La pelota no se mancha… la clase obrera tampoco

Se está terminando un nuevo mundial. “El país futbolero” ha sumado un nuevo sinsabor, producto de la penosa participación de la selección Argentina, en donde no sólo el mal trajinar de la pelota fue noticia sino todo ese entramado que envuelve a lo que en realidad ha dejado hace rato ya de ser un juego para pasar a ser un negocio multimillonario y multinacional, en donde la FIFA se ha transformando en una de las principales empresas a nivel global. Y las Federaciones locales (AFA, etc.) una especie de “satélites” o terminales de negocios, en donde los “gerentes autóctonos” tratan de posicionarse detrás de tal o cual negocio que deciden otros. Como no podía ser de otra manera, un fiel reflejo del sistema de dominación capitalista en su máxima expresión, que confronta brutalmente y nada tiene que ver con el palpitar de millones que –sentimiento mediante- seguimos vibrando y emocionándonos cada vez que rueda la pelota.

Y ahí también se refleja lo tantas veces dicho respecto al “poderío” de las grandes Ligas europeas, de los clubes de elite, que a fuerza de billetazo limpio arman sus planteles como verdaderas selecciones, apropiándose del talento y el ímpetu de los mejores jugadores del mundo, provengan del rincón del planeta que sea. Es “imposible competir económicamente con ellos” argumentan los seudos dirigentes, cuando las figuras que se destacan en nuestras canteras (y que increíblemente sigue dando nuestro maltrecho fútbol), emigran rápidamente al exterior cada vez más jóvenes; a veces hasta se adquieren los derechos de esos pibes siendo niños, llegando a acuerdos con las familias por fuera de los clubes en donde juegan inferiores…

Todo el fútbol de hoy es así. Un monumental y verdadero negocio atravesado por la irracionalidad y la inhumanidad de este sistema. Pero también, marcado por la lucha de clases.

Tal es así que -en medio de las banderas  de colores que decoran el negocio futbolero en Rusia- un acontecimiento notable ha repercutido en los medios del mundo: los trabajadores automotrices de una de las fábricas que posee la FIAT, decidieron lanzar una huelga (entre el 15 y el 17 de Julio), en protesta porque el club de fútbol italiano Juventus incorporó a Cristiano Ronaldo a su plantel, con un costo (declarado) de 350 millones de euros. El principal accionista de Fiat es también propietario del equipo turinés.

Se trata de la familia Agnelli, la misma que mientras destina fortunas en la adquisición del jugador portugués, lleva adelante un plan de ajuste que implica recortes a trabajadores. Los Agnelli son los dueños del 63,77% de las acciones del equipo italiano y, al mismo tiempo, del 29,18% de Fiat Chrysler Automobiles (FCA).

La huelga se llevará a cabo en Melfi, al sur de Italia, y es impulsada por la USB (Unión Sindical de Base). Comenzará el próximo lunes, el mismo día en el que Ronaldo será presentado como la nueva estrella de Turín.

“El viernes pasado, los directivos de la planta de Melfi de FCA nos comunicaron que 1.640 personas pasaban a ser ‘trabajadores en exceso’, por lo que en las próximos meses, en la mejor de las hipótesis, sus ya muy bajos salarios serán recortados. Poco tiempo después, supimos lo de Ronaldo»… Y esto es inadmisible, como dijo uno de los trabajadores. A los obreros les indigna saber que una persona «ni en 50 vidas podrá gastar todo ese dinero que tiene, mientras los trabajadores de la automotriz no sabemos cómo pagar las cuentas». 

Bajo el título: Frente a tanta iniquidad, solo podemos atacar, comienza el Comunicado que difundieron los trabajadores, del que reproducimos algunos párrafos:

«Es inaceptable que mientras a los trabajadores de FCA y CNH Industrial la empresa nos sigue pidiendo enormes sacrificios económicos durante años, la misma decida gastar cientos de millones de euros para la compra de un jugador».

«Nos dicen que el momento es difícil, que necesitamos recurrir a los subsidios sociales esperando el lanzamiento de nuevos modelos que nunca llegan… mientras los trabajadores y nuestras familias nos ajustamos cada vez más el cinturón, ¡la Empresa decide invertir una gran cantidad de dinero en un solo recurso humano! ¿Está bien esto? ¿Gastan millones, y miles de familias no llegan a la mitad del mes? Todos somos empleados de la misma empresa y en este momento de enorme dificultad social, semejante diferencia de trato no puede ni debe ser aceptada».

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