La extraordinaria ofensiva autoconvocada de los trabajadores petroleros que con paros y bloqueos de pozos y plantas productoras, en los últimos días de abril, arrancó a las petroleras y su gobierno el cese de la intervención a su sindicato, se trata de frenar con chicanas jurídicas que intentan dilatar en el tiempo la realización del acto eleccionario que dé nacimiento a una nueva y legítima conducción del gremio.
El temor del sistema es la andanada de demandas que, sin dudas, se desatarán con la normalización del sindicato, gane quien gane, dado el paupérrimo estado en que ha dejado la intervención a los trabajadores que abarca un amplio abanico de cosas a resolver que va desde lo salarial, condiciones de trabajo y reincorporaciones de trabajadores.
El gobierno, desde la cámara de diputados de la provincia, impulsa “un acuerdo de paz social que incluya a trabajadores, estado y empresas” “no quiere que los petroleros hagan lío cuando recuperen el Gremio” (SIC). Y piden “al Instituto de Energía y a la Secretaría de Estado de Trabajo de Santa Cruz, para que se dicte un instrumento donde se le exija a las operadoras petroleras que frenen los despidos en los yacimientos.”
La piedra en el zapato de la burguesía es la autoconvocatoria y el estado asambleario, que han tomado como método miles de trabajadores para garantizar la unidad que los ha hecho avanzar y conquistar. Y con esta bandera, se disponen a reconquistar lo perdido en los largos años de intervención, que ha dejado, un muerto, más de 1.000 trabajadores despedidos, presos, y centenares de procesados.
Este es el método en que confían para que no se “chupen” los nuevos delegados y se pierdan en los laberintos del posibilísimo burocrático de los sindicatos, de los permisos de los ministerios, de las empresas, de los gobiernos.
Ese mismo camino es el que están transitando los desocupados ex YPF, que durante 9 días bloquearon los accesos a las diferentes petroleras de Cañadón Seco. Después de haber probado el “veneno” del poder y las promesas y mentiras de los políticos que los llevó a mirar para arriba y esperar, como dice la canción de Larralde: “De mirar pa´arriba, se me endureció el pescuezo, De ahí?… de ahí aprendí a mirar pa´abajo; y lo primero que vi, me dejó asombrao”
Las cartas están echadas. Por un lado, los trabajadores con sus nuevas herramientas la autoconvocatoria, la masividad y la determinación a la lucha abriendo camino al futuro. Por el otro, la burguesía, con sus miserables políticos mercenarios y su anquilosado Estado intentando frenar la profundización del inevitable enfrentamiento de clase contra clase.