La Serenísima: lucha autoconvocada contra los atropellos de la empresa

Las condiciones de trabajo a las que nos someten a los obreros en las fábricas son inhumanas. Como si fuéramos maquinas y no seres humanos, donde lo único que tiene valor es la ganancia, mientras que nuestras vidas y nuestra integridad no tiene ningún tipo de valor para los empresarios y gerentes monopolistas. Los turnos rotativos, la insalubridad, las interminables horas extras obligatorias, los innumerables accidentes de trabajo que ocurren en forma alarmante por ritmos acelerados en la producción, la presión de los supervisores y la falta de seguridad en las máquinas o instalaciones. Estas son solamente algunas de las ya conocidas condiciones de explotación a la que nos exponen día a día.

Imaginemos solo por un instante la tristeza que significa recibir la noticia de que algún integrante de la familia está internado por amputación, golpes severos o, en muchos de los casos, por fallecimiento tras haber ocurrido un accidente cuando fue a trabajar en busca de su salario.

En la Argentina, en el año 2009, se han anunciado por cifras oficiales más de 800 mil casos de accidentes laborales; teniendo en cuenta que le llaman accidente solo cuando hay pérdidas de días. Y también teniendo en cuenta que los médicos de las empresas, más las A.R.T., tienen como prioridad número uno hacer lo posible para que los trabajadores vuelvan a su puesto de trabajo como sea, sin respetar en lo más mínimo el proceso necesario de curación.

Frente a esta situación, en la fabrica La Serenísima los accidentes son moneda corriente. En estos últimos días, un trabajador del sector de mantenimiento caminó al hilo de la muerte, tras haber reventado una válvula que contenía 14 bar de presión de amoniaco. Por milagro, ningún desprendimiento de la válvula le golpeo la cara, lo que le hubiese causado la muerte instantánea, pero absorbió directamente el amoniaco presurizado comprometiendo sus vías respiratorias y su vista, aparte de los traumatismos severos que le provocó haberse arrojado de una altura de más de dos metros tras el hecho ocurrido.

Lo más lamentable de esto es que durante seis meses los trabajadores de ese sector venían reclamando el cambio íntegro de esa válvula, que era deficiente. Pero el gerente se negó, por supuesta falta de presupuesto en una fábrica que factura millones y millones. También es importante aclarar que un escape grande de amoníaco provocaría la evacuación inmediata de 40 cuadras a la redonda.

El día del hecho, cuando se estaba haciendo la evacuación, aparecieron las cámaras de la televisión y el mismo gerente de ese sector ordenó a la gente que vuelvan a ingresar a la planta. Inmediatamente, al otro día, hartos de situaciones como esta y con el odio reciente por lo que había pasado con el compañero, los trabajadores comenzaron a organizarse para llamar a una asamblea. Inmediatamente el sindicato hizo una jugada para ponerle paños fríos a la bronca y se hizo presente organizando una asamblea antes de lo previsto, para manejar la situación. En la asamblea empezaron a dar vueltas sobre cualquier cosa menos sobre lo importante. Hasta que un trabajador plantea que lo único importante era que un compañero casi se muere y, por lo tanto, ni bien terminada la asamblea, era necesario el paro total de la producción hasta que no saquen de la fábrica al gerente de mantenimiento y al jefe de seguridad e higiene. Allí la asamblea irrumpe en aplausos y en un acuerdo total con la medida planteada.

A las 3 horas de huelga vuelven los burócratas del sindicato a plantear que había que levantar la medida para no llevar el conflicto al ministerio, porque supuestamente de esa manera se iba a retrasar que los echen. Nuevamente, la fuerza y la decisión de los trabajadores toman posición, y se decide hacer asambleas cada una hora, para que siga garantizado que las máquinas estén paradas. Luego pasa otra hora y ya era inminente el despido del gerente de mantenimiento. Vuelven los burócratas del gremio y quieren dar a entender de que, gracias a ellos, se logra este triunfo. Nuevamente los trabajadores arremeten contra el sindicato y sus formas burocráticas y serviles a la empresa, dejándolos totalmente expuestos en su complicidad con la misma.

Aunque de todos los puntos planteados quedó pendiente la situación del jefe de seguridad e higiene, se lograron importantes conquistas. Porque no solo se logro echar al gerente de mantenimiento, sino que también se lograron puntos importantes como que la empresa garantice una ambulancia las 24 horas del día durante todo el año; el cambio de todas las válvulas y el mantenimiento de la cañería; la eliminación del amoníaco en la fábrica cambiándolo por refrigerante freón, que no es un gas mortal; la extensión de horas de los médicos de la planta.

Este triunfo significa para la clase obrera un paso más en la decisión de avanzar con el protagonismo de la lucha autoconvocada contra los atropellos de la empresa y sus sindicatos.

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