La dignidad no llega, se la conquista

Al amparo de la inestabilidad y la incertidumbre que se acentúan en el marco de la crisis que son -dicho sea de paso- condiciones ineludibles de un sistema social putrefacto, se profundiza la reducción salarial y el empobrecimiento de nuestro pueblo. Todo este marco que no puede sortear, ni evadir, ni contener, sirve al capital monopolista, para justificar, las devaluaciones, la inflación, los ajustes y los tarifazos. En esta situación, donde la democracia burguesa tiene un rol asignado, su régimen electoral busca preservar las expectativas de engaño tratando de evadir contradicciones irreconciliables que se asientan en condiciones de vida cada vez más angustiantes.

La semana que pasó subió el dólar y se devaluó el salario un 10%. A partir del lunes suben los combustibles y -como bien sabemos todos- dicha suba se trasladará a los precios de los alimentos, etc…  que implicará otra devaluación del salario vía inflacionaria. Este escenario de incertidumbre e inestabilidad que se ha impuesto como una realidad inevitable e incompatible con las propias concepciones burguesas sobre estabilidad y equilibrio, ha venido siendo un descomunal despojo a los salarios.

“Los precios cuidados”, “los precios esenciales”, el supuesto “congelamiento de precios y tarifas”, el llamado “plan octubre del gobierno”, ansían establecer un marco político que intenta contener el estado de bronca de los trabajadores y el pueblo. Para dar aire a la institucionalidad burguesa y a todas las expresiones políticas -de todos los colores- para hacer del juego electoral, un medio de preservar la democracia burguesa. Es una contradicción, por un lado, mantener el congelamiento de precios y que por consecuencia se profundice la reducción del salario de forma continua, y más contradictorio aún, es la institucionalidad y el sistema representativo actual, que hablan de democracia, pero, que sostienen el enriquecimiento de unos pocos a costa del empobrecimiento y explotación de millones. Ambos aspectos chocan de frente contra las condiciones de vida y de trabajo, contra los hechos cotidianos que son insostenibles.

La reducción y el achatamiento del precio de la fuerza de trabajo –el salario- es toda la política del capital monopolista a escala planetaria. Es esencial para sostener -a como dé lugar- la reducción de salarios. La democracia burguesa y el llamado sistema representativo, todo su funcionamiento y su régimen político, es el garante político e ideológico de ese achatamiento. La democracia burguesa es la expresión política del poder capitalista en la superestructura de la sociedad. 

Todas las burocracias sindicales negocian salarios y aumentos miserables a espaldas de los trabajadores y rubrican acuerdos por fuera de las necesidades de los trabajadores, justificando con ello las demandas del capital de reducción de salarios. Son representantes del poder monopolista en el seno de la clase obrera, son parte de la democracia burguesa.

Frente a los cuestionamientos y la bronca generalizada por las condiciones políticas y económicas que expresan las masas de nuestro pueblo, los ideólogos hacen esfuerzos por fundamentar que las instituciones del Estado y la marcha de la economía son dos cuestiones independientes una de la otra.

Aunque con ello están reconociendo que la gobernabilidad no cuaja con esta situación porque la crisis política está calando hondo en ambos aspectos. Por ello impulsan como principal eje ideológico darle aire al sistema electoral. Esperar a octubre es la única única propuesta que emana de la superestructura, premisa con la que pretenden encausar un escenario político sumamente caótico para que el escenario de chatura salarial no se desmadre y se mantenga, aunque mas no sea en estos carriles de inestabilidad e incertidumbre que son tan propicios para el oportunismo del capital monopolista, que también tiene sus expresiones políticas en la cofradía de los partidos políticos del sistema.

Las experiencias de lucha independiente que están dándose, como por ejemplo los trabajadores docentes de Salta, y la experiencia que vienen realizando los trabajadores docentes del Chaco, o en otros sectores dinámicos de la sociedad, la cuestión es clara. Una lucha salarial encarada desde su propia acción y desde metodologías autoconvocadas y asamblearias, con el ejercicio de la democracia directa, no solo tiró por la borda todo el andamiaje político institucional (burocracia sindical) construido en función de los intereses económicos de los monopolios, sino que expresa un avance en la ingobernabilidad.

Cuando la perspectiva son más devaluaciones, más inflación, mas reducción de salarios con paritarias sujetas a estas premisas, cuando sobre los trabajadores y el pueblo pesan enormes dificultades para llegar a fin de mes y cuando lo que ofrece octubre es más de lo mismo, sobre un escenario más complejo y más crítico, no sólo resta salir a las calles. No hay que esperar más hundimiento porque la dignidad, no llega sino se la conquista.  Se la conquista por la fuerza.

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