Hasta las burocracias sindicales empresariales han comenzado a hablar de “movimiento obrero como columna vertebral”. Algo que en boca de ellos es un caradurismo sin límite. Pero las actuales condiciones en que deben navegar con un abajo muy picante los obliga a vociferar frases que han sido tabú por más de 40 años.
Lógicamente que ese concepto en manos de esta lacra nada tiene que ver con lo que la clase ha comenzado a caminar como clase en sus primeros y primarios pasos. Se ha echado a andar un proceso que se acompasa con el grado de lucha de clases de hoy.
Cuando estos traidores a la clase desde sus “principios” y su accionar agitan aguas “combativas” es porque sus mandantes (parte de las multinacionales) delatan las diferencias políticas con el gobierno y presionan para sacar tajada de una parte de la torta.
A no equivocarse: estas burocracias no están bajo dos fuegos y por ello esas voces de “combatividad” responde al interés burgués.
Pero lo cierto que estos impresentables sí están bajo el único fuego que aprieta el zapato, el proletariado resiste y lo hace en forma ascendente a pesar de un contexto de despidos, amenazas de todo tipo y en un marco de apriete para profundizar la baja salarial y aumentar la productividad. Las condiciones de vida empeoran cotidianamente y eso pesa.
Cuando la “combatividad” viene de arriba tenemos que leerla como contradicciones políticas, a sabiendas que las mismas se vienen agudizando. Cuando la resistencia viene de abajo solo nos resta aunar cada vez más fuerzas en torno a la derrota del plan del gobierno y con ello organizar las fuerzas del descontento social.
Es en este sentido que las avanzadas de la clase, que van creciendo, deben transformarse en referentes para que el dolor existente en la sociedad comience a tener los legítimos referentes capaces de aunar las fuerzas que nos planteamos para la derrota del plan del gobierno.
La resistencia se está dando, en mayor o menor medida, y la misma irá creciendo. La vida se está haciendo insoportable. En la medida que esas avanzadas tomen en sus manos el papel dirigente que les corresponde, las fuerzas fluirán cada vez más para cambiar la calidad de la actual resistencia.
Las fuerzas que están actuando con cierto grado de organización por abajo, deben trabajar con planes políticos que se correspondan con derrotar al plan de gobierno.
Esas organizaciones de base deben seguir fortaleciéndose dentro de los establecimientos, agitar la idea que de lo que se trata es parar la ofensiva contra los intereses del pueblo y que ello se logrará con unidad y amplitud política en el abajo que requiere el momento.
Pero hay dos cuestiones a tratar. Por un lado, el fortalecimiento dentro de los propios establecimientos se irá dando con debates en las bases practicando la democracia obrera tan ajena a las burocracias empresariales. Debates y asambleas de base que se materialicen como se pueda y en las condiciones que sea. Denunciar la actual institucionalización que propone la clase dominante en todos los terrenos y robustecer las fuerzas que vamos creando desde la resistencia como fuerzas independientes para la disputa por un nuevo tipo de poder.
Y por otro lado, que esas referencias dentro de los establecimientos, esas nuevas avanzadas adopten como punto central que su fortalecimiento se hará si además del establecimiento trabajamos por unir fuerzas que ya están resistiendo pero aún en formas aisladas, sin relaciones y contactos.
Esos grupos, sean agrupaciones de base, sean grupos que se afianzan en confianza que da la resistencia y la lucha deben desplegar con iniciativa y con tareas precisas los caminos de unidad.
Ya no es suficiente “llamar” a la unidad. Cada trabajador de avanzada debe saber que es parte de un plan y ello hoy por hoy significa que esas manos dispuestas que están resistiendo en sus lugares de trabajo realicen tareas de unidad también por fuera de los establecimientos.
La unidad por abajo, la democracia directa, la autoconvocatoria necesitan cada vez más manos para derrotar el plan de gobierno y son los proletarios y proletarias de base, las que le están poniendo el pecho a las balas, quienes tienen que tener precisadas sus labores políticas, lo que de hecho implica la intromisión directa en la elaboración de las tácticas políticas a seguir.
A esas avanzadas las llamamos referencias que se van erigiendo en puntos claves para aunar fuerzas. Sin esas referencias políticas, de masas los llamados a la unidad o las justas consignas que se desplieguen no perdurarán en el tiempo y pueden llevar a nuevas frustraciones.
No hay conciliación de clases. La burguesía se encuentra políticamente débil. Su punto fuerte, contradictoriamente, es el estado embrionario en que se encuentran las nuevas referencias que va creando la verdadera resistencia de la clase obrera y el pueblo, y su falta de desarrollo.
En la medida que las fuerzas locales se hagan fuertes y en simultáneo se vayan hilvanando con fuerzas zonales, regionales, provinciales, los caminos de unidad práctica irán tomando mayor cuerpo. La confianza en las propias fuerzas políticas que va creando la resistencia con estas metodologías de democracia proletaria se irán transformando en verdaderas y sentidas referencias por fuera de la institucionalización que propone la clase dominante con sus fuerzas políticas y sindicales putrefactas.
El Estado es de los monopolios y el plan político de derrotar el plan de gobierno apunta al verdadero poder.