos y demandas específicas del movimiento de mujeres con los del resto de los sectores explotados y oprimidos.
La lucha de ese movimiento, y todo lo que ello conlleva, forma parte de una gran ola en la lucha por la conquista de libertades políticas, sociales y económicas contra un sistema cada vez más parasitario y más opresivo sobre el pueblo trabajador.
Las conductas sociales de explotación y sometimiento de la mujer subsisten y subsistirán en la sociedad actual pues son estimuladas por el propio sistema capitalista, que al mismo tiempo reivindica esta fecha.
Todas ellas deben ser combatidas por los y las revolucionarias en el terreno que toque dar esas batallas, con la convicción que las mismas tendrán más fortaleza si son encaradas desde un carácter de clase, en abierta lucha ideológica contra las concepciones burguesas y pequeño burguesas que limitan y reducen las demandas de las mujeres a un problema de discriminación sexual totalmente desvinculado de las relaciones sociales dominantes.
La lucha por los derechos de las mujeres debe ser de clase y revolucionaria.
La conquista de sus reclamos inmediatos y de vida digna se desarrollará en el marco de la lucha contra la explotación y la opresión del sistema, emparentadas cada vez más con las hermanas y hermanos de clase, en el camino de la revolución.