La seguridad: un problema de clase

Dos notas de color. Dos asuntos secundarios, que no dan para ganar la tapa del diario ocurrieron el miércoles: por un lado el festejo de los 50 años de Marcelo Tinelli, por el otro una protesta de los bomberos voluntarios de la Provincia de Buenos Aires.
En principio parecería que nada tiene que ver un asunto con el otro, pero cuando se profundiza la mirada aparecen los nexos, originados por el caos y la irracionalidad del modo capitalista de produccion y la sociedad que genera.
El galpon utilizado por el conocido conductor para festejar su cumpleaños, en el barrio de la boca, fue fuertemente custidiado por efectivos de la Prefectura y de la Policía Federal, que en gran número se apostaron para garantizar la seguridad de los más de 400 invitados (en especial por tratarse de una zona considerada de “alto riesgo”). Lógicamente el costo de semejante operativo corrió por cuenta del pueblo argentino, incluidos los vecinos de la boca que, por supuesto, no reciben el mismo tipo de «atenciones» por parte del Gobierno Nacional (basta ver al Ministro del Interior más preocupado en explicar que los «reacomodamientos de precios» nada tienen que ver con la inflacion para comprender de qué se ocupa).
Mientras tanto los bomberos voluntarios de diferentes distritos bonaerenses irrumpieron en las calles platenses y se movilizaron a la Casa de Gobierno con el fin de exigir aportes estatales.
Reclaman la sanción de una ley que les permita recibir subsidios estatales para el funcionamientos de cuarteles y destacamentos -en total son 254 cuerpos.
Exigen aportes estatales para solventar el funcionamiento de las instituciones que trabajan «ad honorem» para sofocar incendios y atender distintas situaciones de emergencia. La protesta convocó a cientos de efectivos que llegaron a la Ciudad por distintos accesos montados en decenas de autobombas y vehículos medianos.
El gobierno nacional aporta a cada institución 80 mil pesos, pero un camión sale 200 mil. Además, todos los cuarteles tienen que pagar gas, luz, uniformes, herramientas que se rompen.
Los cuerpos de bomberos que trabajan fuera de la órbita de la Policía provincial se sustentan merced a la colaboración de la comunidad, de aportes económicos que acercan vecinos e instituciones. También es una tradición en estas fuerzas de seguridad no pagas la de realizar rifas u ofrecer bonos de contribución que, en general, se lanzan para fines específicos.
Un veterano de las filas voluntarias que salen a extinguir incendios y rescatar personas que atraviesan emergencias explicó los motivos de la demanda: «necesitamos recibir algún monto fijo para comprar repuestos, renovar materiales y ni hablar de un requerimiento esencial en esta ciudad, donde hace falta un destacamento en Villa Argüello para cubrir la zona de La Franja, algo que estamos planteando en el Concejo Deliberante».
Los efectivos no cobran sueldo; sólo reciben haberes jubilatorios a partir de los 25 años de servicio y cuentan, como activos y pasivos, con la obra social IOMA.

La seguridad es un buen caballito de batalla para alarmar a la poblacion, para meter presión para una legislacion más represiva, para desviar la atencion.
Pero como política del Estado de los monopolios, la seguridad es clasista. Bien queda expuesto en estos dos simples acontecimientos.

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