Encendidos discursos, actos y programas radiales y televisivos exaltando el nacionalismo, inundaron ayer todos los medios masivos de difusión en relación al tema de Malvinas.
La “defensa del territorio nacional, los recursos y la soberanía” eran el eje de los mismos.
Fue groseramente abundante y apabullante el bombardeo publicitario.
Mientras tanto, los dueños del poder, con el Estado a su servicio, transitan la misma picada que los protagonistas militares de los años ‘70 abrieron para llegar al sostenimiento de un sistema cada vez más cuestionado por el pueblo, haciendo que la enramada se les cierre nuevamente.
En aquellos años, la guerra intentó ser el recurso para prolongar, por otros medios, la política de entrega de nuestro país a la oligarquía financiera internacional. Hoy, la política de la institucionalidad democrática de los monopolios es el recurso a través del cual se intenta prolongar la guerra de clases, al tiempo que se trata de encubrir la misma.
Han cambiado las formas de dominación pero no la esencia del poder de sometimiento que ejerce la burguesía.
Así como la junta militar, debilitada por el empecinamiento en la lucha por parte de los trabajadores y el pueblo, buscaba un poco de aire mediante la comedia armada de la defensa de la soberanía en Malvinas al tiempo que entregaba el patrimonio nacional a la oligarquía financiera internacional… comedia que devino en tragedia para el pueblo, el gobierno de Cristina Kirchner quien administra el Estado al servicio de la misma oligarquía financiera internacional vuelve a las brumosas islas a fin de repetir el intento con el fin de salir de tanta debilidad política y “lograr” una unidad pegada con engrudo contra un supuesto enemigo exterior.
No es casual que desde el 2003 a la fecha nadie habló del tema de Malvinas y ahora vienen con toda la fuerza a cabalgar sobre la necesidad de recuperarlas.
Pero veamos cómo defiende la soberanía la burguesía monopolista a la que pertenece la presidenta:
- Mientras se niegan recursos para las necesidades más básicas de las grandes mayorías populares, se incrementa el dinero que el Estado regala a los monopolios para sus negocios: Los subsidios a las empresas transnacionales aumentaron un 23,9% durante los dos primeros meses de este año, llegando a la suma de $ 6.822,2 millones.
- La guerra por los capitales para las inversiones que los monopolios necesitan que el Estado efectúe para sus negocios, ha llevado a cortar las importaciones de elementos que miles de empresas medianas y pequeñas requieren para ponerse en movimiento, con lo cual se fomenta la destrucción de fuerzas productivas a fin de limpiar de “hojarasca” el bosque de los negocios monopolistas. A lo mismo responde la reforma orgánica del Banco Central y el sainete de las estatizaciones a cuyo pilotaje se encuentra el gestor de las privatizaciones durante el menemismo, el inefable Dromi.
- $ 1.851,9 millones se destinaron al sistema de transporte durante los meses de enero y febrero del presente año, lo cual implica un aumento del 33,5% para el mismo período del año anterior. Por un lado el gobierno no permite la compra de insumos y materias primas para la producción de mercaderías a fin de que no se “fuguen” divisas y por el otro, fuga divisas para los subsidios de empresas que sostienen su nivel de ganancias a costa de los impuestos que paga todo el pueblo.
- La secretaría de comercio interior al frente de la cual está el “patriota” Moreno, autorizó el aumento de la mayoría de los productos de la canasta familiar, al tiempo que, desde el poder ejecutivo y con la complicidad de los sindicatos, se trata de frenar, por todos los medios, los aumentos de salarios de los trabajadores.
Al respecto uno de los más reconocidos oligarcas, Rattazzi, director de la automotriz Fiat en nuestro país, quien apoya el curso de la gestión estatal pero mira con desconfianza el fuego con el que juega el gobierno agitando el nacionalismo, dijo que Moreno “no es ningún patriota”. Insistió, como lo viene haciendo desde hace años, que “la inflación es el problema central en el país” (se refiere a los aumentos de salarios), y remató su idea haciendo un paralelo entre la crisis de Europa y la situación en Argentina diciendo que “allá hay un problema de 32.000 Euros per cápita. Aquí, si entramos en problemas (sic), es un problema de 8.000 Euros per cápita. Son cuatro veces más ricos y más rentables en Europa que nosotros. Por tanto, es un problema diferente: acá todavía es un problema de pobreza, allá es un problema de riqueza, que va a tener que disminuir un poco.”
Lo anterior, no es más que una muestra de la incapacidad política que tiene la burguesía monopolista no sólo para cobijar bajo el paraguas del nacionalismo al pueblo argentino, sino para salir de la división creciente que existe en la propia oligarquía financiera a fin de decidir el rumbo que el país debe tomar para garantizar sus negocios.
La defensa del sistema, contradictoriamente, los lleva a la profundización de sus disputas y su enfrentamiento con el pueblo. Sobre ese escenario es que los trabajadores debemos avanzar con decisión en la lucha y construcción de nuestras fuerzas para doblegarlos y vencerlos.