Un nuevo triunfo de la clase obrera vuelve a poner blanco sobre negro, los intereses reales de los trabajadores frente a los atropellos del “capitalismo en serio”, que propone el gobierno de los monopolios. Frente a los sueldos miserables y la inflación, sumado a las políticas de tercerización de las empresas, un nuevo paro de trabajadores aceiteros, volvió a hacer tambalear a las exportaciones de granos y oleaginosas.
Los trabajadores cortaron el acceso a las principales terminales portuarias del cordón industrial de San Lorenzo, al norte del gran Rosario, en solidaridad con mil obreros tercerizados, que quedaron afuera de un acuerdo pactado con el sector empresario. El reclamo se elevó al pago total del plus salarial y la efectivización de los 1000 compañeros tercerizados.
La huelga golpeó a las empresas monopólicas que operan en ese puerto, entre las que se encuentran las firmas Bunge, Cargill, Dreyfus, Molinos y Terminal 6. Luego de un día de paro, los trabajadores decidieron levantarlo tras la conciliación obligatoria dictada por el ministerio de trabajo. Este conflicto se da en medio de las negociaciones que mantenía el sindicato aceitero con la cámara empresarial, para avanzar en las próximas paritarias.
Luego del pomposo discurso de la presidenta en la reunión del G20, donde hace un llamamiento a un capitalismo en serio, y pretende explicar que de esa manera, la clase obrera y el pueblo tendrían un bienestar maravilloso, la realidad de la lucha de clases en nuestro país vuelve a cachetear a la subestimación que los monopolios y el gobierno hacen de los argentinos.
Mientras se quiere vender humo en la reunión del G20, afirmando que en la Argentina todo va viento en popa, la realidad de la lucha de clases en nuestro país baja de un plumazo las mentiras del gobierno.
Es cierto que los planes políticos del gobierno de los monopolios apuntan a profundizar el capitalismo, o el modelo como les gusta llamarlo a ellos. Donde pretenden achatar los salarios con la inflación y la suba de impuestos; incrementando el trabajo tercerizado y en negro para explotar aún más a los trabajadores y como herramienta de chantaje; incrementando los fondos del Estado para el subsidio a las grandes empresas; más todo lo que significa profundizar al capitalismo, como está planteado en la nota del día de ayer en esta página.
Al mismo tiempo que se producía este nuevo conflicto con los trabajadores aceiteros, en el país se reproducen miles de luchas y las movilizaciones justamente contra las políticas de profundización del modelo de la presidenta y su gobierno.