Podrán decirnos…

Podrán decirnos que las lluvias fueron descomunales, que no eran las que se esperaban, que era de noche y hasta que era feriado. Podrán decirnos que en pocas horas llovió lo que no llovía hace más de cien años. Podrán decirnos que la culpa es del “cambio climático”, de que ahora tenemos un “clima tropical” y que casi casi estamos en el fin del mundo, como dijo el Papa. Podrán decirnos que los “aliviadores” para las crecidas no funcionaron y que esta vez, aumentaron la inundación.

Podrán decirnos que frente a “la catástrofe”, los rescatistas y el personal de emergencia no dieron abasto; y que cuando colapsan por ello los suministros públicos, los mismos no pueden reponerse rápidamente.

Podrán decirnos esto y mucho más. Ahora, lo que todos nos preguntamos y no encontramos respuesta es: ¿cabe en algún “análisis” que decenas de compatriotas (50, 60, ¿quién sabe?) se mueran porque llueve? ¿Qué explicación se puede dar ante semejante hecho de inhumanidad?

Una sola, y lo planteamos en esta misma página en el día de ayer: la vida humana, nuestra vida, está presa de negocios impúdicos, de la corrupción asesina, de la vergonzosa disputa entre los que gobiernan, a los que sólo preocupa que no los salpiquen los muertos, menos aún en un año electoral… Una vez más, el negocio manda por sobre las necesidades de los de a pie, de los que trabajamos y hemos perdido todo.

No reaccionan, no pueden ni saben reaccionar. Su norte está en otro lado, y cada vez es más evidente. Todo es tarde, cuando el agua ya arrasó.

Como siempre, y aún lo vemos por estas horas, ningún funcionario (ya sea municipal, provincial o nacional)  estuvo donde tenía que estar; como sí estaban los vecinos, solidarizándose con los más golpeados por el temporal, con los que perdieron salud y sus pertenencias.

Macri en Brasil, Rodríguez Larreta por Europa; De Vido haciéndose el distraído, Berni corriendo carreras en gomón y la presidenta –una vez más- mostrándose –tarde- muy compungida en La Plata, eso sí, con un muy prolijo luto.

Si hasta anunciaron que ampliarán las “líneas de crédito” para los damnificados… ¡¡¡a una tasa del 13% anual!!! Parece increíble pero no lo es: hacen negocio financiero hasta en medio de semejante desazón.

Todas sus explicaciones y argumentos se desgranan, se desarman, nadie les cree. Y lo que es más, en tremenda evidencia queda cómo están subestimando al pueblo.

Esto es una olla a presión, señores, que aunque ustedes no la quieran ver, les terminará explotando en sus propias caretas, más temprano o más tarde.

No es la primera vez que padecemos como pueblo una desgracia tan dolorosa como esta. Y la sensación de millones es que nuestra vida está librada “a la buena de Dios”. En estos días nos golpea la lluvia; además de que nos puede costar la vida un celular o un par de zapatillas, o la explotación y la persecución en nuestros lugares de trabajo, la droga instalada en nuestros hijos, y la lista es interminable, indigna.

Como lo es este sistema, que se pudre día a día y pretende llevarnos puestos.

Pero no se equivoquen: los que están hundidos en el fango cada día más son ustedes, todos los que dicen representarnos y en realidad, lo que representan es el saqueo de nuestras vidas y de nuestra dignidad.

Nosotros vamos a continuar organizándonos, luchando, reclamando, denunciándolos, porque cada vez vemos con más claridad que tenemos fuerza, y que la única alternativa frente a semejante despojo, está en nuestras manos.

Hagámonos cargo de esto. Profundizar las luchas y la movilización, y construir una salida revolucionaria frente a semejante atropello, es lo único que nos hace dignos, como trabajadores y como pueblo.

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