Las avanzadas proletarias que le están poniendo el cuerpo a la lucha y resistencia frente a la burguesía monopolista aún no están lo suficientemente imbuidas de las ideas revolucionarias.
Prevalece la lucha económica sin ese fundamental ingrediente que es la lucha política.
En el plano del enfrentamiento económico hay mayor predisposición a la lucha y eso es muy bueno. Miles y miles de jóvenes proletarios van haciendo experiencia en un marco de resistencia plagado de dificultades.
La lucha y la movilización son las grandes escuelas del proletariado.
Pero a pesar de toda dificultad, la lucha política no es para después de la lucha económica.
Si en esas embestidas de la clase no se conjugan las fuerzas en ambos planos, se corre el riesgo que -de una u otra manera- deberíamos volver a empezar de cero. Situaciones que producen desazón en las filas proletarias, cansancio y búsquedas por fuera de los intereses de clase.
Pero cuando hablamos de lucha política no siempre queda claro qué queremos decir a los oídos receptores.
Es que la clase dominante con su poder de dominación llama lucha política solo a lo que se enmarque en los marcos institucionales que le pertenecen en un todo. Confunden y no se cansan de confundir con frases hechas y vacías como “la defensa de la democracia”, “respetar las mayorías”, etc. Cuando ya sabemos que “nuestros” representantes son producto de enjuagues de intereses monopólicos. Siempre las mismas caras y las mismas tretas de engaño.
Se suman las fuerzas de izquierda que en este y con su vocabulario “revolucionarista” reproducen las fuerzas políticas del sistema llevando más confusión a quienes resisten y ponen todo de sí para la lucha.
Cuando los revolucionarios hablamos de la lucha económica y política, esta última es la política revolucionaria. Es decir, una política que a cada instante de la lucha económica inserte en las avanzadas el por qué luchamos, hacia dónde queremos ir para que ese enfrentamiento eleve peldaños hacia un objetivo definido.
¿Cuál es el objetivo definido?
¡La lucha por el poder para la clase obrera y el pueblo! Que ese proletario que está en su lugar de trabajo, que hoy resiste y pelea, sepa que la lucha que está haciendo tiene como objetivo ganar la lucha por la reivindicación que se trate, pero a la vez tiene la obligación de explicar a sus pares que mientras exista una sociedad de explotados y explotadores (causante de todos los males para las mayorías) las cosas siempre volverán al principio por más triunfo que obtengamos. El objetivo político ayuda para explicar ¿el por qué? de la lucha revolucionaria.
Los dueños del poder “nos ponen un peso en el bolsillo y nos lo sacan por el otro” y en ello tienen mucha experiencia.
Pero la cosa cambia cuando a cada lucha que realizamos, ganemos o perdamos en la reivindicación, habremos explicado de la manera más simple y sencilla del por qué la clase obrera tiene que disputar en el terreno político y dirigir todo el esfuerzo a acumular fuerzas que cuestionen el sistema capitalista.
Pero lo cierto es que hoy por hoy para poder enfrentar esta gran tarea necesitamos de un partido de la clase obrera, de destacamentos como nuestro partido que cuentan con un programa revolucionario para que sea tomado por las avanzadas de hoy.
Es aquí en donde encontramos dificultades para elevar ese grado de conciencia de la necesidad de un partido de la clase obrera. Y que muchas veces la misma lucha económica diluye u obstaculiza la lucha política o ideológica entre los proletarios.
Las dificultades se acrecientan cuando eludimos la lucha política por el poder, cuando los revolucionarios esquivamos la explicación de nuestro programa y de los objetivos que nos proponemos para lograr una nueva sociedad de carácter socialista. En última instancia subestimamos a las avanzadas que cada vez más se abren a nuevas ideas.
En los últimos 40 años la clase dominante con la ayuda de la “izquierda” parlamentarista y del progresismo institucional han logrado “liquidar” la lucha política por el poder. Pero a la vez, millones de asalariados saben por experiencia propia que así las cosas son más de lo mismo, “el mismo perro con diferente cadena”.
De lo que se trata es introducir el programa revolucionario en las masas proletarias, traducirlo al plano político cotidiano y fortalecer el partido revolucionario, las organizaciones independientes de la clase, únicas capaces de revertir la actual situación a la que nos ha llevado el sistema capitalista y la clase dominante.
¡Ayudemos a que las vanguardias obreras a perder el “miedo” a la política revolucionaria!
Quebrar esta situación, incorporarse al partido que representa los intereses de su clase, y ser arte y parte del proyecto en marcha.
Se necesitan cada vez más fuerzas para dirigir la bronca que se viene, pero esas dudas imperantes son utilizadas por la clase dominante para debilitar el proyecto revolucionario entre las mayorías explotadas y oprimidas.