A las mentiras de la burguesía y su gobierno, oponer la decidida lucha por nuestras aspiraciones

Con total subestimación a los movimientos de la clase obrera que se vienen dando en los últimos años a esta parte por demandas salariales y mejoras en las condiciones de trabajo, las expresiones políticas de la burguesía continúan embarcadas en la contienda electoral.

Partidos políticos y medios masivos de difusión, hacen oídos sordos y, como si los problemas y las demandas no existieran, debaten, plantean y llenan espacios radiales, televisivos y escritos con las especulaciones sobre armados de listas, alianzas, candidatos y temas que muestran crudamente la crisis y descomposición del sistema capitalista y su democracia formal.

Las publicaciones sobre los índices de inflación, de pobreza y de la situación de la niñez, entre las estadísticas que nos muestran, son escandalosamente falsos y no resisten una mínima comparación con la realidad que es mucho más terrible de lo que muestran esos números.

Mienten al decir que combaten la inflación cuando la misma es utilizada para reducir el déficit fiscal con el simple mecanismo de haber destinado recursos calculados tiempo atrás medido en varios meses y recaudar impuestos actualizados vía precios aumentados, mientras que los aumentos salariales particionados en cuotas mensuales no suman los porcentajes que dicen que se obtuvieron en paritarias.

Mientras el mecanismo viene funcionando, se auto aplauden cebándose con cierta impunidad que lleva años de mentiras y engaños, mientras la acumulación de bronca y odio en los trabajadores y sectores populares oprimidos crece geométricamente.

Las demandas sordas y aquellas que suenan estridentemente aumentan con el odio y la burguesía sigue el camino con anteojeras y tapones auditivos escondiendo la cabeza como el avestruz.

Hablan de democracia y de respetar el derecho de los demás al libre tránsito cuando se les cuestiona en las calles la falta de luz, o las luchas desbordan el ámbito fabril o del lugar de trabajo, al tiempo que no respetan la más elemental vida digna de quienes producimos todo lo existente y realizamos la administración, la distribución e intercambio de la producción.

Escupen para arriba… Pero, ¡oh error!, nunca es aconsejable tal conducta, por las consecuencias que la misma trae.

Condimentando la actitud de clase, la ministra de trabajo dice muy suelta de cuerpo y con el más evidente cinismo que el límite del 60% de aumento para las paritarias es justo aunque puede ser superado por algún gremio que por sus características tenga una situación particular propia de ramas que obtienen beneficios que superan la media.

Como si desconociera que hay una cuota de ganancia media que la burguesía aplica a cualquier producto o servicio, y que la misma surge del balance normal del funcionamiento de la economía capitalista la cual favorece a los monopolios en desmedro del resto de su propia clase y de la población oprimida.

Las diferencias y particularidades supuestamente existentes entre las ramas de producción sobre las que insiste la ministra no son distintas, comparativamente, con las que se promueven al interior de cada fábrica entre los trabajadores de planta, contratados o de contratistas, siendo que todos son igualmente imprescindibles para obtener el producto final. Dicha diferencia no es menos falsa que el celibato de un cura pedófilo, y sólo generan divisiones en la clase obrera y mayores ganancias para la empresa.

Entre tanta hipocresía y maraña de mentiras, veremos cómo se las arregla la burguesía y su gobierno de turno tan reaccionario como el anterior y como los candidatos propuestos para el próximo, para enfrentar a las insatisfechas demandas que desde las bases obreras y de trabajadores en general, van resonando en los ámbitos laborales, sobre la conciencia o la intuición generalizada de que en el año electoral se debe aprovechar la debilidad que para la burguesía representa tener que recurrir a los votos de quienes sufren sus políticas antipopulares.

El proletariado y sectores populares oprimidos tienen vasta experiencia como para aprovechar tal circunstancia, terreno sobre el que los revolucionarios estaremos agitando, propagandizando, impulsando y organizando, con actitud ofensiva, las lucha y el enfrentamiento para la obtención de nuestras reivindicaciones económicas a sabiendas que las mismas son golpes políticos que estaremos dando a la clase dominante y al propio capitalismo.

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