Como venimos advirtiendo en nuestras últimas publicaciones, se avecinan meses de extraordinarias luchas de la clase obrera, fundamentalmente como réplica al tremendo tarifazo que aplicaron los monopolios a fin de año.
Pero interpretarlo solamente desde este punto de vista sería erróneo, pues estaríamos desconociendo leyes fundamentales de la dialéctica, como son el constante movimiento y la acumulación simultánea de elementos cuantitativos y cualitativos de la lucha de clases, y la experiencia que en ella que viene ejerciendo aceleradamente una clase obrera joven, que ya hizo sus primeras armas en los últimos tiempos y que lejos de estar ajena a la absoluta desconfianza en el sistema (como la gran mayoría del pueblo argentino) se pone a la vanguardia. Esto, con una clara práctica de la democracia directa y la autoconvocatoria, con un importante grado de organización que lleva a dicha autoconvocatoria a institucionalizarse y a hacerla perdurar en el tiempo, constituyéndose en los hechos en la reafirmación del nuevo movimiento obrero revolucionario que está naciendo desde el corazón del proletariado; es decir, de abajo hacia arriba; y que más tarde o más temprano adquirirá, sin dudas, un carácter nacional que marcará el inicio de una nueva etapa en la lucha política argentina, abriendo una grieta insalvable entre revolución y democracia burguesa.
En el último año, la innumerable cantidad de conflictos (aunque separados entre sí, no hayan tenido “gran” resonancia) fueron llevando a que se afianzara, por su ejercicio, nuevas organizaciones obreras que durante años estuvieron moviéndose en la clandestinidad de sus puestos de trabajo, pero que fueron ganando terreno, ganando legalidad en las masas, y arrinconando las políticas represivas de las empresas y los sindicatos.
El clima es otro. Producto de la acumulación, y con ello, las necesidades de cambio se ven más nítidamente. Cada día, la relación entre las vanguardias obreras y las más amplias masas es más estrecha, se afianza, producto precisamente de la autoconvocatoria; lo cual quiebra el aislamiento, aparece la posibilidad de la unidad con otras empresas, y toma vigor la lucha franca y abierta, siendo la movilización de varias fábricas en cada zona un nuevo elemento que se suma a lo vivido hasta ahora en muchos años.
Esto traerá un condimento revolucionario de excepción, porque la debilidad política de la burguesía se profundizará ante el fortalecimiento del proletariado en la búsqueda de sus aspiraciones.
Los intelectuales más lúcidos de la burguesía alertan, no sin preocupación, que la mayoría de los conflictos del 2012 nacieron y se ejecutaron desde las bases en lo relacionado a la industria; incluso admiten que los sindicatos se han “aggiornado” a esta nueva situación, aduciendo que “total siguen facturando con la cuota solidaria (descuento salarial compulsivo que reciben los sindicatos, se esté afiliado o no) y lo que no logran manejar en las fábricas les interesa muy poco”. Obviamente lo que no se atreven a afirmar es que dichos mecanismos represivos (sindicatos) están siendo atropellados y rebasados por las nuevas organizaciones de base, que aunque convivan con las expresiones de los cuerpos de delegados (como formas de organización) están supeditadas al ejercicio de la democracia directa que exigen y practican los trabajadores.
Si los funcionarios no pueden caminar libremente por la calle, menos fácil es ser un sindicalista transitando con sus matones libremente por las fábricas. Tendrán dinero para mover a sus lúmpenes a marchitas y actos, pero no tienen ninguna incidencia al pie de la máquina, ni represiva ni política.
Es en este contexto que se avecinan las nuevas discusiones salariales, y es este contexto el que generará uno nuevo, con mayores bríos, con expectativas diferentes, en una situación general que nuestro partido caracteriza de revolucionaria.
Los fuegos de artificio que los monopolios lanzan a través de los medios masivos de comunicación, en el mejor de los casos, pueden lograr dilatar, estirar, o confundir un poco a algún sector; pero la Argentina real es otra, la que indica a todas luces que grandes cosas están por pasar. Afirmamos esto porque partimos de la plena confianza que tenemos en la experiencia colectiva que la clase obrera y el pueblo vienen realizando.