Así como hace poco más de un año, en una mañana perdieron la vida más de 50 personas en el tren Sarmiento, ayer perdieron la vida por lo menos 8 compatriotas por las inundaciones en la ciudad de Buenos Aires; en la tarde de hoy, ya se habla de que en la ciudad de La Plata hay más de 45 muertos. Y las “listas” crecen con el paso de las horas.
Qué tiene que ver una cosa con la otra, puede preguntarse. Que en una y otra “tragedia”, la vida humana quedó presa del negocio impúdico, de la corrupción asesina, de la disputa entre gobernantes que cacarean preocuparse por la gente y lo que menos tienen es preocupación por la vida humana.
Macri en su conferencia de prensa salió a hablar de “tragedia” climática, a echar culpas al gobierno nacional. En la catástrofe de Once, el gobierno nacional salió también a echar culpas al motorman, o a decir que si hubiera sido en un feriado no hubiera sido tan grave. Unos y otros se lavan las manos alevosamente, mientras los afectados contaron solamente con la inagotable solidaridad del pueblo para afrontar como pudieron los efectos de la inundación.
Ni unos ni otros tienen la más mínima vergüenza; cuando todavía la gente tiene agua dentro de sus casas, las acusaciones y chicanas entre ellos van y vienen. Otra demostración de la crisis política que corroe hasta las entrañas a la burguesía argentina.
Las zonas inundadas no fueron las afectadas en ocasiones anteriores, lo que demuestra (sin necesitar ser un técnico especializado en el tema), que la ciudad sigue sumando causas para que las inundaciones terminen afectando zonas que antes no eran inundables. Esas causas pueden ser variadas, pero no nos equivocamos ni un milímetro si afirmamos que la causa principal es que el negocio manda por sobre las necesidades de las personas; la imprevisibilidad de las tormentas es tan mentirosa como es verdadera la inoperancia de los gobiernos que planifican carreras de autos, pero no saben parar inundaciones.
Estamos en manos de ineptos y corruptos porque la única capacidad que demuestran es la de realizar grandes negocios que benefician a la burguesía monopolista, mientras las condiciones de vida del pueblo son atacadas hoy por las inundaciones, pero todos los días por la inflación, la inseguridad, los bajos salarios, la explotación laboral, la entrega de nuestros recursos, la presión impositiva, la droga y el narcotráfico.
Los de arriba nos hunden más cada día y los de abajo debemos seguir organizando nuestra fuerza, porque es la única alternativa real contra los gobiernos que responden a la oligarquía. Una salida revolucionaria, en la que el pueblo se haga cargo de gobernar, es la única viable para resolver en forma definitiva esta situación.