Luego de la experiencia de los obreros del neumático[1] que elevó el piso de la lucha de clases, se ha producido una merma en la actividad nacional de la clase obrera y de los trabajadores en general.
Es que ese nuevo peldaño movió la jugada de las dos clases antagónicamente enfrentadas (burguesía y proletariado) lo cual condicionó las “negociaciones” de los cierres de paritarias de varias ramas a través de las cuales se alcanzaron porcentajes de aumentos que, con anterioridad, las empresas y el gobierno no estaban dispuestos a ceder, pues todas las medidas tomadas por la burguesía y el gobierno apuntaban a lo contrario.
Los casos más resonantes fueron: camioneros con un 107%, los trabajadores del vidrio con 112,4%, obreros navales 110%, trabajadores del seguro con 109,75%, farmacéuticos 109% constituyendo los acumulados más altos en el plazo anual.
Con un paro que duró “minutos” por decreto de la conciliación obligatoria, el gremio de la carne cerró el año con un 80% en cuotas; con paros y conciliación obligatoria los trabajadores de la T.V., lograron un 83%.
A todo ello hay que agregarle bonos que van desde los $ 25.000 a $ 100.000, según las ramas, pagos de sumas no remunerativas y otros beneficios. Y así, podríamos seguir dando otros ejemplos.
A pesar de que, en algunos casos, los porcentajes no significan grandes conquistas económicas respecto del proceso inflacionario porque se parte de salarios muy bajos, lo que destacamos es la importancia política que significó el haberles doblado la mano a empresarios y sindicalistas pro patronales que aprovecharon la jugada para ponerse como los actores de dichos “logros” aunque con ello escupen para arriba.
Es indudable que, en estos casos y otros que aquí no se mencionan, la lucha de los trabajadores del neumático no sólo puso en evidencia a la conducción tramposa del gremio, sino que, fundamentalmente, conmocionó a la burguesía que vio arrinconada a varias ramas ligadas directamente a esa industria (automotrices, autopartistas, transportes de pasajeros y transportes de mercaderías, comercios de repuestos y gomerías).
Y como dice el dicho popular, “cuando veas las barbas cortar pon la tuya a remojar”, la burguesía y su pata sindical, trataron de curarse en salud (¿en salud?) poniendo dinero en el bolsillo de los trabajadores para aplacar la presión e intentar sostener cierta paz social. Así y todo, el hartazgo y la presión que en silencio emite atronadores gritos, no se logra atemperar.
Y decimos que no logran atemperar porque, a pesar de los aumentos, el dinero no alcanza porque se escapa como el agua entre los dedos y en breve comenzarán a regir los aumentos de agua, luz y gas. A ello hay que sumarle la corrida de precios, fundamentalmente, en los alimentos y en la ropa, en el transporte urbano de pasajeros, peajes, el reciente de combustibles, alquileres a los que se aplica el índice anual de más del 70%, y otros. Los graznidos de la burguesa vicepresidenta en contra de los aumentos de las prepagas no hacen más que ponerla en evidencia de querer tapar el sol con un dedo y de diferenciarse de un gobierno al que pertenece irremediablemente.
Por si eso fuera poco, la inseguridad se enseñorea en las calles cada vez más violentas a causa de la extensión y generalización de crímenes, narcotráfico y robos que cuentan con la complicidad y fomento policial, judicial y políticos solventada con capitales de la burguesía que han destapado una caja de Pandora que ha esparcido por todo el país unos “demonios” incontrolables aumentando el odio y el descontento social.
Además de las víctimas diarias, como por ejemplo una nena de tres años con un tiro en la cabeza en Rosario, ayer, precisamente, se produjo otro crimen policial que mueve las fibras sensibles de los trabajadores y el pueblo. La víctima fue un obrero de la empresa de gaseosas Manaos y el hecho, popularmente señalado como de “gatillo fácil”, en realidad supera dicha calificación pues responde a una política que caracteriza a la policía y demás fuerzas de seguridad basadas en la represión y el intento de disciplinar a la sociedad.
A ello debemos sumarle la falta de expectativas a una mejor vida alcanzable mediante el propio funcionamiento del sistema, en la que hasta los médicos (por poner una profesión que se caracterizó por ser de las mejores rentadas) no completan su residencia porque los obligan a trabajar jornadas de 15 horas con salarios de $ 120.000, en el mejor de los casos. Ahora pretenden, además, que los estudiantes secundarios tengan la obligatoriedad de trabajar gratis para beneficio de los capitalistas.
Lo anterior, augura un panorama que cerrará un año incierto para el poder burgués, su gobierno actual y el futuro elenco que lo remplazará ya que la crisis política a la que están sometidos por todo lo dicho sobre la base material de la propia crisis capitalista, no tiene visos de salida y, por el contrario, tiende a profundizarse.
Por el lado del proletariado y pueblo en general, las perspectivas de mejoras deben basarse en seguir el camino de la experiencia comentada basada en el poder que la clase obrera posee por su papel protagónico en la producción. Avanzar en la unidad de la clase y de ella con los sectores populares.
La organización que permita darle un norte definido será el elemento central que irá inclinando la balanza cada vez más a favor de las aspiraciones obreras y populares.
El papel de nuestro partido en ese sentido es fundamental. Ésos son los retos que deberemos afrontar en los próximos tiempos.
[1] Ver nota de esta misma página publicada el 26-10-2022