Los trabajadores de limpieza, maestranza y desmalezado del Ferrocarril Sarmiento y el Belgrano Sur ha iniciado una huelga.
En el marco de un estado deliberativo establecido en sus ámbitos de trabajo frente al ninguneo de Ferrocarriles Argentinos y de la empresa Servisud (subcontratista) respecto de sus demandas de aumento de salarios y de adeudamiento de bonificaciones que desde hace varios meses vienen reclamando.
Las asambleas realizadas en los lugares de trabajo coronaron unánimemente la resolución de avanzar en un paro por tiempo indeterminado y en la movilización hasta que no se resuelvan los aumentos salariales que reclaman.
Los mal llamados tercerizados tienen los salarios más atrasados de todo el ferrocarril.
Su trabajo -que también incluye el mantenimiento- es considerado por las gerencias de las empresas y la subcontratista, por las dirigencias de la Unión Ferroviaria y de la Fraternidad, una actividad secundaria y vana, a punto tal de no considerarlos trabajadores ferroviarios. Sobre la base de este argumento les pagan salarios que están muy por debajo inclusive de “la línea de pobreza” que la burguesía utiliza engañosamente. Ni que hablar de la Canasta Familiar.
Ni aun con los aumentos paritarios -en cómodas cuotas acordados por el sindicato de maestranza- sus salarios pueden llegar a cubrir las necesidades básicas de sus familias, tal como ocurre con la inmensa mayoría de los trabajadores de nuestro país.
En el marco de los nuevos anuncios de aumentos de tarifas, de transporte, de combustibles, etc. que irremediablemente se reflejan en los precios de todos los alimentos y bienes, el atraso salarial es aún más cruento y sin lugar a dudas deliberado, con el fin de mantener su chatura en niveles de miseria.
A esta política de clase, amparada en la explotación laboral de la clase obrera, se enfrentan hoy todos los obreros.
Los que asumen la conducta de anteponer sus intereses como trabajadores frente a los de las patronales reniegan de este andamiaje hipócrita que envilece sus vidas. Es una conducta que corroe la propia entraña del régimen capitalista y que – a pesar de todos los palos en la rueda, de las trabas institucionales de las burocracias, de los silencios y ocultamientos orquestados y de las mentiras que se hacen circular- se afianza producto de la experiencia práctica, los desengaños y manoseos a los que la clase obrera esta sometida.
De allí que se desenvuelvan organizaciones de base que sostenidamente comienzan a expresar lo nuevo, lo que avanza desde lo profundo, desde el odio al capital y desde la humanidad de los propios trabajadores intentando actuar como clase para sí.
Si algo puso en el escenario de la lucha de clases en nuestro país la conquista de los obreros del neumático, es que se les puede ganar cuando se conjugan el sentir de la amplia mayoría de las y los trabajadores con la impronta política de esa conducta de clase que expresan las avanzadas obreras.
Cuando el capital siente el aliento en la nuca recula, cuando ve que sus negocios y sus intereses peligran, es decir cuando su producción de riquezas está en riesgo porque la paz social se ha roto por lucha, la conjugación de la que hablamos hace mella. Raudos como ratas salen a tratar de apagar el incendio, pero ya es tarde. Su desesperación es tal que agregan más leña al fuego propagando un incendio que no pueden contener.
Un indicio de todo esto se expresó en medio de la asamblea de los trabajadores ferroviarios, cuando la gerencia del Sarmiento trató -con amenazas y hasta con fuerzas de seguridad privada- intervenir para que la misma se realizara puertas adentro, en un recinto cerrado -no en los playones de Castelar- para que no la vean ni los demás trabajadores, ni los pasajeros del ferrocarril. “Para no interrumpir la normalidad de la situación” dijeron con sus palabras después que la asamblea les bajara el copete y continuaran con sus resoluciones.
Se va amasando un escenario donde la masividad de las organizaciones obreras de base interviene para que su acción y lucha se exprese como clase.
Pero a la vez, a la luz de todo el andar de los enfrentamientos -en un marco de resistencia- avanzamos a una situación donde toda lucha por salarios debe ser entendida como una acción política de clase.
Lo que ello implica va más allá de las demandas puntuales de uno u otro sector de trabajo, expresa la necesaria unidad política de la clase obrera actuando como clase frente a un enemigo despiadado que es necesario derrotar, implica dotarse de la fuerza que representa la organización de base y la comprensión que solo con una política de clase y revolucionaria avanzamos en nuestras necesidades, que no solo son salariales sino que abarcan inclusive la destrucción de un régimen social y económico que se sostiene a costa de la esclavitud asalariada.
Fuerza compañeros, vuestra lucha es una lucha de todos.